Elyzeon y las 7 regiones

Capítulo 5: Sylvara

Tamara se agachó y tocó la tierra con las manos. Era cálida, vibrante, casi como si el suelo respirara. Las raíces de los árboles brillaban con tenues pulsos de luz esmeralda, y las hojas susurraban palabras en un idioma que no conocían, como si la selva misma estuviera viva.

—Esto sí parece un mundo mágico… —dijo Tamara con los ojos llenos de lágrimas—. Nunca vi algo tan… vivo.

Kael sonrió, mientras una pequeña hada con alas de pétalos violetas se posaba juguetonamente en su cabeza.

—Bueno, cada región de Elyzeon es completamente diferente. En Noxaria la tecnología domina y la magia fue olvidada. Pero aquí… aquí abunda. Sylvara es pura energía vital.

Un criatura con forma de enredadera se enroscó lentamente en la pierna de Tamara como un saludo curioso. Ella se rió y la acarició.

—Sí, todo muy bonito —interrumpió Amelie con tono serio—, pero… ¿qué haremos ahora? ¿Cómo regresaremos? ¿Y si nos encuentra Nyra? ¿Y si no encontramos la forma de volver a París?

Kael se puso serio también.

—No lo sabemos aún. Pero Nyra seguro ya alertó a las demás regiones. No es seguro quedarnos aquí por mucho tiempo.

Amelie cruzó los brazos.

—Entonces cuál es el plan, Kael. ¿Huir eternamente?

—No —respondió él mirando el cielo entre las copas de los árboles—. Mi plan es empezar a unir Elyzeon, encontrar a los líderes de cada región y convencerlos de que podemos unir el reino.

Tamara levantó la mano como si estuviera en clase.

—¿Y si no quieren?

—Entonces —dijo Kael, serio—, tendré que hacer que quieran.

De pronto, un fuerte tambor empezó a sonar desde lo profundo de la selva. Las hojas vibraron. El aire cambió.

Kael frunció el ceño.

—Nos encontraron.

—¿Nyra otra vez?. Preguntó Tamara asustada

Kael negó con la cabeza.

—No. Son los guardias de Sylvara… y no siempre reciben bien a los forasteros.

Los tres corrían entre la densa vegetación de Sylvara, esquivando raíces, saltando sobre pequeños riachuelos y atravesando lianas que colgaban como cortinas vivas. Tamara iba al frente, impulsada por la emoción del lugar; Amelie la seguía, más preocupada por lo que vendría que por el paisaje. Kael, unos pasos detrás, respiraba con dificultad. La reciente creación del portal había agotado por completo su energía mágica.

—Oye Kael —dijo Amelie entre jadeos—, ¿no puedes hacer un portal y llevarnos a una región en la que no nos quieran atrapar?

Kael negó con la cabeza mientras saltaba una raíz gruesa que se cruzaba en su camino.

—Así no funciona. No sé qué idea tengan de la magia en su mundo, pero aquí, después de usar magia, tienes que recargar energía. Todo depende de qué tan poderoso sea el hechizo.

—No entiendo… —resopló Amelie, tropezando levemente.

Tamara frenó en seco y se volteó con una sonrisa.

—¡Ya entendí! Es como un celular, Amelie. Conforme usa su magia, se va descargando, y cuando se agota la batería, tiene que esperar a que se cargue para volver a usarla.

Kael rió brevemente, impresionado.

—Qué buena explicación, Tamara. Supongamos que algunos hechizos usan un 10% o un 5% de bateria, pero mis portales usan el 100% de la carga. Así que ahora… estoy seco.

En ese momento, un grupo de criaturas aladas pasó sobre ellos con gritos juguetones, y Kael los guió hacia un saliente oculto entre las lianas. Empujó una roca cubierta de musgo y les hizo señas para entrar.

—Rápido, por aquí. Es una cueva segura. No nos encontrarán.

Adentro, el aire era fresco y húmedo. La oscuridad apenas era interrumpida por musgos luminosos que crecían en las paredes. Los tres se sentaron en silencio, respirando agitados, mientras en el exterior se escuchaban pasos cada vez más lejanos.

Por ahora, estaban a salvo.

Los tres se sentaron en silencio al interior de la cueva, mientras afuera la luz cálida del día comenzaba a teñirse de tonos rojizos. La jungla vibraba con sonidos de criaturas y hojas meciéndose, pero dentro del refugio todo era calma. Decidieron esperar a que cayera la noche.

Amelie, aún con mil preguntas en la cabeza, rompió el silencio.

—¿Quieres unir las siete regiones… pero si Nyra alertó a las demás, no es eso una unión? —preguntó con la ceja arqueada.

Kael soltó una risa seca mientras jugaba con una piedrita.




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