—Es por eso que vine aquí —empezó a explicar Marion, Darcy la miraba detenidamente—. No había aparecido antes por el simple hecho de que no podía, no era posible para mí.
—¿Por qué? —quiso saber Darcy. Marion tomó una expresión más seria, como si le costara decir la razón.
—Me mantuvieron cautiva al darse cuenta de que estaba de tu lado, por eso no he podido protegerte ni decirte nada; se podría decir que eran más fuertes que yo.
Darcy abrió los ojos exageradamente, expresando su sorpresa.
—¿Cómo fue que te mantuvieron cautiva?
—Verás, todo en este mundo, en este universo, está regido por energías. La energía es lo que te mantiene viva, lo que hace que tengas esa chispa en tus ojos. El odio es una energía, el amor también lo es; la energía de esas personas está llena de ira, decepción, tristeza, venganza y odio. Quieren a como dé lugar justicia, pero toda esa energía no es suficiente, necesitan energía de alguien vivo, alguien a quien les sea fácil acercarse. Necesitaban de tu energía, y todo lo que hacen, el miedo que te hacen sentir, es para poder obtenerla. Yo nunca me atreví a hacer algo como eso, y cuando yo traté de protegerte, de hacerles entrar en razón, ellos... —Marion sacudió la cabeza, rodeando sus piernas con sus brazos—; toda esa energía negativa se acumuló, se hicieron más fuertes con eso, y yo... Se aseguraron de que yo no interfiriera en nada. No podía controlar absolutamente nada de mí, era como una simple pared de la casa; pero lo veía todo. Era como ver televisión. Tú ves lo que los demás hacen, pero no eres capaz de hacer nada para alterar lo que pasa. Fue como si hubiese vuelto a morir otra vez. —la voz de Marion se agravó. Respiró hondo para ocultar que tenía ganas de llorar. Darcy tomó la mano de Marion a modo de comprensión, y le dijo que sentía mucho el que haya pasado por algo así.
—¿Y cómo fue que escapaste? —preguntó Darcy amablemente. Marion inspiró hondo.
—Me volví más fuerte, al igual que ellos —respondiendo, volviendo a tener su sonrisa juguetona; Darcy mostró su alegría con una sonrisa tímida—. Pero eso no significa que sea bueno. —añadió Marion al notar a Darcy esbozar su sonrisa. Darcy la miró confundida.
—¿Cómo? ¿Por qué no sería bueno? —dijo Darcy.
—La razón por la que vine, es justo por la misma razón por la que ahora puedo controlar mi ser. No es bueno que esté aquí, porque cuando yo gané la suficiente fortaleza para escapar, ellos ganaron el doble. Algo pasa.
Darcy vaciló, ¿qué significaba que fuesen más fuertes? ¿Y por qué razón se harían más fuertes? Si eso era cierto, podía significar algo que a Darcy no le gustaba para nada.
—¿Y qué es exactamente lo que está pasando? —dijo Darcy pronunciando lentamente las palabras.
—No lo sé —dijo Marion mirando fijamente al arroyo —, pero lo que sí sé es que los otros planean algo... algo que te afectará a ti y a toda tu familia.
Darcy palideció, y sintió un escalofrío por la espalda. De repente sentía ganas de correr y gritar. Ella podía soportar que le pasara cualquier cosa; todo lo malo del mundo. Pero si su familia, específicamente sus hermanos menores, se veían inmiscuidos en ese daño, Darcy no lo soportaba. Para ella su peor tortura era que sus hermanos sufrieran. Por eso había pasado su vida entera asegurándose de que Molly y Tom estuviesen bien; ellos eran el mundo de Darcy, y al escuchar que esos espectros planeaban dañar a sus hermanos... se sintió muy impotente.
Darcy vaciló, tratando de encontrar las palabras correctas para responder a Marion.
—¿Q... qué? ¿Qué se supone que es lo que planean? Se supone que ellos solo están interesados en mí.
—Al parecer no —contestó Marion—. Si no mal recuerdo, los oí hablar sobre una especie de ritual, algo en lo que sus almas por fin serán liberadas, pero para eso necesitan...
—Un sacrificio humano —intervino Darcy, mirando fijamente a una piedra cerca del arroyo, sintiendo su estómago revolverse—, o en este caso, sacrificios humanos.
Marion asintió con pesar.
—Debe haber algo. Alguna solución. No puedo dejar que dañen a mi familia. —dijo Darcy negando con la cabeza.
—Necesito saber específicamente qué es lo que planean. Debo saberlo. —suplicó Darcy, empezando a hiperventilarse.
—¿No sabes más del asunto? ¿Cuándo es que pasará todo eso? ¡Marion, dime, por favor!
—Trataré de conseguir más información —dijo Marion rápidamente, posando la mano en la rodilla de Darcy para calmarla—. Tan pronto como sepa algo, te diré, lo prometo.
El ceño fruncido de Darcy se aligeró un poco. Asintió con la cabeza y respiró hondo.
—Debería irme ya, ellos no saben que estoy aquí. —anunció Marion levantándose. Darcy también se levantó, quitándose hojas y ramas que se habían quedado en su falda.
—Un gusto conocerte, Darcy. —hizo un gesto con la cabeza y procedió a marcharse.
—Espera —la detuvo Darcy—, ¿puedo preguntarte algo?
—Por supuesto. —contestó Marion.
—Puedo saber... —Darcy se sentía insegura de preguntar; sentía que era algo muy personal, pero le pareció importante hacerlo—: ¿Quién lo hizo? Me refiero a... Ya sabes...
Marion la miró, quedándose en silencio por unos momentos.
—No recuerdo.
Darcy no dijo nada, al igual que Marion, y así como había aparecido momentos atrás, desapareció en un parpadeo. Darcy se quedó mirando el lugar, ahora vacío, como si esperase que volviera a aparecer.
Repentinamente, como una alarma, Darcy recordó lo que Marion le había advertido. Tenía que actuar, y rápido. Corrió dirigiéndose a su casa, pero se detuvo por unos segundos. Aunque todo lo que ocurrió con Marion parecía, y se sentía muy real, Darcy también sintió como si no hubiese sido real, lo que la llenó de temor. Temió que Marion fuera solo un producto de su imaginación, y que todo ese tiempo hubiese estado hablándole al aire, como una mujer a la que conoció una vez en un asilo, cuando todavía estudiaba en la universidad.