Elyzeon y las 7 regiones

Capítulo 7:Alas y peligro

Al terminar el desayuno y salir del restaurante el sol brillaba intensamente sobre las copas altas de los árboles, se dispusieron a abandonar Lurelya, el pintoresco pueblo selvático. Sin embargo, justo cuando atravesaban la plaza principal, un alboroto atrajo su atención. Gritos, carreras y el crujido de ramas rotas llenaban el aire.

Una criatura alada, cubierta de escamas verdes y alas como hojas brillantes, volaba descontrolada entre las casas del lugar, causando caos. Su jinete, una joven de ojos alargados y cabello liso que caía como una cascada negra sobre sus hombros, intentaba desesperadamente calmarlo.

—¡Persy, qué te pasa! —gritaba, mientras intentaba contenerlo con hechizos que parecían desvanecerse en el aire.

Tamara se giró rápidamente hacia Kael.

—¿Hay que ayudarla?

—Concuerdo —respondió él, ya observando con atención la situación.

—¿Están locos? —saltó Amelie con el ceño fruncido—. ¡Tamara no tiene magia, y tú dijiste que solo sabes hacer portales!

Kael sonrió con su tono bromista de siempre.

—Te dije que sabía algunos hechizos de ataque.

Sin esperar más, Kael y Tamara se aproximaron con cuidado a la criatura. Los ojos de Persy brillaban de forma extraña, como si estuviera poseído por una fuerza invisible.

—¿Qué pasó? —preguntó Kael, mirando a la joven.

—No me escucha —dijo ella con desesperación—. Persy nunca es así, y… parece que mi magia no funciona con él.

Kael hizo brillar sus manos. Una bruma azulada se arremolinó entre sus dedos, formando una nube flotante que lanzó directo hacia la criatura.

Somnum! —exclamó.

Pero el hechizo de sueño se disipó sin efecto alguno.

Tamara, sin pensarlo, se acercó aún más y fue empujada por la criatura con una de sus alas. Cayó al suelo con un golpe leve, adolorida pero ilesa. Desde su posición, notó algo brillante adherido al cuello de Persy.

—¡Tiene un dispositivo en la nuca! —gritó Tamara, mirando directamente a Amelie.

—Tienes que desactivarlo —insistió.

—¡Claro que no! ¿¡Viste el tamaño de esa cosa!? —Amelie retrocedió un paso, visiblemente nerviosa.

Kael la miró con media sonrisa.

—No que eras una genio de la tecnología… vamos, demuéstranos lo que puedes hacer.

Amelie tragó saliva, su mente ya trabajando a toda velocidad. Dudó un segundo, pero luego dio un paso al frente.

—Está bien —susurró—. Solo… manténganlo ocupado.

Tamara no lo dudó. Comenzó a correr en círculos alrededor de la criatura alada, agitando los brazos y gritando para distraerla. Persy gruñía y giraba bruscamente el cuerpo siguiendo sus movimientos, alejándose de la multitud que aún huía asustada.

Mientras tanto, Kael se volvió hacia la joven dueña de la criatura.

—Necesito que me ayudes a lanzar a alguien… —dijo con una sonrisa algo temeraria.

—¿Qué? ¿A quién?

—A ella —respondió, señalando a Amelie—. Vamos a impulsarla hacia la criatura.

—¡¿Qué?! —protestó Amelie al escuchar el plan—. ¡Esperen! ¿Qué van a hacer?

—No te preocupes, tengo buena puntería —bromeó Kael con una guiñada.

—¿¡De qué hablas!? —fue lo último que alcanzó a decir antes de ser lanzada por los aires con un hechizo de impulso.

—¡¡¡PENSÉ QUE ME IBAS A TELETRANSPORTAR!!! —gritó Amelie, volando en dirección a la criatura.

—¡No tengo suficiente energía! ¡Además esto es más divertido! —le respondió Kael a los gritos desde abajo, riéndose.

Amelie cayó de lleno sobre el lomo de Persy. Se aferró con fuerza a las escamas rugosas del animal que se retorcía con violencia para sacársela de encima.

—¡Kael eres un idiota! —exclamó, apretando los dientes mientras esquivaba un coletazo.

—¡Como digas! ¡Pero apresúrate! —gritó Kael desde el suelo.

—¡Ten cuidado, Amelie! —le gritó Tamara con preocupación.

Amelie se deslizó por la espalda del animal hasta quedar justo sobre el pequeño dispositivo que había visto Tamara antes. Comenzó a examinarlo, manos firmes, ojos concentrados.

—Esta tecnología es rara… pero si pude con Nyra, puedo con esto—susurró, como si se hablara a sí misma.

Pero entonces Persy desplegó sus alas con un chillido agudo y se elevó en el cielo, llevándose a Amelie consigo.




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