Ellos Quieren Venganza

Capítulo 12

Varios días pasaron desde que Darcy habló por última vez con Holland, y desde ese entonces, se habían distanciado. No hablaban tanto como antes, y se estaba volviendo muy difícil que ambos se vieran debido a las planificaciones de la boda. Su madre la tenía ajetreada todo el tiempo, llevándola a tiendas para probarse vestidos de novia y planificando citas con Edmund. Edith creía que, si Darcy llegaba a conocer mejor a Edmund, ella no se portaría tan escéptica respecto a su matrimonio.

Para Darcy, la palabra «boda» estaba empezando a molestarle a niveles de otra dimensión. Era de lo único que hablaron durante las últimas dos semanas, y cada que escuchaba algo al respecto, quería golpear a alguien.

La última vez que vio a Holland frente a frente fue una mañana en la que él estaba sirviendo el desayuno. Ambos se miraron, Holland tenía el mismo cariño de siempre en su mirada, pero ahora había un melancólico distanciamiento. Darcy moría por hablar con él, por volver a pasar tiempo y divertirse con ese muchacho, pero ella sabía cómo terminaría si hacía eso, y no quería que Holland terminara más perjudicado de lo que ya salió. Después de aquel momento, eso fue todo, no hicieron nada más y Holland, después de servir el desayuno, se fue a reparar algunas cosas que tenía pendiente. Darcy se quedó ensimismada, mirando a la nada.

Al dirigir su mirada a su comida, pudo divisar una extraña figura que se reflejaba en un cuchillo para untar; se veía como una sombra distorsionada. Darcy sintió una mano pasar por su hombro, y todo el lugar comenzó a sentirse extremadamente frío. Dio la vuelta rápidamente, pero no había nada. Sus hermanos se dieron cuenta de aquella extraña reacción, y le preguntaron a Darcy si todo estaba bien.

—¿No vieron eso? —preguntó Darcy, viendo todavía a la pared.

—No, ¿qué cosa Darcy? —preguntó de vuelta Tom, intentando ver lo que Darcy veía.

—Hum... nada, creí haber visto un insecto —respondió Darcy volteándose—. Saben que me dan miedo. —añadió de la forma más desinteresada que pudo.

Después del desayuno, subió a su habitación y se quedó leyendo libros, revistas, y escuchando discos por un largo rato. Desde que dejó la universidad, no tenía mucho que hacer, así que trataba de entretenerse con cualquier cosa.

Tenía demasiadas cosas en la mente, así que decidió salir para dispersarse un poco. Se recogió dos mechones de su cabello con sujetadores y se puso una blusa azul oscuro de manga larga que resaltaba muy bien su figura. También se puso unos shorts negros que le llegaban hasta la cintura, y unos zapatos de tacón del mismo color.

Salió de la casa y caminó por el pueblo, buscando algún lugar que le llamara la atención. Repentinamente, comenzó a llover, y Darcy no quería empaparse, por lo que corrió al primer local que vio: una pequeña cafetería en donde ocasionalmente, Darcy iba con sus amigas a desayunar. Pero antes de llegar, resbaló en un charco que se formó cerca de la acera que se encontraba afuera del local. Antes de que cayera al suelo, alguien la sujetó.

—Eso estuvo cerca. —dijo una voz masculina que se le hizo muy conocida.

Darcy dejo de ver al suelo y se dio cuenta de que quien la sujetaba era Edmund. La cara de Darcy se puso seria, incluso podría decirse que algo molesta; se soltó de los brazos de Edmund y se acomodó la blusa.

—Sí, gracias por sujetarme. —dijo Darcy cortante, sin verlo a los ojos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Edmund con su típica voz de hombre seductor que para nada le salía natural, o al menos, eso creía Darcy.

—Fui a caminar por el pueblo simplemente, pero —Darcy señaló al cielo—, esto pasó.

—Sí, qué inoportuno, ¿no? Una lástima que cuando una mujer tan bella como tú sale, el clima no se ponga de tu lado. —observó Edmund mirando al cielo, como si lo estuviera reprochando. Darcy intentó sonreír por cortesía.

—Eso es muy lindo de tu parte, gracias. —dijo forzosamente. No era que a Darcy no le agradara Edmund, en realidad ella creía que era un buen hombre, y enserio intentaba sentir que le agradaba, pero simplemente no podía; no le atraía para nada, y aunque era bastante apuesto, ni siquiera le atraía físicamente.

—En fin —prosiguió Darcy, antes de que a Edmund se le ocurriera decir algo más—, creo que debería irme ya, el clima no está como para estar afuera después de todo. —Darcy se dispuso a caminar, pero Edmund la tomó gentilmente del brazo.

—Espera —dijo—, ¿no quisieras beber una taza de café conmigo? Después de todo, no se disfruta más de un café que cuando está lloviendo. Yo invito si deseas.

A Darcy le pareció bonito el gesto de invitarla. No le veía el sentido rechazarlo ¿para qué? Si, de todas maneras, Edmund sería su futuro esposo; mejor se iba acostumbrando a pasar tiempo con él.

—Está bien. —dijo, por primera vez, con una genuina sonrisa gentil.

Darcy y Edmund se sentaron en una mesa cerca del ventanal del local, donde podían ver todo el pueblo empapándose por la lluvia incesante. Darcy pidió un cappuccino y Edmund un espresso.

—¿Te gustan los climas así? —preguntó Edmund, en un obvio deseo de crear un tema de conversación.

—Creo que prefiero el verano, aunque el otoño también está bien para mí; nunca me ha gustado mucho la lluvia. —respondió Darcy mirando a la ventana, viendo como las gotas de lluvia se resbalaban por el ventanal. Ambos se quedaron en silencio por un segundo.

—Hay algo que no entiendo —dijo Darcy—; ¿por qué si mis padres son tan ricos viven aquí? Digo, es un pueblo pequeño, no es la clase de lugar en la que personas de su clase les gustaría vivir. Lo típico sería lugares como... yo qué sé, Nueva York, California, ¿por qué un pequeño pueblo del que casi nadie sabe? —inquirió Darcy todavía mirando a la ventana, divisando el pueblo de Venus. Edmund rio.

—Bueno, de que pueden irse a un lugar como ese, pueden. Pero es más algo sentimental, después de todo, la casa en la que viven es casi una reliquia familiar. —explicó Edmund sonriendo, como si estuviera encantado con las ocurrencias de Darcy.



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En el texto hay: fantasmas, amor, horror y suspenso

Editado: 27.06.2024

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