Capítulo 26

La cabeza de Darcy daba vueltas por todas partes. Sentía que su cuerpo estaba en una superficie dura y fría. Todo el lugar olía a humedad y hacía temblar de frío a Darcy.

Su visión seguía borrosa, así que se frotó los ojos para espabilarse un poco. Cuando su visión mejoró, vio a una figura borrosa al otro lado de lo que parecía un sótano; era una persona, y se veía bastante herida, su camisa estaba bañada en sangre, al igual que su hombro. Su cara no se veía nada bien, tenía moretones en varios lugares y sangre en la nariz, frente, ceja y labios. Un sentimiento de horror invadió su cuerpo al darse cuenta que esa persona era Holland. Gimió espantada y corrió hacia él.

—¡Holland! —cuando llegó a él, tomó su rostro con sus manos, Holland lanzó un quejido de dolor— ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Qué...? —la voz de Darcy sonaba temblorosa, y sintió como se formaba un nudo en su garganta.

—No..., debes irte...

—¿Qué?

—Él está aquí... no quiero que te haga daño... —la voz de Holland apenas se escuchaba, cada que hablaba parecía morir de dolor.

Darcy se quedó helada, recordando lo que le había pasado momentos antes de quedarse inconsciente. Escuchó unos pasos bajando las escaleras, Darcy se volteó, y vio el engreído rostro de Edmund.

—Veo que despertaste, linda —observó Edmund fingiendo un tono dulce—. No te preocupes por él, va a estar bien... en lo que cabe.

Darcy pudo notar que Edmund traía un arma. Rodeó a Holland con su brazo, y con el otro, atrajo su rostro para que descansara en su hombro. Holland tosió un poco al moverse. Darcy acarició su rostro.

—¿Cómo nos encontraste? —quiso saber Darcy. Su tono no mostraba ningún tipo de cortesía, el odio la invadía.

—Fue fácil, solo seguí tus lindas huellitas de mocosa escurridiza y te encontré, ¿crees que no he seguido a otras personas antes? —inquirió Edmund al final, con una risa burlona. Darcy respiraba hondo, conteniéndose para no correr a él y estrangularlo.

—¡Vete a la mierda, Edmund! —exclamó Darcy, Holland puso una mano temblorosa en el brazo de Darcy. Edmund rio, sacó el arma que llevaba y los apuntó a ambos. Holland jadeó, y se movió.

—Darcy...

—No, Holland, sé que no es capaz de hacerme nada. —aseguró Darcy con aire desafiante; Holland tosió, Darcy podía sentir su desesperación.

—¿Quieres verlo? —replicó Edmund—, te daré hasta tres para que te apartes de ese idiota: uno...

Darcy no se movió.

—Dos...

Darcy dejó a Holland, y se acercó decidida hacia Edmund. Tomó el cañón de la pistola y lo puso directo en su cabeza.

—¡Vamos, dispara! —gritó Darcy. El rostro de Edmund cambió, parecía impresionado, pero no lo dejó ver por mucho tiempo.

—¡Darcy, no hagas una estupidez! —gritó Holland con todas las fuerzas que podía, Darcy rio con burla hacia Edmund.

—Él no hará nada, después de todo, soy su prometida, ¿no? ¿Verdad que no lo harás? —le dijo a Edmund con un tono mordaz.

—¡QUÉ ES LO QUE HACES! —gritó Holland desesperado.

—¡Vamos, imbécil!, ¡que no te tiemble la mano! Quiero ver qué tan valiente...

El arma de Edmund golpeó a Darcy en el rostro. Fue tanta su fuerza, que la tiró al suelo. Darcy se tocó el rostro, adolorida, y miró a Edmund con furia. Holland quiso acercarse a Darcy, pero Edmund la tomó del cabello, haciéndola mascullar del dolor, y la llevó hacia él.

—Odio a las mujeres ruidosas. —espetó Edmund tomándola con fuerza de la mandíbula, Darcy sentía que Edmund podría rompérsela en cualquier segundo.

—Y tú quédate quieto o enserio habrá graves consecuencias. —amenazó Edmund a Holland, aunque Darcy creyó que era inútil pedirle eso, pues Edmund se había encargado de dejarlo tan mal que apenas podía moverse.

Edmund miró a Darcy y le recogió un mechón de cabello, Darcy apartó el rostro bruscamente.

—Tienes razón, nunca podría hacerte daño —admitió Edmund suavemente, y entonces el arma dejó de apuntarla para apuntar a Holland—; pero a él —rio—, créeme que no sentiría ningún remordimiento.

Los ojos de Darcy se llenaron de lágrimas de rabia. Edmund la lanzó al piso y tomó a Holland para apuntarlo con el arma; Holland se había quejado de dolor cuando Edmund lo levantó.

—Muévete. Acércate a él y su cabeza vuela.

El corazón de Darcy galopaba, lo único que hizo fue levantarse y quedarse quieta. Edmund guardó su arma y sacó una navaja.

—Hazle daño y te juro que soy capaz de asesinarte. —amenazó Darcy con los labios temblorosos.

—¿De veras? —inquirió Edmund, y entonces pasó la navaja por el pecho de Holland, dándole una profunda cortada. Holland gritó de dolor y Darcy cubrió su boca con sus manos.

—¡BASTA! ¡POR FAVOR DEJALO! —suplicó Darcy acercándose a Edmund. El hombre dejó a Holland en el suelo y la tomó del cuello; la lanzó al suelo para alejarla lo suficiente de Holland. Edmund fue hacia Holland, y comenzó a golpearlo en la cara; Holland daba alaridos de dolor, ya no podía más.

—¡¿QUIERES SEGUIR CON ÉL?! —Edmund golpeó a Holland—, ¡¿EN VERDAD LO AMAS?! —lo golpeó nuevamente, la sangre de Holland comenzaba a pintar los nudillos de Edmund— ¡ENTONCES LA MUERTE ES LO QUE LE ESPERA! —sacó el arma y apuntó a Holland, dispuesto a dispararle.

—¡ESPERA! —gritó Darcy desesperada, Edmund la miró y fingió interés.

—¿Sí, Darcy?

—No le hagas daño, por favor, te lo suplico... —Darcy soltó un sollozo de forma involuntaria, no quería verse débil ante Edmund, pero no podía evitar sentirse destrozada al ver sufrir a Holland—, haré lo que sea, en verdad.

Edmund formó una sonrisa de suficiencia, Holland murmuró varias veces un «no».

—¿De veras? ¿Cómo qué? —quiso saber Edmund, alejó el arma de Holland y miró a Darcy, ahora con sincero interés. Darcy sintió un alivio tremendo cuando el arma se alejó de Holland.

Se quedó en silencio un rato, no quería hacerlo, pero no tenía otra opción, era su decisión o la vida de Holland.

—Seré tu esposa... con la condición de que lo dejes en paz —se limpió las lágrimas de forma agresiva—, no volveré a acercarme a él, lo prometo, solo... no lo lastimes.