Llegó la hora de la cena y todos aprovechamos para cenar. Mi padre se notaba bastante nervioso, al igual que mi madre, pero solo si los conocías muy bien, sabías que algo ocurría.
-Que sucede mamá? – le pregunté en voz baja esperando que nadie nos escuche.
-Leslie no está – contestó ella más bajo aún. – Varios hombres la están buscando.
-Steward, y mi prometida? – preguntó Edgar ya nervioso – voy a pensar que la estás escondiendo de mi.
-No – antes de contestar mi padre, varios hombres entraron en el salón con el cuerpo inerte de mi hermana.
-Señor – gritó uno para llamar su atención – la encontramos en el agua, se ha tirado desde el acantilado.
Todos nos pusimos de pie, mi padre se fue a mirar y su gesto se oscureció. Mi madre que le seguía a él, al principio se quedó de piedra pero luego empezó a tomar el control de aquella situación. Ordenó llevarla arriba, lavarla y vestirla. Ya nada se podía hacer por ella, estaba muerta.
Mi padre, en silencio se acercó a su sitio y con gran pesar se dejó caer en su silla. No decía nada. Me acerqué a el y sin verme, solo sintiendo mi presencia me abrazó.
-Tu eres mi tesoro, el único rayo de sol que hay en este lugar – me volvió a decir.
Esa frase la escuchaba de él desde que era pequeña y nunca perdía oportunidad para decírmela, era como una manera de decirme que él estaba bien, que todo estará bien, que no me preocupase.
-Señor – llamó su atención Edgar – siento mucho su pérdida.
El, al igual que todos estaba desconcertado. Esta vez se retiraron las mesas y las sillas, esa noche en vez de una fiesta de compromiso, había un velatorio.
Subí a buscar a mi madre y estaba junto a las doncellas que lavaban el cuerpo sin vida de Leslie, pero ella estaba leyendo una nota que me pasó.
" Papá perdóname por haberte avergonzado de esa manera. Siempre intenté ser la mejor en todo, siempre intenté superar aquel cariño que le tienes a Elsbeth pero nunca me fue posible, nunca me dejaste.
Cuando decidiste casarte con Lis, estaba segura de que habías olvidado a mi madre, a aquella pequeña mujer que dio su vida por traer hijos al mundo para ti, para que tu fueras feliz
Cuando tuvisteis a Elsbeth, sabía que yo nunca volvería a tener un sitio en tu corazón pero cuando empezaba a pensar que no, que tu me querías, mataste al único hombre que amé, a John y no suficiente con eso, me ibas a casar con un highlander que debido a su tamaño me mataría a mi o a mi hijo que llevo en el vientre, la primera noche de casados.Lo siento padre. Perdóname."
-Mamá, esto papá lo debe ver. – ella asintió y me dijo de llevársela.
Bajé las escaleras corriendo, acercándome a la chimenea donde sentados mi padre y Edgar estaban hablando.
-Papá, encontramos esto – le tendí la nota que el leyó y la tiró al fuego de la chimenea.
-Hija, debemos hablar, siéntate.
Me senté como siempre lo hacía en el brazo del sillón donde mi padre estaba sentado pero debía ser algo muy grave cuando el me ordenó sentarme bien, en otro sillón que había libre.
-Mi hija Leslie, me ha avergonzado con su comportamiento – le dijo mirando a Edgar - y como hombre de honor te pido disculpas y te ofrezco otro trato. Teniendo en cuenta que no tengo más hijas, el pacto que hicimos tu difunto padre y yo se debe cumplir, por lo tanto te ofrezco a mi hija Elsbeth, es más joven y más bonita.
-Ni muerta – contesté yo levantándome.
-Hija, toma asiento. – me dijo mi padre con voz suave y cansada.
-Papá, no me voy a casar con este – señalé a un asombrado Edgar.
-Elsbeth, harás lo que se te diga – me contestó mi padre con voz más firme. Toma asiento.
-Que no padre, nunca me he negado a nada, pero esta vez si, no me caso y se acabó. – volví a levantar la voz.
-Harás lo que se te diga – habló mi madre que se acercaba a donde estábamos sentados – señor, disculpe a mi hija, aunque intentamos domar su carácter, muchas veces nos es imposible.
-Mamá estás hablando de tu hija no de una yegua. – le dije enfadada por sus palabras.
Ella, al igual que mi padre me miró. Vale, debía callarme.