Holland y Darcy caminaban por un sendero del jardín mientras charlaban, que se dirigía a un pequeño huerto que a su madre le gustaba mantener para pasar el tiempo.
—¿Desde cuándo vive en la ciudad? —preguntó Holland.
—Toda mi vida —respondió Darcy—, ¿por qué lo pregunta?
—Bueno, normalmente en un pueblo tan pequeño conoces a todo el mundo, pero a usted nunca la he visto, ni en la escuela u otros lugares, por eso supuse que se había mudado hace poco.
La verdad era que sus padres no la dejaban salir demasiado; no les agradaba que Darcy "se mezclara" con gente que no estaba en su posición, según ellos. Darcy siempre quiso vivir como una niña normal que iba a la escuela, tenía amigos y salía a todas partes. Por esa razón, fue casi un milagro cuando convenció a sus padres de que la dejaran estudiar medicina en la universidad; aunque, básicamente, el haberlos convencido fue haberse inscrito a escondidas y pagarse los estudios con los ahorros que ella tenía.
—Oh, es que no salgo mucho —respondió Darcy—. Además, estudiaba en casa, por eso creo que nunca fuimos compañeros en la escuela, ¿qué edad tiene, por cierto?
Preguntó guardando sus manos en los bolsillos de su falda.
—Cumplí veinte el mes pasado. Lástima, pudimos ser compañeros en la escuela sin problema. —dijo Holland suspirando y cerrando sus ojos, fingiendo pesar. Darcy rio.
—¿Y no va a la universidad? Seguramente está en una facultad diferente a la mía y por eso no nos hemos encontrado.
—Decidí que la universidad no era lo mío; prefiero hacer otras cosas ¿sabe? Lo que hago ahora me hace muy feliz. Por cierto, escuché que estudia medicina, no conozco muchas mujeres que estudien eso.
Darcy sintió que el estómago se le revolvía. No le avergonzaba el hecho de estudiar algo que supuestamente solo el sexo masculino podía estudiar, sino que, a excepción de sus hermanos, todos creían que era una reverenda ridiculez, y le decían a Darcy que debería concentrarse en otras cosas, Además, siempre le recordaban que, a su edad, ya debería pensar en el matrimonio. Temía que Holland llegase a pensar igual.
—Sí, no es muy común; tal vez piense que es ridículo, pero desde pequeña me ha fascinado el hecho de poder salvar una vida... el que pueda ayudar a las personas, ¿por qué solo un hombre podría hacer eso? No lo sé, tal vez solo digo tonterías. —dijo Darcy torciendo la comisura de sus labios en forma de burla ante su propio comentario.
—No creo que sean tonterías. Pienso lo mismo. No tenemos por qué estar atados a ciertos roles solo porque la gente lo dicta. Además, creo que es muy bello el querer ayudar a las personas. —añadió al final, con una honesta y cálida mirada. Darcy alzó ligeramente las cejas en señal de sorpresa. Sintió una sensación cálida en su pecho ¿tan difícil era que alguien entendiera eso?
Sin darse cuenta, habían llegado al huerto, donde había una silla de madera muy fina y se sentaron en ella.
—Usted parece tener una visión muy diferente a los demás hombres, me agrada eso. —dijo Darcy cruzando sus piernas.
—Usted me agrada a mí. —replicó Holland sonriendo.
—¡Déjese de tonterías! —dijo Darcy riendo, y después, se quedó pensativa un segundo— ¿Ha pensado en casarse?
Automáticamente, Darcy se dio cuenta de la garrafal tontería que cometió ¿por qué preguntó eso? No era de su incumbencia, no tenía por qué saberlo, ¿por qué hizo esa pregunta?
Sin embargo, Holland le respondió con total normalidad:
—No... bueno sí, pero no ahora; no tengo la urgencia de casarme este mismo instante, prefiero esperar a que llegue alguien a quien ame de verdad; llámeme cursi si quiere, pero todavía no conozco a nadie que me haga sentir que quiero pasar el resto de mi vida con esa persona.
—Usted y yo tenemos definiciones muy diferentes sobre el amor. —observó Darcy.
—¿Y qué es el amor para usted? —inquirió Holland.
Darcy se quedó en silencio por un momento, su rostro pareció entristecerse un poco.
—Una simple conveniencia. Un mito que inventaron para hacernos creer que tenemos un propósito aquí; la promesa del alma gemela, o el amor de nuestra vida... hay gente que vive toda su vida buscando eso y jamás lo encuentran, porque simplemente es una ilusión. No quiero sonar pretenciosa, pero lo que llaman amor es simplemente un mecanismo de supervivencia.
Holland realmente había escuchado lo que Darcy dijo, y se puso a reflexionar. Ambos se quedaron en silencio un rato.
—Tal vez —dijo Holland con voz grave—. Tal vez tiene razón, tal vez es solo una ilusión... pero es divertido —argumentó arrugando la nariz—. Digo, los besos y otras cosas que hacemos con nuestro cuerpo... —se aclaró la garganta, arrancándole una carcajada a Darcy—. No sé, siento que, si es una ilusión, al menos hay que disfrutarla. Como los niños que disfrutan de los regalos de Santa o cosas así. Además, Srta. Darcy, no me gustan las mujeres depresivas. —dijo con un tono sarcástico y frunciendo el ceño. Darcy apoyó su barbilla en sus manos, sonriendo.
—Pues es una lástima, Sr. Holland, porque soy la mujer más depresiva que pueda encontrar en Venus. Tendrá que vivir con eso. —condicionó Darcy, riendo con Holland al final.
Hubo una pausa, Darcy miró a Holland con una sonrisa cálida y le dijo:
—Aunque, puede llamarme solo Darcy..., Holland. —ambos se miraron y se sonrieron. Siguieron con la plática por un largo rato, hasta que Molly llamó a Darcy a cenar.
***
Darcy se encontraba en su habitación leyendo una de sus novelas favoritas, titulada "El Lobo Estepario". Eran casi las dos de la mañana, y Darcy no podía dormir, como la mayoría de sus noches.
Había algo que no se sentía bien esa noche, como que algo no cuadraba. Tal vez solo eran disparates suyos, así que fue a su baño a lavarse la cara para aclarar su mente. Al entrar, notó que había un olor terriblemente insoportable, como si hubiesen combinado mercaptano con huevo podrido o algo parecido.