—¡Molly! ¡Tom! ¿Pueden oírme? —dijo Darcy desesperada, golpeando la puerta frenéticamente y por más que lo intentó, no pudo abrirla. No había una sola respuesta, Darcy incluso llegó a sentir que ya ni siquiera estaban en la habitación.
—¡Chicos! ¡Por favor, respondan! —suplicó Darcy. Marion ya había intentado abrirla de todas las formas posibles, al igual que Holland, pero nada funcionaba.
—¿Dónde están...? —se preguntó Darcy quebrándosele la voz; sabía que no debía dejarlos solos, no debió traerlos con ella. Seguramente ya estaban muertos y todo era su culpa.
—Darcy, no te precipites, seguramente... —la tranquilizadora voz de Magaly se esfumó como si un tren atropellara a Darcy.
Ella sintió una ráfaga de viento extremadamente fuerte levantarla por los aires. Pegó un grito al sentir como si estuviera cayendo de un precipicio, y lo próximo que sintió, fue el impacto con la dura y fría pared de la habitación en la que se encontraba Marlon, cayendo estrepitosamente al suelo en cuestión de nada.
No sabía cómo llegó ahí, pero eso no le importaba, el dolor que sentía en su cuerpo era insoportable. Su ceja se había abierto en el golpe, dejando salir un río de sangre, su nariz también escurría sangre sin parar. Pero lo que en verdad estaba matando a Darcy, era un incesante dolor en su hombro; de tan solo moverlo un poco, sentía como todos sus nervios se crispaban. Sin embargo, no emitió ningún sonido, solo daba respiraciones entrecortadas mientras intentaba enderezarse del suelo. En cuanto hizo presión con su hombro izquierdo en el suelo, dejó salir un quejido de dolor y se sostuvo con su otro brazo. El dolor no la dejaba respirar normalmente, y no sabía cómo no había quedado noqueada por ese impacto. Volteó su cabeza para ver a su padre, y su respiración se entrecortó aún más al darse cuenta que él ya no estaba ahí.
Todo se tornó más oscuro de un momento a otro.
El frío dominó cada rincón de la casa como si fuese una helada y lúgubre morgue.
La luna salía de su escondite como cada noche usual.
Pero esta noche no era usual. Esta noche, el cielo dominado por las estrellas estaba pintado de rojo. Darcy volteó su mirada hacia la ventana; la luna tenía un extraño efecto en ella, como si todas las estrellas estuvieran echándole baldes de sangre hasta que no quedara una sola gota de su blanquecino color.
Darcy sintió una extraña textura en el suelo. Al ver qué era lo que tocaba, se dio cuenta que el suelo de madera se convirtió en tierra. Darcy miró el suelo, consternada; todo lo demás se veía normal, solamente el suelo se había convertido en tierra.
Sintió el suelo moverse, y poco después, vio que la tierra se resbalaba rápidamente a un vacío arrastrando a Darcy. Ella intentó subirse o sostenerse de algo, pero ni la corriente, ni su adolorido hombro ayudaron.
Al caer, el montón de tierra que había resbalado de la habitación casi aplasta a Darcy, pero ella la esquivó echándose para atrás. El lugar en el que cayó era muy extraño y era bastante estrecho, tanto, que Darcy no podía levantarse, solo podía gatear. El suelo seguía siendo de tierra, pero el techo, extrañamente, era como un piso de madera.
—¿Holland...? —lo llamó Darcy buscándolo con la mirada; su voz sonaba con un efecto de exagerado eco, como si estuviese en una enorme iglesia—, ¿Maggie...? ¡Marion! —tristemente, como ella lo esperaba, nadie contestó.
Una figura recostada estaba a lado de Darcy; ella se volteó para ver que era, y con la poca iluminación de la roja luna, pudo ver que era un cadáver. El desagradable olor a muerto invadió todo el lugar. Darcy dio un grito por la impresión, pero al ver que no se levantaba ni trataba de hacerle daño, se tranquilizó un poco. Solamente contempló al cadáver, parecía ser una mujer.
El cabello era casi inexistente, pero notó que era de un color rubio cenizo. Por la estructura de sus huesos, Darcy pudo ver que sus facciones eran largas y delicadas a la vez. Se le hacía conocido el rostro, y tras examinar sus raídas vestimentas, se dio cuenta de que el cadáver pertenecía a Alicia Wolstencraft. Nunca la había visto así... era espantoso y muy doloroso.
El cadáver comenzó a moverse, y abrió la boca ampliamente hasta que su mandíbula se dislocó; dejó salir un agudo y horrible grito. Darcy se sobresaltó y se cubrió los oídos. Comenzó a gatear para salir de ahí, pero Alicia la tomó del tobillo y comenzó a arrastrarla hacia atrás. Darcy intentaba liberarse de ella, pero era inútil.
—Te dije... que vendríamos por ti... —le susurró Alicia en un tono lúgubre. El cadáver dejó de arrastrarla, Darcy se quedó recostada con la respiración agitada, sintiéndose bastante sola y asustada. Se preguntó en dónde demonios estaba, hasta que la visión de los diez cadáveres rodeándola la hizo caer en cuenta.
Estaba debajo de la casa, en donde sus nefastos y horribles padres habían enterrado a todos. Los cadáveres se acercaban con rapidez a ella; tenía que buscar una manera de escapar antes de que fuera demasiado tarde. Por un momento, se quedó congelada sin saber qué hacer.
Intentó respirar hondo a pesar del poco oxígeno que había en el lugar, y se dijo que por más aterrador que fuera ese momento, no estaba muy alejado a las cosas que le habían pasado anteriormente. Esto solo era otra visión para asustarla y amenazarla, nada de lo que pasaba era real.
Se armó de valor y pasó sobre todos los cadáveres, siendo cautelosa con su hombro lesionado. Pasaba apresurada con los ojos cerrados, y por más que quisieron atraparla y arrastrarla, ella se dio los modos para que la dejaran en paz, ya sea siguiendo con su camino o dando golpes y patadas a diestra y siniestra.
El oxígeno era cada vez menor debido al encierro; no veía una salida. Todo era oscuro, lleno de insectos y suciedad, con un molesto y pesado calor. Intentó golpear las tablas del piso (que hacía de techo en ese momento) para ver si había alguna que esté floja, pero ninguna cedió.