—Bien, de acuerdo —convino Holland—. Deberíamos... ¿turnarnos?
Darcy soltó una risita.
—Creo que sí... ¿quién empieza? —preguntó Darcy.
Los ojos de Holland de repente dejaron de verse nerviosos, y cambiaron a un estado de vulnerabilidad; una vulnerabilidad que Darcy nunca había visto en él, ni siquiera cuando hablaba de su madre. Muchas veces, en todas las conversaciones que Darcy había tenido con él, Holland hablaba de sus malas experiencias como algo que ya no le afectaba, como si todo estuviera bien, y era como si esa mirada, esa sincera, franca y vulnerable mirada dejaba ver todo el dolor que la mayoría de veces ocultaba.
Se quedó en silencio por unos segundos, y en muy bajo tono de voz, dijo:
—Te oí gritar —su mandíbula se tensó al decirlo, y Darcy, al escuchar esas palabras, se quedó congelada—. Cuando Edmund me había disparado y te hizo creer que yo... había muerto. —murmuró al final.
—Creo que ha sido una de las cosas más devastadoras que he escuchado. Y yo solo... solo quería correr hacia ti y protegerte... y no podía... —su voz se quebró al final y sus ojos se enrojecieron—; me dolía tanto el cuerpo que fue como si algo... se hubiera paralizado en mí... y me odié por no poder ayudarte —desvió la mirada y tomó aire, le tomaba mucho esfuerzo no quebrarse ahí mismo—. Solo estaba en el suelo, imaginando todo lo que él era capaz de hacerte y sentía que todo estaba perdido.
Darcy pudo notar que los ojos de Holland ahora estaban llenos de lágrimas, al igual que los de ella.
—La noche que me dijiste que estabas enamorada de mí, la primera noche que dijiste que me amabas —recordó afectuosamente—, esa noche había tenido un sueño... y todo lo que pasó en la casa, había pasado de forma exacta en mi sueño. A ti te hacían daño y yo era incapaz de protegerte —su voz se llenó de impotencia—, y antes de eso, ya había tenido sueños parecidos a ese. Y si lo que Magaly dice es cierto, significa que cada vez que te hagan daño yo no podré protegerte... y no es justo.
Darcy no sabía qué decir, sentía que si llegaba a decir una palabra se ahogaría en lágrimas.
—Yo... —Holland se limpió las lágrimas— cuando desperté al escuchar tu voz, sabiendo lo que tuviste que hacer para escapar de Edmund... me sentí... aterrado.
El corazón de Darcy se detuvo en ese momento.
—No por ti... bueno... sí por ti, pero no de la manera en la que te imaginas —trató de explicarse Holland—. No era un aterrado de tenerte miedo sino... un aterrado por lo que tuviste que pasar... lo que ese mal nacido tuvo que hacerte como para que tomaras esa decisión —se quedó en silencio—. Y te juro que daría hasta mi vida para que no hubiese sido así... para que fuera yo el que hubiese tomado esa decisión y no tú... tú no merecías pasar por eso... por nada de esto. —apenas era capaz de contener las lágrimas. Darcy solo quería abrazarlo en ese momento.
—Holl... —dijo Darcy con voz temblorosa.
—Darcy... —Holland tomó su mano y la apretó contra su pecho delicadamente—, sé que quieres proteger a todos, que no soportarías perdernos, pero... no por eso, tienes que dejar de protegerte a ti.
Darcy lo miró, sintiendo como todo su cuerpo se debilitaba, y el nudo en su garganta se hacía más grande.
—Lo que trato de decir, es que no tienes por qué hacerlo todo sola... esa ya no es tu vida —dijo Holland mirando a Darcy afectuosamente—; yo estoy aquí para ayudarte... para protegerte todo lo que pueda, tú no estás sola, ¿sí?
Al escuchar esas palabras, al escuchar el dulce y protector tono de Holland, tomándole de la mano y acariciándola, sintió demasiadas ganas de llorar. Sintió que apenas podría articular una sola palabra, y lo único que quería hacer, era lanzarse a los brazos de Holland y llorar. No sentía que él fuera real, sentía que él solo era parte de su imaginación para apaciguar el tremendo dolor que sentía por su soledad. Y si él no era real, entonces quería echarse a sus brazos y sentirse consolada hasta volver a la realidad, necesitaba sentir unos brazos que la amaran y la protegieran. Pero él era real, de alguna forma, él era real, y amaba a Darcy con toda su alma, sin importar qué. La amaba por todas sus virtudes, e incluso amaba las cosas no muy virtuosas en ella, ¿cómo es que Holland podría ser parte de su imaginación si su amor se sentía tan real?
Darcy intentó calmarse y no desbordarse en lágrimas. Tomó aire para tranquilizarse, y soltando lentamente la mano de Holland, comenzó a hablar:
—No he podido dejar de sentir... desde que yo... lo que pasó con Edmund... —cerró los ojos al ver las imágenes de Edmund sin vida, con el cuello cortado y sangrando—; no he podido dejar de sentir... que soy igual a ellos... a mis padres —comenzaron a temblarle las manos—. Siento que soy una persona horrible... con malos sentimientos... que no le importa nada más que ella misma —ahora las lágrimas se desbordaban de su rostro, aunque quisiera mantenerse al ras—. Me sentía tan enojada por todo lo que él me había hecho y por haberme alejado de ti que... —tomó una pausa, no quería revivir aquella horrible sensación de soledad, pero ahí estaba, acechándola y atrapándola una y otra vez, sintiendo que el tener a Holland con ella era un simple sueño, una negoción rotunda a su muerte.
—Créeme que cuando pensé que te perdí para siempre, yo solo... —pasó sus manos por su rostro, nuevamente el sonido del disparo retumbó en su cabeza—, no podía creerlo. Me sentí tan sola... tan aterrada..., me dolía tanto haberte perdido que por un segundo creí que moriría también. Me dejé llevar por todos esos sentimientos de ira y odio, y... acabé con su vida; ¡Dios!, ¿qué clase de persona hace eso?
Se secó las lágrimas y se sorbió la nariz. Resopló con pesar.
—Y no sé, yo... he tratado de convencerme de que no es algo que yo hubiera hecho en una situación normal..., que jamás lastimaría a nadie, pero... cuando vi que Molly me vio de la misma forma en la que yo vi a Edith cuando me enteré de todo lo que había hecho... no hubo nada que me convenciera de lo contrario. —su voz sonó débil al final, ya no le importaba mantenerse tranquila, solo deseaba liberarse de todo lo que sentía. Los sollozos y el llanto la dominaron por completo. Holland la miró de forma compasiva. Pasó sus manos por su cintura y su pierna para acercarla delicadamente hacia él; la mano que estaba en su pierna, ahora tomaba suavemente el rostro de Darcy para dirigir su mirada a él.