Ellos Quieren Venganza

Capítulo 21

—Debo irme ya, mi padre debe estar preguntándose dónde estoy. —dijo Holland dirigiéndose a la salida.

—En los brazos de una heredera. —Darcy se apoyó al marco de la puerta de forma seductora. Holland soltó una carcajada, y tomó a Darcy de la cintura.

—Qué afortunado soy. —ambos rieron, y Darcy le dio un último beso.

—Eso parece. Pero ahora debes irte. Vete ya.

Holland besó la frente de Darcy y comenzó a caminar por el pasillo.

—Deja la ventana abierta para la noche, pienso hacer una visita. —avisó Holland mientras se alejaba, hasta que desapareció del pasillo. Darcy cerró la puerta con una amplia sonrisa.

Corrió hasta su cama para dar un gritito de alegría, jamás se había sentido tan feliz en su vida.

Así pasó las últimas dos semanas, teniendo encuentros con Holland; ya sea en su habitación de noche, o en otros lugares. Para ella no importaba si los días eran grises y oscuros; o soleados y alegres con colores vibrantes. Podía ver la belleza en todo y esa felicidad se reflejaba también en su rostro. Sus hermanos se dieron cuenta y le preguntaron cuál era el motivo de tanta alegría desmesurada, y Darcy solo respondía que simplemente había sido un buen día para ella.

El último fin de semana, Darcy acordó tener una cita con Holland en el cine. Era el estreno de una película de terror que Holland se moría por ver, así que Darcy le propuso ir a verla juntos. Tuvo que crearse una tremenda excusa para poder salir en la noche. Le dijo a su hermana que, si sus padres preguntaban, ella había salido al cine con sus amigas Anya y Lana. Para su suerte, le creyeron el cuento.

—¿Estás segura que ese hombre lobo sobrevivió? —preguntó Holland al salir de la sala de cine, comiéndose las palomitas que quedaban del pequeño bote. Darcy también tomaba algunas de vez en cuando.

—¡Es más que obvio! Hicieron eso a propósito para tener una secuela. Te lo aseguro, Holl, en este mismo instante deben estar grabando la segunda parte. —respondió Darcy con entusiasmo, más del que ella había medido. Holland rio con ternura.

—Me gusta tu manera de observar las cosas. Ahora que lo pienso, no sería mala idea que hicieran una segunda parte. —observó dejando el bote de cartón, ahora vacío, en un basurero con el que se encontraron.

—Sería cool. Pero me gustaría que hubiera una protagonista femenina. Ya sabes, ya que Charlie murió... Me sorprendió que mataran al protagonista. —reflexionó Darcy, metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo café, mientras miraba al suelo, notó que pequeñas partículas de lo que antes eran vidrios rotos, lo hacían brillar.

—Hablando de sorpresas, me asombró que no te asustaste en toda la película. Enserio, ni siquiera te movías, eso me dio miedo. —dijo Holland en tono burlón, con una cara de sorpresa bastante caricaturizada y las manos puestas delante de él, como si estuviera tratando de detener algo. Darcy soltó una carcajada y le dijo a Holland que era un miedoso, pues la película no estaba tan aterradora.

—Vaya. No creí que tuvieras tanta tolerancia a las películas de terror. —dijo Holland con una especie de orgullo y admiración.

—Digamos que he visto peores películas. —mencionó Darcy, ocultando el hecho de que la protagonista de aquellas películas era ella misma.

—Es que —comenzó Holland, soltando una risa— no es justo, no tuve una excusa para poder abrazarte.

Darcy abrió la boca con sorpresa, lanzando una risa incrédula y moviendo las manos con frenesí.

—¡Eso es lo más cliché del universo, Holland Turner!

Holland terminó por lanzar una carcajada, intentaba excusarse, pero la risa lo invadía.

—Literalmente, si querías abrazarme, solo tenías que hacerlo. Digo, no es como que no hubieras hecho otras cosas mucho más explícitas que un abrazo a estas alturas... —insinuó Darcy arqueando las cejas y tomando una pose ligeramente seductora. Holland no pudo evitar sonreír, perplejo al darse cuenta que Darcy tenía razón. Acto seguido, ambos se carcajearon por unos cinco minutos al menos.

No obstante, así como Darcy se sentía en las nubes con su nueva relación, también sufría de una inquietud que en varias ocasiones no la dejaba dormir. Había pasado ya una semana desde que comenzó octubre, y en todo ese tiempo, no pudo encontrar ni una sola pista sobre el asesino; ninguna.

Había buscado en cada foro de internet, releído como loca los periódicos, buscado en cada libro que hable sobre el tema, e incluso fue a la policía y preguntó sobre el tema, excusándose con que estaba haciendo un reportaje del tema. Claro, el detective la miró dubitativo porque se le hacía raro que una mujer se dedicara al periodismo, ya que no había conocido a ninguna hasta el momento.

—«Si no fueran unos miedosos de que las mujeres seamos mejores que ustedes en lo que hacen, tal vez habrían más, señor detective.» —pensó Darcy para sus adentros, moría por decírselo en su cara.

Lamentablemente para Darcy, el detective le negó rotundamente cualquier información, excusándose de que todo era confidencial.

No importaba cuánto intentara, siempre volvía al mismo punto en el que se encontraba. Era muy frustrante; lo único que tenía era un cuaderno, un par de fotos de periódicos viejos, y, por lo visto, era con lo único que se quedaría; lo único que la acercaba en una mínima gota al autor de los asesinatos... a menos, que buscara ayuda. Darcy no había dicho una sola palabra de su investigación clandestina a Magaly o Marion; ambas estaban reacias a realizar el ritual, más por la seguridad de Darcy que nada, así que quería ahorrarse sermones por parte de sus dos amigas. Sin embargo, si quería salvar a Marion, tenía que actuar rápido, y no podía hacerlo sola. Faltaban semanas para que octubre acabase, y la única solución era ser honesta con Magaly y convencerla de realizar el ritual.

Esa tarde, antes de visitar a Magaly, Darcy tuvo que bajar al sótano para encontrar una peineta vieja que había usado Edith en su boda. La mujer había buscado por todas partes aquel objeto, y se obsesionó con encontrarlo, así que mientras buscaba fútilmente en su habitación, Edith le pidió a Darcy si podía bajar al sótano y buscarlo allí. Sin embargo, a pesar de que Darcy aceptó, no estaba muy gustosa de bajar al sótano. La razón era simple: le generaba escalofríos y malos recuerdos.



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En el texto hay: fantasmas, amor, horror y suspenso

Editado: 19.07.2024

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