Ema era una mujer de 40 años aproximadamente, vivía en la costa de florida, tenía una vida normal como todo el promedio, se dedicaba a trabajar desde su casa, vivía sola porque era madre soltera y lamentablemente su única hija había fallecido en un trágico accidente a los 12 años de edad, por esta razón ella lloraba en cada instante de recordar esa fecha. Vivía en constante estrés, tristeza y desesperación, ya que no podía pagar las deudas cuantiosas. Deseaba abandonar y alejarse de este horrible lugar que robaba su paz, que solo le traía tan tristes recuerdos. Estaba decidida a vender su propiedad si era necesario, casi por casualidad era atormentada todas las noches, en la hora más pesada y más oscura, las 3 am de la madrugada, la verdad es que en estas condiciones para cualquier persona se le dificultaría el poder dormir y descansar bien, pero Emma era valiente al seguir teniendo esperanza que todo esto terminaría un día, pero para eso sabía que afrontar a sus demonios y fantasmas del pasado no sería tan fácil. Siempre que llegaba la noche y eran las doce treinta, comenzaba su tormento, su reloj de la cocina no paraba de sonar, este tormento terminaba hasta las 6 am. En las noches se encerraba en el baño con llave, para no escuchar esos ruidos agobiantes que la asustaban cada noche, cuando las cosas se movían solas y unos pasos en los corredores de su casa se escuchaban. Estando en esas condiciones, ella decidido que no le quedaba otra cosa de valor más que vender el auto de color rojo carmesí que una vez compro con esfuerzo. Con ese dinero seria su escape para poder irse al fin y rentar otro lugar, con el objetivo de abandonar esa casa que la consumía con los ruidos perturbadores y sustos de cada noche. Sus amistades se habían alejado por verla en ese estado, a tal grado de perder la vida social que antes mantenía, distanciándose de manera muy pronta, Ema se sentía muy sola, en la mirada de sus familiares y conocidos que notaba que la juzgaban y en parte la hacían sentir peor y más culpable, de lo que había acontecido años atrás. Por esta razón prefirió distanciarse y no tener contacto con nadie. Como no podían pensar de ella mal, si pocas veces llegaba a salir de su hogar y la juzgaban que estaba al borde de la locura, ya que siempre se encerraba en su casa, sabían que ya vivía sola, pero no se dieron a la tarea de comprenderla, simplemente era mejor juzgarla y hacer su tormento más grande de lo que ya era…
Viernes por las once y treinta, ella paso con rapidez por su cuarto para buscar una manta y con las manos temblando sostuvo su teléfono, ya que este era su único alivio para poner música y alejarla de los ruidos que no paraban hasta las 6 am. Casi corriendo y deslizándose por los pasillos de su casa no pudo evitar pasar, por el cuarto de su hija. Lloro de tristeza y con sigilo cerró la puerta con llave. Dirigiéndose al baño con velocidad entro y metió llave al cerrojo de la puerta. No tardó mucho en meterse dentro de la bañera, ya que ahí era el lugar donde dormía .Se puso sus auriculares a la vez prendiendo su teléfono, puso una canción de piano que la calmo mientras se acomodaba para dormir .Se tapó lentamente, con la manta que era color pastel y cerrando los ojos, entre cansancio y estar alerta recordó la sonrisa de su hija ya que esta, era iluminada por los rayos del sol del atardecer en uno de los días del verano donde su mayor tesoro era esa sonrisa gentil inocente y alegre que su hija expresaba…
-Mami.
De un salto abrió los ojos al darse cuenta que su hija la llamaba desde el más allá, pero eso era imposible porque su hija estaba muerta ya desde hace años atrás y jamás volvería a verla. Se quedo pensando un momento mientras revisaba con la mirada el baño. Habrá sido su imaginación o en verdad ya estaba quedando loca. Iba a proceder a taparse con la manta y de momento a otro busco arrinconarse para poder conciliar el sueño. Ya antes de cerrar los ojos, noto que el baño cambio su temperatura drásticamente, bajando un frio muy cortejante, que inundo de golpe el cuarto, esto jamás había pasado los días anteriores. Ella temerosa se quitó los auriculares para saber si los ruidos proseguían como aquellas veces. Miro a la puerta, pero no se escuchaba nada, solo que esta vez el espejo del baño se empaño y en el vio algo que la hizo temblar y quedarse viendo con escalofrió lo que sucedía. En el espejo emergieron unas letras que describían y decían lo siguiente:
-"Corre mami... - ¡Corre!
Soltó el teléfono de golpe, mientras sostenía con sus manos su cabeza y su cabello, al mismo tiempo se desahogaba en llanto al sentirse culpable, ya que fue tan desgarrador su dolor al no poder acompañar a su hija esa noche, “la noche del accidente”, su hija insistía que la acompañara, pero ese día se negó por el trabajo acumulado que tenía que entregar.
Llevo sus manos a la boca y entre lágrimas pedía perdón en su mente, por no estar en ese momento cuando la necesitaba. Repentinamente se hicieron notar unas manos debajo de la puerta, de aspecto grotesco en forma de garras largas, afiladas y oscuras, que rasgaban el piso con velocidad, al mismo tiempo un olor desagradable que surgía como la sangre en una carnicería se escurría por la puerta. Paralizada por el miedo se quedó viendo la escena. Unos lamentos de sufrimiento se escucharon y Ema tapo sus oídos a lo agudos que eran.
-Mami, una voz entre cortada y débil se escuchó cerca de su oído.
El vidrio del baño se volvió a notar unas palabras que hicieron despertar su mente nublada de confusión y oscuridad.
-Huye ¡Vive!
Su hija se hizo notar en una silueta brillante frente a ella, mientras señalaba la pequeña ventana que estaba en el baño y esta daba hacia afuera del patio. Era ahora o nunca para salir de ahí, solo le faltaba coraje para incorporarse y huir. Él foco de la habitación empezó a parpadear a punto de fundirse y de un golpe se rompió, la puerta del baño. Y ante sus ojos se notó algo imaginable y horripilante que se quejaba en lamentos que hacían estremecer quien lo viera. Ema le costó respirar y se le dificultar ver, pero el foco al parpadear te hacia ver lo feo que era ese ser. Deforme y sin forma alguna y con miles de dientes cubiertos de sangre ese ser, se quiso mover hacia ella para atacarla, pero se detuvo a la pequeña y frágil luz que se interponía entre Emma y ese ser. Su hija seguía en medio del baño extendiendo sus brazos como si tratara de impedir el paso. Ema no sabía si gritar o seguir llorando: estaba a punto de quedar paralizada de ver todo lo que pasaba, pero pudo jurar que en esa silueta pudo ver en un pequeño instante el rostro de su hija, en lágrimas mientras sus delineados y delgados labios pronunciaron en casi un susurro. -Te amo mama, vive…