Unas manos gélidas apresaron a Darcy de los hombros y la comenzaron a arrastrar por la casa. Darcy empezó a moverse bruscamente para poder soltarse y, para su suerte, logró hacerlo. Se escabulló y se ocultó debajo del desayunador. Intentó aclarar su mente, se obligó a mantenerse calmada; tenía que estarlo si quería salir de allí. Esperó a que algún fantasma la atacara, la arrastrara de los pies y empezara nuevamente la lucha, pero no fue así, solo se creó un silencio sepulcral.
Se quedó oculta en el desayunador, debatiéndose entre salir o no.
El silencio era aún peor que tener a los diez fantasmas revoloteando encima de ella; no sabía qué esperar, sentía que en cualquier momento algo terrible pasaría, y se sentía tan asustada, que sabía que lo hacían a propósito.
Sin embargo, antes de que siquiera pudiese moverse de su escondite, el fantasma de Alicia Wolstencraft traspasó la pared de la cocina; Darcy se movió instintivamente, pero fue un acto fútil, ya que Alicia hizo levitar el cuerpo de Darcy y lo impactó contra la pared del pasillo. De por sí el golpe en su espalda dificultó que sus pulmones pudieran recibir aire normalmente, y como si no hubiese sido suficiente, Alicia fue hacia ella y comenzó a estrangularla. Darcy gritó en un vano intento para poder respirar, y sumándole a eso, la chica se encontraba completamente inmovilizada; no podía mover ni un solo músculo por más que hubiese querido.
—De verdad eres una niña ilusa. —afirmó Alicia riendo de forma siniestra.
—¡Por qué no lo entienden! —masculló Darcy—, ¡lo único que quiero es ayudarlos! —gritó con hartazgo, queriendo soltarse de Alicia.
—Y nosotros solo queríamos vivir —le contestó Alicia fríamente—, pero así son las cosas ¿no, Darcy? No siempre podemos obtener lo que queremos. —le dijo acercando su rostro al de Darcy, ahorcándola con más fuerza. Darcy masculló de dolor, y aunque deseaba mantenerse tranquila, la desesperación de no poder respirar ni de defenderse se apoderaba de ella poco a poco.
—Pero tú... tú dices sufrir tanto como nosotros, ¡pero lo tienes todo! —vociferó Alicia con lágrimas de furia en sus ojos—, ¡tienes amor!, ¡TIENES VIDA!, ¡Y ESO NO ES JUSTO! —gritó al final con una desgarradora voz. Darcy cerró los ojos, sentía que moriría asfixiada en cualquier momento. Alicia soltó su cuello y la lanzó al suelo con fuerza; Darcy tosía mientras el aire volvía a ella.
Alicia flotó hacia ella como una ráfaga; Darcy reunió todas sus fuerzas para levantarse y correr hacia la habitación de Magaly antes de que la alcanzara. Cerró la puerta con llave, pero al darse la vuelta, no era la habitación de su amiga en la que se encontraba. Estaba en un lugar oscuro, frío, y muy silencioso. Era tan grande, que se podía escuchar el eco de su propia respiración por todas partes.
Darcy miró a los lados, y comenzó a caminar. No había puertas o ventanas, solo era un vacío interminable. Se sobresaltó cuando una intensa luz se posó en ella, y segundos después, se iluminó un camino que llevaba a un espejo grande y ancho, parecía ese tipo de espejos antiguos que solo usaba la realeza.
Se acercó sigilosamente al objeto, y en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, lo que vio la dejó perpleja. El espejo no reflejaba a Darcy, sino que proyectaba varias escenas de algo muy peculiar, como en una película. Aquellas escenas mostraban a Marion, una Marion diferente, muy vivaz y llena de color. Traía un vestido blanco de manga larga, su cabello estaba relucientemente peinado y decorado con una diadema llena de flores blancas y pequeñas. Se veía hermosa, perfecta, y se encontraba muy emocionada. En un santiamén, el espejo no era lo único que se iluminaba, ahora todo el lugar, que estaba repleto de espejos por todas partes, lo estaba. El cuarto era enorme, y las paredes, los pasillos y hasta el techo estaban cubiertos por espejos. Darcy vio a su alrededor, asombrada por el lugar, sin embargo, la imagen de Marion se estaba robando toda su atención.
Se estaba acercando a alguien, sus ojos brillaban, su sonrisa resplandecía, y Darcy sabía que esas eran las señales de una chica perdidamente enamorada.
—¿Qué tal me veo? —preguntó Marion en un tono coqueto.
—Simplemente espectacular.
Esa voz...
Aquella voz hizo que la sangre de Darcy se helara por completo.
—Mientes. —replicó Marion reprimiendo una sonrisa.
—Sabes que yo no miento, querida; te ves tan hermosa como una flor. —insistió Edmund colocando sus garras encima de Marion para acercarla a él y besarla. A Darcy le pareció una escena repugnante.
—No... —susurró Darcy, como si le pudiese enviar una advertencia a la Marion del pasado.
—Será mejor que nos apresuremos, no quisiéramos llegar tarde a nuestra propia boda. —le dijo Edmund a Marion con una encantadora sonrisa, tomándola de la mano para dirigirla a la salida de la casa, que por lo que Darcy pudo ver, se veía muy avanzada con todas sus remodelaciones.
Era horrible, daba asco lo bueno que era Edmund en fingir tanto amor por Marion. Si Darcy no lo hubiese conocido, y no habría sabido de sus intenciones, hubiera dicho que Edmund era el hombre más enamorado de todos, y se sentiría tan feliz por Marion... y así era como se sentían muchas de las amigas de Marion en ese entonces.
El espejo reflejó a Darcy por unos segundos, proyectando después una nueva escena, pero esta vez, no era una agradable.
Marion corría por toda la casa, estaba más asustada que nunca, y lloraba como una niña pequeña. Pero lo que más impactó a Darcy, era cómo se veía; todas las cortadas que tenía en el rostro, parecía que la habían golpeado varias veces, y su ropa estaba rasgada por todas partes. Su cuerpo también tenía sangre, y su cabello estaba enmarañado y descuidado; el contraste que tenía a como se veía anteriormente era devastador.
Edmund la atrapó, como a una presa a punto de ser devorada. Marion lanzó un chillido desesperado.
—¡Por favor! Juro que no diré nada, ¡les daré todo! Pero... por favor... ¡SE LOS SUPLICO! ¡No me hagan daño! —suplicó Marion entre sollozos y lágrimas. Edmund simplemente rio.