La semana paso rápido, del jueves al domingo Darcy se ocupó de sus cosas, y no hacía nada del otro mundo, salvo tener sus pequeños encuentros y miradas juguetonas con Holland. Ella ya no sabía si quería seguir evitando lo que su mente le gritaba que tarde o temprano iba a pasar, pero prefirió darle tiempo al tiempo y que las cosas fluyeran. Ni siquiera había tenido sus visiones, y no se había preocupado de nada más que de estudiar y ser básicamente alguien normal, y se sentía bien, se sentía bien no tener tantas cosas en la cabeza.
Era lunes en la mañana, Marlon le había insistido a Darcy que estuviera lista y presentable para cuando llegara la tarde y se realizara esa odiosa reunión. Darcy no sabía por qué tanta fijación con que ella en especial, ¿qué acaso le iban a presentar al rey de Roma?
Prefirió estar algo lejos de sus padres por un momento, por lo que fue a dar un paseo al jardín, donde, casualmente, Holland se encontraba también.
—Esto ya es raro, a donde vaya, tú siempre apareces, ¿me estas acosando? —inquirió Holland con sarcasmo, fingiendo sentirse amenazado.
—Lo mismo digo, no puedo caminar tranquila sin que me encuentre contigo siempre... tal vez estamos conectados. —sugirió Darcy acomodándose el suéter verde claro.
—¿Eso crees? —dijo Holland con una creciente sonrisa en su rostro, ella asintió con la cabeza. Cuando Holland se acercó a Darcy lo suficiente, ella preguntó:
—¿Qué haces aquí? —Holland pronunció un «¿qué?» y Darcy prosiguió: —, en el jardín, ¿mi madre te mandó a plantar otras flores?
—No, no; estaba podando el césped, y regando las doscientas plantas que tiene en el invernadero. —respondió Holland, Darcy rio.
—Perdónala, es su pasatiempo favorito. De hecho, era las únicas veces en las que teníamos una especie de "momento madre e hija"; nos gustaba cuidar las plantas, y mi madre siempre nos daba datos curiosos sobre ellas. —relató Darcy con nostalgia, Holland esbozó una sonrisa.
Ambos se sentaron en la silleta de madera.
—¿Y qué fue lo que pasó? —quiso saber Holland, Darcy apretó los labios.
—Cumplí quince y empecé a no cumplir las expectativas de mis padres. —respondió riendo para cubrir su incomodidad.
—Ojalá jamás cumplas con las expectativas de nadie, que se pudran —dijo Holland lanzando una pequeña piedra con la que estaba jugando—. La única persona a la que debes cumplir sus expectativas es a ti.
Darcy esbozó una sonrisa y se cubrió la cara.
—No sabes cuánto te detesto, haces esto muy difícil. —masculló Darcy. Holland preguntó entre risas qué era lo que él hacía difícil.
—Que no me quiera escapar contigo y vivir una vida de hippies románticos. —trató de mantenerse seria, pero su propio comentario le ocasionó mucha risa, y terminó por contagiar a Holland.
—Es una linda idea, podría vivir como un hippie.
—No creo que aguantes una semana sin bañarte. —dijo Darcy.
—No sabes de lo que soy capaz. —replicó Holland, alzando las cejas, y sonriéndole a Darcy de una forma muy tierna. Ellos no se dieron cuenta, pero estaban muy cerca del uno y del otro; Darcy sintió calor en su rostro, tenía que decir o hacer algo, pues de lo contrario, no sabía qué podía pasar.
—Tengo que estar lista para la maldita reunión de mi padre. —dijo Darcy volteando su cabeza para mirar al suelo e intentar sacudir esa repentina oleada magnética que había sentido.
—Y si no estoy lista, a mi padre le dará un paro cardíaco.
—¿Por qué tienes que ir? Por lo que dijiste, era algo referente al trabajo de tu padre. —dijo Holland cruzando los brazos. Darcy se encogió de hombros.
—Así es él. En fin, te veo luego. —Darcy se levantó, pero se detuvo unos segundos y se agachó para besar a Holland en la mejilla, luego volvió a emprender su camino hacia la casa, sin decir nada.
—¿Acaso tú...? —dijo Holland. Su voz sonaba más distante a medida que Darcy se alejaba.
—No lo arruines. —lo interrumpió Darcy con una gran sonrisa en su rostro.
***
Darcy se había puesto un vestido negro y unos guantes del mismo color que llegaban hasta sus codos; se recogió el cabello en una media coleta y se puso unos zapatos de tacón, por suerte su pie estaba mejorando y ya no le dolía tanto.
Molly entró junto con Judy, ambas se veían muy hermosas.
—¡Dios Santo, Darcy! ¿Desde cuándo Audrey Hepburn te asesora en tus vestidos?
Darcy rio y les dijo a Molly y a Judy que se veían muy bellas.
—Gracias Darcy, tú también te ves muy linda. —dijo Judy, una chispa de celos había salido de los ojos de Molly.
—La mirada en mí, solo en mí. —ordenó Molly apuntando sus dos dedos a sus ojos y luego a los de Judy. Darcy y Judy rieron.
—¿Celosa? —dijo Darcy abrazando a Judy, y empezaron a reír aún más.
—Ok, ya fue suficiente; tú —dijo Molly apuntando a Darcy— aléjate de Judy; fuera, shú.
Las tres rieron y Darcy les dijo que las veía abajo. Por el pasillo, se encontró con Tom, que se veía nervioso e inquieto.
—Darcy, las axilas me sudan, me tiemblan las manos y me siento como un idiota, no sé qué hacer. —decía frenético, Darcy puso sus manos en los hombros de su hermano.
—Cálmate, ¿qué ocurre?
Tom intentó explicarse, pero se trababa cada que hablaba. Darcy le recomendó que tomara aire.
—Bien... es que invité a una chica de mi escuela, y no pensé que vendría, pero vino, ¡y no sé qué rayos hacer!
—Bien, tranquilo. Primero que nada, tienes que calmarte; segundo —Darcy le dio una mirada de aliento—: tú eres el casanova de la casa, no hay tiempo de nerviosismos... o Molly te la quitará.
Tom le propinó un golpe en el brazo. Darcy empezó a carcajearse.
—Qué chistosa —murmuró Tom sarcásticamente—, aunque gracias por lo de casanova.
—De nada.
Darcy retomó su camino, ya se encontraba abajo con los demás, la mayoría eran socios del trabajo de Marlon. Inconscientemente, Darcy buscaba con la mirada a Holland. Llegó a pensar que tal vez Edith no le había dicho nada y no trabajaría ese día, pero entonces lo vio, y sintió su corazón tamborilear irregularmente. Holland alcanzó a verla; parecía que había visto a la mujer más hermosa de todas. Él se acercó disimuladamente, hasta que finalmente no había distancia que interfiriera entre él y Darcy.