Los baños del colegio son famosos por tres cosas: el olor a desinfectante sospechoso, los chismes más jugosos de la semana, y ahora... mi colapso emocional.
Me encerré en el cubículo del fondo, ese que tiene la cerradura floja pero al menos no te ven los zapatos. Me senté en la tapa del inodoro (cerrada, gracias a Dios) y suspiré como si el mundo estuviera a punto de explotar.
Spoiler: lo está.
—¡Anny! —la voz de Zoe rebotó en las paredes como si fuera un anuncio por altavoz—. ¿Estás viva? ¿Respiras? ¿Te desmayaste? ¿O ya tuviste al bebé y no me contaste?
—Estoy bien... —mentira número doscientos uno.
La puerta del baño se abrió de golpe. Escuché los tacones de Zoe acercarse con furia dramática.
—Ok, ahora que saliste como loca corriendo como si Cody tuviera la peste zombie, ¿cuál es el plan B?
—No sé... tal vez... esperar un poco.
—¿Esperar? ¡Claro! ¿Qué te parece esperar hasta que tengas que rodar porque la panza no te deja caminar?
—Zoe, no ayudas —le dije con la voz enterrada entre las manos.
Ella suspiró fuerte. Como mamá cansada, pero con glitter.
—Anny, ya no puedes seguir escondiendo esta locura. Tienes que hablar con él. Tienes que hacerlo. Porque cuando se lo tengas que decir a tus padres, vas a necesitar apoyo. Todo el que puedas.
Mis ojos se humedecieron. La tapa del inodoro crujió debajo de mí como si también sintiera el peso de la situación.
—No puedo, Zoe... no todavía.
—¿Y cuándo, Anny? ¿Cuando estés en el hospital pidiendo la epidural? ¿O cuando en clase de biología usen una maqueta de bebé y tú digas: "esperen, el mío ya tiene nombre"?
Tragué saliva.
—Esto no es fácil...
—Ya lo sé, tonta. Y no estás sola. Estoy aquí. Pero él también tiene que estarlo. No puedes con esto sola, ¿ok?
Me limpié los ojos con el puño. Mascara corrida, dignidad tambaleante. Anny en modo catástrofe nivel 10.
—Tengo miedo —susurré.
—Lo sé. Pero ser valiente no es no tener miedo, es hacerlo aunque te mueras de miedo.
Me quedé en silencio.
Respiré.
Zoe se sentó en el suelo, del otro lado de la puerta del cubículo.
—Desde que tenemos cinco años, nos hemos contado todo, ¿te acuerdas?
—Sí...
—Bueno, ahora cuéntaselo a él. Porque él también fue parte de esto. Y si va a ser parte del desastre, que también sea parte del proceso.
Suspiré.
Aquí seguimos... con el caos que se viene encima. Porque no solo tengo que hablar con Cody. También tengo que hablar con mis padres.
Y eso, amigos, eso da más miedo que un examen sorpresa de matemáticas.
***
Zoe y yo salimos del baño cuando sonó el timbre que anunciaba el fin del recreo. Mi cara seguía húmeda, mis pensamientos eran un nudo, y mi dignidad... bueno, estaba tirada por ahí, probablemente en el inodoro número tres.
—Vas a estar bien —me dijo Zoe mientras caminábamos hacia el pasillo.
—Claro, claro... bien. Perfectamente bien —respondí, con una risa nerviosa que sonó más como un gato con hipo.
Y justo cuando pensaba que podía pasar desapercibida... el universo decidió jugar.
Ahí venía Cody.
Caminando hacia nosotras, con su mochila en un hombro, audífonos colgando del cuello y esa mirada de "me importa cero" que a veces parecía sexy y otras, bueno... irritante.
Y justo cuando yo intenté girar y huir como buena cobarde profesional, Zoe lo llamó:
—¡Oye, Cody! ¿Tienes un minuto?
Mi alma abandonó el cuerpo. Mis piernas se congelaron. La sangre dejó de circular por mis venas.
Cody se detuvo.
—Claro —dijo, con esa media sonrisa suya y un aire de arrogancia como si estuviera por firmar autógrafos—. ¿En qué puedo ayudar?
Me quería evaporar.
Zoe me miró. Me sonrió como si nada y dijo:
—Anny tiene algo que decirte.
Y me empujó. Como quien lanza una ofrenda al dios de los problemas.
Yo. Yo... ¿Qué tenía que decir? Ah, sí. El pequeño detalle de que estás a punto de ser papá, Cody. Tranquilo, nada grave. Solo un giro de trama a lo novela de la tarde.
Tragué saliva.
—Yo... yo...
Y ahí fue cuando el mundo se inclinó, las luces se volvieron más brillantes y el sonido se volvió lejano. Como si estuviera bajo el agua.
Y luego...
Negro.
Me desmayé.
En plena clase, en medio del pasillo, con Cody frente a mí y Zoe gritando:
—¡AY NO! ¡SE NOS APAGÓ!
Y así cerramos el capítulo.
Conmigo en el piso, Zoe entrando en pánico, y Cody... probablemente pensando que todo esto es un episodio muy raro de una serie adolescente que no firmó para protagonizar.