Elsbeth

22

Entré en el salón y en la mesa principal estaba mi padre junto a Edgar. Ellos no se dieron cuenta de mi presencia ya que estaban enzarzados en una conversación.

-Llevo meses deseando saber de vosotros y no sois capaces ni de avisar que habéis vuelto?

-Mi rayo de sol, has llegado a tiempo – abrió los brazos para abrazarlo – el desayuno lo van a servir ahora.

Seguí caminando hacia delante para abrazar a aquella persona que daría su vida por mi. A aquella persona que le debía agradecer todo el amor que me había dado. A aquella persona que sería capaz de matar por mi. Y es gracioso, que todo estos sentimientos que nuestros padres tienen hacia nosotros solo los descubramos cuando nos convertimos en padres.

-Cariño,te envié un mensajero diciendo que había llegado a casa de tu padre y mañana continuaría con el viaje – me informó Edgar levantado para abrazarme y al que ignoré.

Yo asentí y me quité la capa, dejándola caer en la silla de mi madre que se quedaría hoy vacía.

-Tu madre? Los sirvientes me han dicho que se fue a verte y si tu estás aquí, ella donde está?

-Ella está de camino con el carruaje, yo me hice el viaje en un día y una noche.

-Sucede algo cariño? – me preguntó Edgar

-Tenemos una hija que nos espera en tu casa.

-Por que no te la has traido hija? Está enferma?

-No, esperemos que no papá. Con vuestro permiso voy a pedir un baño y subo a descansar

-Hija, espera, todo este tiempo que he estado fuera, pensé en hacerte un regalo a mi vuelta y aquí está.

Me entregó una caja de madera en la cual estaba el escudo de los Steward y de los Hamilton. Sonriendo, la abrí y ahí estaba mi regalo. Una capa que también llevaba los mismos escudos que la caja.

-Pensamos – continuó Edgar – que era la mejor forma de identificar a la señora del clan Hamilton y a la heredera del clan Steward.

-Gracias pero no era necesario.

-Rayo de sol, había pensado en tomarnos un digestivo después del desayuno y ponernos al día.Podrías hablarnos de vuestra hija y mi nieta.

-No hay mucho que decir, además necesito descansar.

Salí de mal humor del salón, mal humor que llevaba en mi cuerpo desde el día que me separaron de mi hija, pero esta vez había dejado con la boca abierta a mis dos hombres. Entré en mi habitación y después de quitarme la sucia ropa y bañarme, me metí en la cama para descansar. Horas después, cuando abrí los ojos para beber agua por que estaba sedienta, descubrí a Edgar en el otro lado de la cama mirándome.

-Que sucede Elsbeth? Por que no estás en nuestra casa con la niña?

-Han pasado muchas cosas desde que te marchaste.

-Como perder un embarazo? De quien es la niña Elsbeth?

-Del herrero, no fastidie. De quien va a ser, nuestra

-Beth,cariño. Mi madre me envió una carta diciéndome que habias perdido el bebe.

-Como? – grité furiosa – me estás diciendo que soy una fulana?

-No, te estoy diciendo que me informaron de la pérdida de nuestro bebé.

-Nunca perdí a nuestro bebé, de hecho es el que está en tu casa y al que tu madre me prohibió verla.

-No es posible, mi madre nunca haría eso.

-Edgar, tu madre me echó de tu casa, y desde que tuve a la niña solo la tenía en brazos para darle el pecho, nunca me la ha dejado sujetar, dormir con ella, acariciar.

-Elsbeth, eso es una acusación muy grave.

-Edgar, es lo que ella me ha hecho. Aparte del embarazo que tuve y que nunca me ayudó.

-No puede ser Elsbeth. No digas tonterías.

-No me crees?

-Mira cariño, descansa. Después hablaremos

-Pero no me trates de loca ¡!!! – grité, alarmando así a padre– no me he vuelto loca, simplemente es lo que me ha pasado.

-Mi madre nunca te haría eso, no es un monstruo. Elsbeth, relájate.

-He traido al mundo a nuestra hija y dudas de mi, de mi embarazo y de mi palabra. Claro, la loca de tu madre es mucho mejor persona.

-Elsbeth, no te pases.

-Que no me pase – comencé a llorar histérica - estos 9 meses para mi han sido un calvario. Tu madre dio orden de que nadie me hablara ni me atendiera en el castillo,dejándome asi sola. Castigando a todo aquel que incumplia su orden. Donal incluso fue encerrado en la mazmorra durante dos semanas, solo con agua y pan por no hacerle caso. Lo único que comia eran haggis y por cierto las echaba, llegando a perder tanto peso y a sentirme tan frágil que el último mes lo pase en la cama. Donal me subia lo poco que me guardaba de su plato a escondidas y era el único que subía a verme. No me vio ningún médico, durante el embarazo. Nunca.



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En el texto hay: amor, guerra, highlands

Editado: 12.12.2018

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