HISTORIA REAL. ELVIRITA GUILLÉN, LA NIÑA MÁRTIR
Dos amigos se encontraron fuera del Cementerio General de la ciudad de Antofagasta en Chile, año 2017.
— Te falta mucho Isabel, quiero ir a almorzar al terminal — preguntó el varón.
— Sólo me falta pasar por la Elvitira Guillén, Víctor.
— ¿La milagrosa del amor? ¿Y quién es el desafortunado ahora ? jajajaja — rió el hombre mayor.
— No es por eso, tonto, soy una de las veladoras.
— ¿Qué cosa?
— Cuando vengo al cementerio, pasó a su animita, botó las flores secas, y hago algo de aseo, me da pena su historia.
— La verdad sólo sé que vienen a pedirle favores de amor, nada más.
— Bueno la historia dice que...
"Por el año 1923, en la ciudad de Quillota nació Elvira Guillén, no se sabe si tenía hermanos, sólo que sus padres murieron cuando era muy pequeña, por eso estaba en un orfanato. Cuando tenía 14 años, el Sr. Ángel García A. y su esposa doña Pilar, fueron de visita a esa ciudad, como tenían hijos pequeños (el menor de 2 años) necesitaban una niñera, y querían una del sur, se decía en ese tiempo que eran más trabajadoras, por eso fueron al hogar y los encargados del lugar recomendaron a la jovencita ampliamente, tenía buen carácter, ayudaba con los más pequeños, era cariñosa, aunque algo tímida con los extraños. La familia García la conoció el 25 de enero del 1937.
Viajó con sus patrones a la Mansión de éstos en Antofagasta, ubicada en el centro de la ciudad. A casi dos meses de su llegada, no salía en su tarde libre porque no conocía a nadie más que a los dueños de la casa y a los empleados del lugar. Durante ese tiempo, la esposa y la hija del jardinero de nombre Miguel Díaz Díaz (40 años), cuando iban a buscarlo conversaban con Elvira, mientras ella cuidaba a los niños que jugaban en el jardín. Un día antes de una nueva salida libre, ellas solicitaron permiso a doña Pilar para que la jovencita fuera a jugar cartas y tomar té a su casa, la Sra. García aceptó pensando que la niña podría empezar a hacer amigos, pero pidió que fuera acompañada del menor de los hijos del matrimonio, como se había dicho de dos años.
Al llegar estaba además de las tres personas que ella conocía, el conviviente de la hija del jardinero, Francisco Cañas G., durante un momento todo transcurrió normalmente, hasta que le ofrecieron un trago, la jovencita se negó, como insistieron, tomó sólo un poco, inmediatamente se sintió mareada y perdió un poco la conciencia. Las mujeres tomaron al niño y lo encerraron en un cuarto, Cañas primero y luego Díaz abusaron de la ella con la ayuda de las mujeres que la sujetaron. A pesar de su débil estado, Elvira trató de defender su honra, pero fue inútil, eran cuatro adultos contra la jovencita.
Al atardecer la dejaron ir con la amenaza que no dijera nada de lo ocurrido, al llegar y a la consulta de la dueña de casa por la tardanza, no aguantó y entre llantos le contó todo, sus patrones fueron inmediatamente a poner la denuncia, los supuestos agresores fueron detenidos esa misma noche, quienes siempre alegaron inocencia.
Al otro día Elvira debió narrar su terrible experiencia a la policía, lo que realizó en el mismo lugar de los hechos, para la reconstitución de escena, con desgarrador llanto contó nuevamente todo, pero el matrimonio, su hija y el conviviente de ésta siguieron negando que eso ocurrió. La niña gritó histérica lo que le hicieron, sobre todo a las mujeres que le sujetaron los brazos y las piernas para que los hombres pudieran abusar sin problemas de ella, pero siguieron insistiendo que no sabían nada, si algo así pasó, no fue en su casa aseguraban.
Los acusados fueron llevados nuevamente al calabozo mientras seguían las pesquisas, los Sres. García volvieron con Elvira a su casa al medio día, y la dejaron descansar en el dormitorio de ella, a la hora de almuerzo, cuando todos estaban en el comedor, se escuchó un disparo, todos quedaron quietos un segundo, luego todos tuvieron el mismo pensamiento "Elvira", cuando llegaron al segundo piso, encontraron a la niña muerta en la cama de la habitación con un disparo en el corazón, en una mano tenía la pistola, que pertenecía al dueño de casa, en la otra una hoja de cuaderno en la que había escrito "Hago esto ya que todo el mundo..." nunca terminó la frase, cerca del cuerpo encontraron tres fotografías, una del Sr. García, la Sra. Pilar, y de un marino, a quien le escribió en el reverso "Amor mío: aunque me creas loca voy a dejar de existir".