Darcy se despertó con la sensación de que su cabeza estaba a punto de explotar. Se encontraba en su habitación; el lugar estaba claro, parecía ser de mañana. Darcy se preguntó cuánto tiempo había permanecido inconsciente.
Se enderezó lentamente de la cama. Notó que algo sobresalía de su bolsillo y vio que era la tarjeta que había venido en el regalo de Edmund. Recordó entonces porqué la había guardado. Fue a su mesita de noche y abrió el primer cajón, allí se encontraba el misterioso cuaderno que tenía escrito los nombres y las fortunas correspondientes de cada una de las víctimas. Levantó la tarjeta y la puso a lado del cuaderno, y pudo confirmar que sus sospechas eran ciertas. La letra era exactamente la misma, no cabía ni siquiera la más mínima duda. Sintió como el estómago se le revolvía. No entendía cómo era posible, ni siquiera sabía cómo explicárselo a sí misma.
Escuchó la puerta abrirse; Darcy puso el cuaderno de vuelta en el cajón y lo cerró con tal velocidad, que estuvo a punto de remorderse los dedos. Giró con el corazón latiéndole fuertemente y las mejillas rojas. Solo era su madre, que extrañamente parecía tener una expresión de alivio en su cara al ver que su hija había despertado.
—Vaya Darcy, cuando te quedas inconsciente, en verdad lo haces. Dormiste todo el día, es miércoles. —dijo Edith con una expresión relajada. Había algo diferente en su rostro, se veía feliz.
—¿Te sientes bien? —preguntó Edith sentándose en la cama; Darcy notó que detrás de su madre, estaba Marion, y se veía muy alarmada—. Edmund me contó que de un momento para otro te desvaneciste, pienso llamar al Dr. Shelkstrope para asegurarnos de que todo esté bien, no es normal tantos episodios de desmayos.
El Dr. Shelkstrop era un médico que Darcy conocía de toda la vida, y sus padres siempre acudían a él cuando ellos o sus hijos daban señales preocupantes de que su salud no se encontraba bien.
Darcy jamás había visto tanta ligereza en su madre. Parecía incluso más joven así. No sabía si era porque faltaba poco para la boda, o porque talvez Edmund le contó que Darcy había recibido muy bien su regalo. Cualquiera que fuera el motivo, a Darcy le extrañaba mucho, además del hecho de que la trataba diferente, parecía incluso haber olvidado que su hija tenía una relación prohibida con el hijo del nuevo mayordomo.
Darcy le echó un vistazo a Marion, quien se veía igual de extrañada (y extrañamente atemorizada) que ella. Intentó actuar normal y se sentó a lado de su madre.
—Estoy bien, mamá; no creo que sea necesario llamar a ningún doctor.
Su madre la miró escéptica.
—Últimamente me he descuidado con la comida... no he comido mucho que digamos. Tal vez fue eso; seré más cuidadosa la próxima. —Darcy no sabía cómo comportarse, ni sabía qué decir. Su voz era monótona, era como si estuviese apagada y demasiado cansada.
Su madre la observó, intentando descifrar si Darcy decía la verdad.
Por primera vez en su vida, Darcy sintió lástima por su madre. Bueno, siempre la había sentido en el fondo, pues, aunque su madre no lo dijera, Darcy sabía que Edith no había vivido la vida que en verdad había querido vivir. Pero ahora solo le dolía el hecho de que, por lo poco que sabía, Edmund había sido un muy buen amigo tanto para Marlon como para Edith. Se conocían desde que tenían más o menos la edad de Darcy, y se notaba que Edith apreciaba mucho a Edmund, ¿cómo iba a explicarle tan horrible noticia?
—Ambas sabemos que eso no es verdad. —atajó Edith, mirando de una forma tan maternal a Darcy, que se sentía extraño.
Tenía que decirle, tenía que advertirle. Tal vez no era la mejor madre que se podría pedir, pero era lo que tenía, y ella, al igual que su padre, corrían peligro. Intentaba encontrar las palabras correctas, de suavizar el golpe, pero ¿cómo podías suavizar algo como eso?
—Darcy. —la llamó Marion.
Darcy la ignoró. Tenía que pensar.
—Darcy tienes que saber algo...
Darcy le dedicó a Marion una mirada de "ahora no" de forma disimulada y miró con piedad a su madre.
—Mamá, hay algo que tengo... no, es algo que debo decirte. —sus manos empezaron a temblar, y les rogó a todos los dioses para que su nariz no empezara a sangrar nuevamente. Edith la miró confundida. Darcy respiró hondo para no llegar al nivel de estrés en el que había estado anteriormente.
—Hace unos meses yo encontré un...
Se escuchó un estruendo proveniente del closet que hizo que ambas, sobresaltadas, voltearan a mirar allá, y luego escucharon como un cajón se abrió.
Darcy volteó y vio su mesita de noche: el cajón en el que estaba el cuaderno se encontraba abierto y vacío. Edith se levantó a echar un vistazo a la mesita de noche, Darcy buscó disimuladamente con la mirada a Marion, pero no estaba ahí. Era más que obvio que había sido ella la que ocasionó aquel alboroto, se estaba comportando muy extraño, ¿por qué razón no quisiera que Edith supiera sobre el cuaderno?, ¿o sobre los asesinatos? Era necesario que ella supiera.
A menos que...
Darcy observó a su madre, que miraba confundida al cajón, rebuscando para saber qué fue lo que hizo que se abriera. Siguió observándola. Marion le había dicho que tenía que saber algo; si Marion no quería que Edith viera el cuaderno, si no quería que supiese en lo que Darcy estaba metida...
"Conozco este lugar mucho antes que usted. No puedo decirle mucho, pero este lugar esconde secretos...", la voz de Willfred resonó en su cabeza. Había dicho aquellas palabras la noche en que Darcy tuvo una visión por primera vez.
"Nunca me lastimé a mí misma, pero...", aquella frase apareció en la mente de Darcy. Se lo había dicho su madre cuando supuestamente Darcy se había auto flagelado.
No.
"Esconde el lado más oscuro de muchas personas. Personas que no creería que son capaces de cometer actos tan atroces...", la voz de Willfred nuevamente.
No...