Elsbeth

36

Días después llegamos a las tierras de los McDonal. Encima de un acantilado estaba el castillo y a el se acudia por un camino estrecho. Buena estrategia de defensa, pensé.

En la puerta nos esperaba una mujer mas mayor que yo, unos diez años diría, un hombre pequeño y enfermo y mi suegro.

Se presentaron como la hermana, el marido de esta y a mi suegro ya lo conocía. Nos hicieron pasar dentro donde pudimos comer tranquilos.

-Esta tarde – habló Dana, mi cuñada – todas las ladies que hay por esta zona se acercarán para tomar el té con su Majestad y conocerla.

-Que bien – dije flojito, con el cansancio que llevaba encima lo que menos me apetecia era tomar el té.

Despues de comer poco y sin hambre, nos fuimos a nuestra habitación donde una tina nos estaba esperando. Me meti y me bañe para luego vestirme con un vestido sencillo.

-Veo que se ha puesto comoda.La verdad es que yo también odio esos vestidos pesados.

-Dana, llamame Elsbeth, al fin y al cabo somos familia. – ella asintió. – Voy a ser indiscreta pero me he dado cuenta – mentí , ya lo sabia – que Connor y tu no os habláis.

-Ma…. – se corrigió – Elsbeth, Connor me culpa a mi de haber hecho que su prometida se fuera a casar. Por favor no le digas a el nada, pero a Ana la vi retozando con otro hombre mientras el estaba en la guerra. Cuando vino a explicármelo, le dije que no me importaba, que Connor había mandado una carta diciendo que se había casado.

-Y ella se casó?

-Si, se casó con un hombre viejo que lleva tiempo agonizando en la cama. Al principio ella no buscaba a Connor, pero desde que su marido no puede salir de sus aposentos ella intentaba conseguir los favores de Connor y ser su amante, cosa que el no permitió.

-Pero sabe que la viste con otro? – asintió

-Si, y ha pasado algo mas pero el no nos lo cuenta. De hecho ni siquiera puede ver a Ana. Por cierto – dijo antes de salir las dos de mi habitación – ella vendrá esta tarde seguramente. No hagas caso a nada de lo que diga.

 

Bajamos las escaleras y nos fuimos a una habitación al lado del despacho. Una salita pequeña con varios sofás azules y una mesa en el centro. Las damas, unas cinco en total, comenzaron a llegar y a presentarse. Cuando estábamos hablando de lo que era la vida en la corte una rubia, alta, extremadamente guapa entró en la habitación.

-Asi que eres tú – dijo pero se dio cuenta de su error y se inclinó – Majestad – dijo ahora con voz dulce.

-Buenas tardes Ana – contestó Dana y ella la ignoró.

-Majestad –empujó a la dama que había sentada a mi lado y se sentó ella cogiendo mi mano entre las suyas – me alegró mucho la noticia de que por fin haya encontrado a un hombre como Connor para ocupar el sitio de vuestro difunto marido. Supongo que no le echareís de menos cuando se portó tan mal con usted.

-Mi difunto marido nunca se portó mal conmigo – retiré la mano de entre las suyas – todo lo contrario.

-Pues no es lo que hablan por aquí.

-Mi difunto marido fue un hombre noble y bueno que lo único que hizo en el poco tiempo que estuvimos juntos es desvivirse por mi y por nuestros hijos. Gracias a el tengo una niña que aunque no sea yo la madre, me reconoce como tal y a nuestros dos pequeños Liesbeth la mayor y a Edgar que tiene muy poco tiempo.

-Lo siento si la he ofendido – dijo ella con voz mas dulce todavía – quizás he escuchado mal o mi ignorancia se debe a que no conocía al difunto Rey como conozco a Connor. Le han dicho ya que estábamos prometidos cuando os casasteis?

-No mientas – dijo Dana- tu estabas casada cuando el volvió hace mas de un año de la guerra.

-Ai si – finjió ella – las fechas las llevo muy mal. Pero de todas maneras Connor es un experto en tratar a las mujeres, tanto en la cama como en el dia a dia.

-Ana – le volvió a decir Dana – estás hablando con nuestra Reina, podría condenarte a la horca por todo lo que estás diciendo.

-No – salió la Reina que llevaba dentro – a la horca no pero a 100 latigazos si. Además le haría contarlos, uno por uno y si en algún momento dejaría de contarlos, el ultimo se repetiría tantas veces hasta sumarle otro – sonreí y ella se tapó la boca para salir ofendida del salón.

Yo y Dana nos fuimos detrás de ella que para tan mala suerte mia acababa de tirarse a los brazos de Connor que la miraba con asco.Estaba hecha un mar de lagrimas explicándole su versión, no la verdadera, a este que miró furioso en mi dirección.

-No es cierto hermano, ella le estaba hablando de lo bueno que eres en la cama.

-Tu no me hables – señaló a Dana – y contigo hablaré más tarde – me dijo a mi – ahora voy a llevar a Ana a su casa.

-Enserio la va a llevar a su casa? – miré en la dirección por donde ellos iban y se veía la sonrisa triunfante de Ana

-No me lo puedo creer – me contestó Dana.

Volvimos al salón del té y hablamos durante un rato más con las mujeres que luego se marcharon. Antes de cenar Dana y yo dimos un paseo por el invernadero que tenia lleno de flores.



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En el texto hay: amor, guerra, highlands

Editado: 12.12.2018

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