Capítulo 15

Darcy no durmió en toda la noche leyendo ese diario. El sueño llamaba a su puerta constantemente, pero era como si una ráfaga de electricidad hubiese corrido dentro de Darcy. Estaba fascinada con el diario; mucho de lo que Magaly relataba era cosas con las que Darcy se identificaba bastante. También porque contaba con muchos datos interesantes que Darcy no sabía del mundo de los espíritus. Pero no solo había datos sobre fantasmas, también había hechizos, pociones, y miles y miles de otras cosas que eran muy interesantes para Darcy.

Sin embargo, lo que más le llamó la atención, e incluso llegó a alterarla, fue un escrito en casi la mitad del diario que relataba así:

"Lección número 10: espíritus y cómo comunicarse con ellos.

He aprendido mucho estas últimas semanas. Ya estudié sobre hechizos, herbología, cristales, adivinación y muchas otras cosas que mis hermanas me han mostrado poco a poco. Ahora, nuevamente es momento de hablar del plano espiritual. No he dejado de pensar en lo fascinante que es este tema, y es en lo que más me he enfocado debido a mi facilidad para comunicarme con ellos, sin embargo, Amala me dijo que debía ser cautelosa si tomaba el camino de ser una médium.

Primero debía tener claro que no todos los espíritus son buenos, muchos de ellos tienen intenciones malignas, con las que debo protegerme lo mejor que pueda. Según tengo entendido, las brujas médium tienen la facilidad de comunicarse con espíritus de todo tipo, pero lo común es encontrarse con almas buenas que solo desean comunicarse con sus seres queridos, o que tal vez se encuentren atrapados en el plan espiritual por A o B motivo, y en ese caso, era mi deber ayudarlos a pasar al otro lado. Amala dijo que quedaba en mi decisión el ir más allá, y comunicarme con seres que no eran tan benevolentes. Esto podría servir para exorcismos, lo que ayudaría mucho a bastantes personas; o para limpiar una casa que estaba embrujada, pero no estoy segura de si quisiera enfrentarme a ese tipo de cosas. Solo sé que, si en algún momento llego a tener contacto involuntario con espíritus que intentan hacerme daño, es un claro mensaje de que algo anda mal. Eso es algo bastante serio y peligroso, tanto, que hasta mi vida podría estar en juego. Amala me dijo que, si eso me llegaba a pasar, debía avisarle lo antes posible para que así no ocurriese una tragedia, e intervinieran lo antes posible.

En cuanto tenga más información sobre este tema, lo escribiré al instante. Por ahora, eso es todo, querido o querida lectora."

Darcy no se había dado cuenta, pero estaba boquiabierta. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie la estuviera viendo. Quiso seguir leyendo y leyendo hasta saberlo todo, pero una voz extraña interrumpió su concentración. Escuchó un melodioso susurro que pronunciaba su nombre, haciéndose cada vez más fuerte. Darcy miró al rededor para ver si había alguien, pero no veía nada. Repentinamente, sintió una ligereza en su cuerpo, como si se hubiese dejado llevar por la corriente del mar, sintiendo sus parpados pesados y somnolientos. Su respiración se hacía cada vez más lenta.

De repente, la puerta se abrió y vio a su amiga Anya entrar; una chica de ojos pardos, rojos cabellos y tez clara. Darcy todavía se sentía un tanto fuera de sí, pero poco a poco recuperaba la energía para saludar a su amiga.

—¡Anya! Qué sorpresa, no creí que vendrías ahora. —le dijo Darcy gustosa.

—Quería darte una pequeña sorpresa. Además, deseaba verte desde hace mucho. Las demás chicas te extrañan. —contó Anya mostrando un puchero triste. Darcy le mostró una lánguida sonrisa.

—No me he sentido muy animada estos días, pero te prometo que empezaré a salir más seguido.

—Eso espero, Srta. O'Connor. —ambas chicas rieron, y por un momento, ninguna dijo nada.

—¿Qué es eso que lees, Darcy? —le preguntó Anya. Darcy miró brevemente al diario.

—Es un... bueno, es una antología de cuentos paranormales, me lo dio una amiga. —mintió Darcy, no tenía las ganas de explicar todo lo que conllevaba ese diario. Anya no le quitaba los ojos de encima.

—¿Puedo verlo?

Darcy no supo qué contestar, el diario era algo muy privado, algo que solo Darcy podía ver.

—Es que no... no creo que te vaya a gustar. —incluso Darcy se había regañado a sí misma por aquella pésima mentira.

—No seas bobita, me encanta tu gusto en lectura. —la halagó Anya de forma juguetona, pero Darcy frunció el ceño.

Su amiga Anya era una mujer muy inteligente, bastante estudiada, pero detestaba leer. No solo por lo que su padre le había inculcado sobre que las mujeres no debían leer, que era una pérdida de tiempo para ellas y que solo las hacía fantasear, sino porque también llegaba a ser muy dispersa y básicamente, leer no era uno de sus fuertes. Jamás le había pedido un libro a Darcy y nunca habían compartido sobre gustos en lectura, por lo que fue muy extraño el que haya hecho esa observación y su repentino interés por ese diario.

Toda la habitación comenzó a sentirse con un ambiente muy extraño, como si Darcy estuviese solo en una copia de su hogar. Vio a Anya, después al diario, y un sentimiento de alarma recorrió todo su cuerpo.

—Anya, ¿por qué no mejor vamos a hacer compras o alguna otra cosa que nos guste? —intervino Darcy, la estaba poniendo a prueba. Repentinamente, Anya fijó su mirada en Darcy; la miraba como si estuviese furiosa con ella, y entonces Darcy supo que algo no andaba bien.

El rostro de aquella mujer cambió de un momento a otro, soltando un grito ensordecedor que perturbaría hasta la persona más valiente. Sus ojos se tornaron de un color amarillo, llegando a un estado de putrefacción, ya no eran los ojos amigables que Darcy vio. Su piel se tornó gris y verdosa, y una marca amoratada en su cuello empezó a brotar. Su cabello dejó de verse radiante y cambió a una enredada maraña de pelo teñida de sangre en algunas partes.

Se lanzó hacia Darcy, alargando sus manos para llegar a su cuello; Darcy se defendió propiciándole una patada con ambas piernas. Tomó el diario y se levantó de su cama, corriendo hasta la puerta para poder salir.