—Déjame ver si entendí —dijo Magaly —, ¿te hiciste amiga de un fantasma que, en vez de matarte, quiere ayudarte y por eso está secuestrada? —analizó viendo a su alrededor. Se encontraban en el lago; el atardecer estaba cerca y se sentía una suave brisa que movía el cabello de Darcy y Magaly.
—Pues... resumiéndolo todo, sí; prácticamente fue así. —dijo Darcy
—No es que cuestione tus métodos, pero... ¿por qué es necesario estar en el lugar en donde la conocí? —añadió Darcy acomodándose su blusa azul.
—Normalmente la energía se concentra en los lugares en donde han aparecido —respondió Magaly—; además, este lugar es perfecto para lo que vamos a hacer. —afirmó.
—«Menos mal y no la conocí en el baño.» —pensó Darcy alzando las cejas. Se ajustó su cola de caballo y se acercó a Magaly.
—Entonces... ¿cómo hacemos esto?
—¿Quieres la explicación larga o corta? —dijo Magaly.
—Corta.
—Crearemos un portal que te enviará hacia donde se encuentre Marion, y no te mentiré: es posible que te encuentres con uno que otro obstáculo. —advirtió Magaly. Darcy sintió que le invadía un enorme sentimiento de aprensión. Con obstáculos, sabía que se refería a los fantasmas. Se preguntó a sí misma cómo es que sería capaz de lograrlo, pero luego, serenó su mente y se dijo a sí misma que podía hacerlo; además, nadie más que ella podía salvar a Marion.
—Está bien —dijo con una extraña combinación entre respiro y suspiro a la vez, asintiendo con la cabeza—. Puedo hacerlo... puedo hacer esto, ¿verdad? —miró a Magaly en busca de cualquier signo de aprobación o ánimo. Magaly la tomó de los hombros y la miró a los ojos.
—Estarás bien, nadie te hará daño —dijo con un tono alentador—. ¡Ah, cierto! Por poco y olvido esto. —Magaly sacó de su bolsa de cuero marrón una especie de palillo rectangular y un pequeño frasco que contenía tinta negra. Remojó el palillo en el frasco y le pidió a Darcy que le tendiera la mano. Darcy vaciló.
—¿Cuál de las dos?
—La que sea. —respondió con prisa. No quería que la tinta se seque. Darcy le dio la mano con la que escribía, que era la izquierda, y Magaly empezó a dibujar una figura que parecía una "Y" pero con una línea adicional al medio. Al terminar de dibujar la figura, Magaly guardó el palillo y el tintero en su bolsa.
—¿Qué es? —preguntó Darcy mirando a la extraña figura en su mano.
—Es un símbolo de protección. La runa Algiz. Los vikingos la utilizaban como escudo en sus batallas, y bueno, se extendió por todo el mundo. Te protegerá de cualquier cosa que te haga daño. Estarás segura con esto. —explicó Magaly con un tono tranquilizante y acogedor.
—Cool. —murmuró Darcy, mirando la runa con interés.
—Ahora —dijo Magaly—, tómame de las manos y tendrás que repetir exactamente lo que yo diga.
Darcy asintió, sintió un vacío en el estómago y tenía las manos sudorosas.
—No estés nerviosa; tranquila, tranquila. —dijo Magaly sacudiéndole levemente los brazos para que su estrés se esfumara. Le dijo que respirara hondo y Darcy la escuchó.
—¿Lista? —preguntó Magaly.
—Más que nunca. —respondió Darcy firme después de inspirar hondo.
—Cierra los ojos y no pienses en nada. Siente todo lo que está a tu alrededor y conecta con eso. —Magaly cerró sus ojos y Darcy la imitó.
—Espera. —interrumpió Darcy, Magaly abrió sus ojos.
—¿Qué ocurre?
—¿Cómo encontraré a Marion? —preguntó Darcy.
—Solamente susurra su nombre, lo demás déjamelo a mí. —explicó Magaly, Darcy asintió con la cabeza; su expresión todavía denotaba preocupación por más que intentara ocultarlo.
Ambas cerraron los ojos nuevamente, y tal como se le había indicado a Darcy, dejó su mente en blanco, y comenzó a respirar hondo. Sintió como la fría brisa recorría por todo su cuerpo y enfriaba sus mejillas y nariz. Respiró cada vez más hondo y escuchó el agua del arroyo correr y chocar con las piedras. Escuchaba las hojas secas caer y crujir, y a los pájaros silbando y emitiendo sus cantos.
Sintió como si estuviese cayendo en un profundo sueño, donde los sonidos de la naturaleza la arrullaban y la mecían.
—Ahora repite después de mí:
"Invoco a los espíritus protectores
De mí no se alejarán
Pido que me guíen con su luz
Para encontrar aquello que anhelo
Llévame, llévame donde mi deseo se encuentre
Ahora pido su permiso
Para entrar al territorio de los no vivos
Y poder salir con mi alma y cuerpo a salvo"
Darcy repitió cada palabra al pie de la letra, y al finalizar la oración, sintió la ausencia de Magaly y un despiadado frío invadió todo su cuerpo.
Al abrir los ojos, se encontró en un lugar parecido a un laberinto con paredes de concreto. Parecía como si fuese una construcción que nunca se pintó o se terminó. El lugar era grisáceo y parecía como si la lluvia estuviese a punto de atacar en cualquier momento. Se veía tan escalofriante como un cementerio a media noche, lleno de niebla e incertidumbre.
Miró a su alrededor, y empezó a caminar, todo era una infinitud de concreto y caminos sinuosos. Por más asustada que se sentía, no quería perder más tiempo. Cerró los ojos y dio un resoplido.
—Marion. —enunció, y su voz resonó en las paredes sin importar que solo haya sido un suave susurro. Sintió un extraño viento en su cara, y al abrir los ojos, vio una silueta recostada en un cuarto oscuro y lúgubre. No había nada; ni una cama, ni muebles, absolutamente nada; solo eran cuatro paredes grises y una silueta en el piso, pálida y temblando debido al insoportable y gélido clima.
Se acercó y vio que la silueta era Marion. Se veía en muy mal estado, y estaba inconsciente.
Aunque estaba dormida, las lágrimas brotaban por sus ojos y su rostro estaba lleno de angustia y dolor, como si estuviese atrapada en una eterna pesadilla. Darcy se acercó rápidamente y trató de despertar a Marion, sacudiéndola ligeramente. Al tocarla, sintió como si sus manos se hubiesen convertido en hielo por unos segundos. Estaba tan helada que todo el cuerpo de Darcy empezó a tiritar de solo estar cerca de Marion; sin embargo, se esforzaba por despertarla.