Darcy caminaba por el pasillo meditabunda, dirigiéndose al vestíbulo, con la mirada perdida, y los ojos irritados de tanto llorar.
Al llegar, se apoyó al barandal y se dejó caer al suelo. Nunca en su vida se había sentido tan exhausta; jamás había deseado que algo se acabase tan fuerte como deseaba que acabara esa noche. Pero al ver por la ventana de la pared a la luna, deseó que no acabara tan pronto. La luna ya no estaba completamente roja; ahora una pequeña parte de ella se mostraba blanca y brillante, amenazando que el tiempo se acababa.
Darcy se levantó, tomando fuerzas una vez más, y pidiéndole a Magaly que la ayudara a sobrellevar toda esta locura.
Echó un vistazo al frasco que estaba lleno hasta la mitad de la sangre de la difunta Edith O'Connor. El frasco estaba con su tapa de color negro, asegurada con un pedazo de la manga de Darcy, que cortó con ayuda de la navaja. Vio algo peculiar en el frasco, la sangre se movía de un lado a otro, y pronto, sintió cómo la casa entera temblaba cual si fuera un terremoto. El suelo comenzó a trizarse, escombros y pedazos de la casa comenzaron a caer sin cesar. El suelo comenzó a partirse, y Darcy, tambaleante, corrió a la salida antes de que todo se derrumbara en ella.
Estando a pocos centímetros de la puerta, Darcy tropezó con el pedazo de un mueble, y cayó al suelo. Toda ella sintió su corazón caer cuando recordó que tenía el frasco en su mano, pero para su suerte, pudo resistir el golpe de la caída, amortiguado por su mano. Se levantó lo más rápido que pudo, y salió de la casa a todo vapor.
Corrió hasta estar al menos diez metros lejos del lugar, y volteó anonadada al escuchar la casa crujir, los vidrios romperse, y desmoronarse por completo. Darcy lo vio todo con asombro.
Molly.
Tom.
Holland.
Darcy sintió su corazón detenerse un momento. Corrió con todas sus fuerzas hacia lo que ahora era los restos de la casa.
—¡MOLLY! —gritó Darcy desesperada, subiéndose a un pedazo de concreto, y buscando entre los escombros.
—¡HOLL! ¡TOM! ¿Están ahí...? —lo único que logró Darcy, fue obtener raspones y algunos pequeños cortes al adentrarse entre los escombros, más no encontró absolutamente a nadie.
Darcy se quedó sentada en alguna especie de madera, la verdad, no se molestó en saber qué era.
¿Dónde podían estar? Tampoco encontró a lo que posiblemente hubiera sido el cuerpo de Marlon. No había nadie excepto por ella; estaba sola, pero eso tranquilizó a Darcy. Se sintió aliviada de no ver ningún cuerpo, de no ver a ningún cadáver todavía, porque si eso llegaba a pasar, entonces no sería capaz de dar un solo paso más, y era seguro que dejaría que los fantasmas la destrozaran por completo, pues ya no habría nada más que destrozar.
Sintió que algo se movía, parecía ser entre los escombros, y Darcy se retiró para saber qué era. Todavía seguía moviéndose; Darcy puso total atención a lo que sea que fuese. Se sobresaltó cuando una mano pálida, llena de escombros y algunas heridas salió de ahí. Estiró el brazo completamente, a la espera de que Darcy le tendiera la mano.
Aquella mano parecía ser...
Darcy no podía creerlo.
Esa era la mano de Holland.
Todo su cuerpo temblaba de ansiedad e impresión; y sin dudarlo una sola vez, tomó su mano para ayudarlo a salir. Sin embargo, al momento en que Darcy lo sujetó, empezó a atraerla hacia abajo, y la jaloneó hasta hundirse en los escombros. Darcy pegó un grito.
Sintió como si el mundo hubiese dado una vuelta entera, y en cuestión de un instante, estaba en el lugar que ya se le hacía tan familiar como la biblioteca de Magaly. El plano espiritual tomó su forma original; esa forma laberíntica, oscura y fría que tenía cuando Darcy fue a salvar a Marion. Darcy observó su alrededor por un segundo. Si de esa forma pensaban los fantasmas que la iban a intimidar, estaban equivocados. Ahora sabía a lo que se atenía, ella resistiría.
Una corriente de aire pasó a lado de ella, y de un segundo a otro, sintió la mano vacía. El frasco lleno ya no estaba. Darcy sintió sus entrañas hacerse nudos.
Antes de que pudiese reaccionar, un fantasma la empujó a una pared cerca suyo e intentó estrangularla, pero ella le dio una patada y corrió lo más lejos que pudo de esa criatura. Mientras corría, otro fantasma quiso alcanzarla, pero ella lo atravesó con la navaja y la dejó en paz, esfumándose. Lo que Darcy no esperó en ese momento, fue que su padre la tomara de la cintura, y al tenerla en sus brazos, la golpeó en la cara con fuerza. Cayó al suelo, sintiendo un terrible dolor en la mandíbula. Alzó la mirada para ver a su padre; Marlon tenía la cara completamente desencajada, el hombre estaba fuera de sí. Tenía los ojos desorbitados, el cabello despeinado, con pegajosa sangre en algunas partes y un mechón sobresaliendo de su frente. Las venas de su cuello sobresalían, y si hubiese sido un animal con rabia, habría estado echando espuma por la boca.
Marlon quiso tomar a Darcy del cabello, pero ella atravesó la navaja en la mano de su padre, haciéndolo lanzar un alarido, y sacó la navaja para levantarse y echarse a correr.
Marlon pegó otro grito, esta vez era uno de furia, y de su bolsillo sacó una pequeña navaja suiza que había encontrado entre los escombros de la casa. Empezó a caminar furibundo, eligiendo un camino al azar, esperando que fuera el correcto para alcanzar a Darcy, atraparla, y matarla de la forma más dolorosa y larga posible.
Darcy estaba escondida en una de las paredes, a la espera de que Marlon llegara para atacarlo. Escuchó unos pasos acelerados, su mano formó un puño que fue directo a la cara de su padre, pero esta vez, él fue más rápido. Detuvo el brazo de Darcy, y la empujó al suelo. Ella lo pateó en la rodilla para hacerlo caer, sin embargo, Marlon aguantó y se mantuvo de pie, pero era notable el daño que Darcy le había hecho. Darcy se levantó para correr, pero Marlon la tomó del brazo, y Darcy lo golpeó en la cara para que lo soltara. Funcionó por unos segundos, pero Marlon empuñó la navaja y cortó el brazo de Darcy con ella. El corte no fue muy profundo, pero sí desequilibró a Darcy, y en menos de un segundo, un pequeño descuido que cometió, le costó más caro de lo que creyó.