¿embaraza? La Nerd

Capítulo 6: ¿Otra vez huyendo?

La noche terminó en pijamada, como cuando éramos niñas.

Zoe se quedó conmigo, y aunque el drama era real, acabamos comiendo pizza (cortesía de mis papás) y viendo una película que no terminamos, porque el sueño nos ganó a mitad del segundo acto.

Al día siguiente despertamos con los ojos hinchados, pero con un poco más de ánimo. Zoe, como siempre, convirtió el maquillaje en un arte y logró que nuestras caras no gritaran "drama adolescente".

Bajamos a desayunar y nos encontramos con mis padres en la cocina. Mi papá hojeaba el periódico como si aún fuera 1995 y mi mamá revolvía el café con su cucharita favorita de "la abuela". Ambos nos miraron con una sonrisa.

—¿Y cómo van en la escuela, chicas? —preguntó mi papá.

—Sobreviviendo —respondió Zoe, mordiendo una tostada.

—¡Preparadas para los exámenes! —mentí con una sonrisa nerviosa.

Salimos juntas, pero como mi papá tenía que irse antes por trabajo, fue mamá quien nos llevó en su auto.

El trayecto fue tranquilo hasta que sentí su mirada de reojo.

—Anny, ¿te sientes bien, amor? Estás un poco pálida.

—Sí, mamá. Solo son los exámenes —respondí rápido, casi ensayado.

—¿Segura?

—Tranquila, mamá. Estoy bien.

Ella asintió, aunque la duda quedó flotando en el aire.

—Cuídate, ¿sí?

—Siempre —le dije, y bajé del auto con una sonrisa débil.

Al entrar a la escuela, todo se sintió... más real. Más grande. Era la primera vez desde que Cody y yo habíamos empezado esa absurda forma de tratarnos como desconocidos que lo vería sin la posibilidad de escapar.

Y justo cuando estaba a punto de caminar más rápido para evitarlo... lo vi acercarse.

Con su mochila colgando del hombro y esa expresión que conocía mejor que la mía.

—Cerebrito... ¿estás bien? —preguntó Cody, mirándome como si todavía pudiera leerme.

Me congelé un segundo. Su cercanía me dolía. Y sus ojos... sus ojos eran ese lugar seguro del que yo misma me había exiliado.

—Sí. Solo... dormí poco —respondí rápido, bajando la mirada—. Tengo que ir al salón, nos vemos después.

Y sin dejarle tiempo para replicar, me di la vuelta.

Huí.

Literalmente.

Entré al aula como si tuviera una bomba detrás. Me senté en mi pupitre y fingí revisar mis apuntes.

Segundos después, Zoe entró con esa cara de "no me jodas, Anny". Se sentó a mi lado y se inclinó como si fuera a decirme un chisme, pero lo que soltó me dejó helada.

—O se lo dices hoy tú misma, o yo voy a hacer que se entere.

—Zoe... —susurré, nerviosa.

—No. Ya basta de excusas.

Su tono no era de amenaza, sino una de esas verdades que una amiga dice cuando te quiere más de lo que tú te estás cuidando.

Y lo peor de todo... es que tenía razón.

Pasé toda la mañana mirando el reloj, pero no porque tuviera ganas de ir al recreo. Al contrario. Solo quería saber cuándo sería el momento exacto para desaparecer.

Y lo hice.

Cuando sonó el timbre, tomé mi mochila y salí del salón como si alguien me persiguiera. Me metí en la biblioteca y me escondí entre los estantes de literatura rusa. Nadie busca a nadie entre los libros tristes.

Apagué el celular. Me quedé allí, respirando, intentando no pensar en él.

No podía mirarlo, no podía estar cerca, no sin que mi boca empezara a temblar con todas las palabras que no me atrevía a decir.

Afuera, escuchaba risas, pasos, voces. Incluso juraría haber oído su nombre. Pero yo... me quedé.

Hasta que el recreo pasó.

Hasta que sonó el timbre de regreso a clases y nadie me había encontrado.

Y cuando por fin llegó la hora de la salida... sí, también me escapé.

Caminé rápido, esquivando miradas, evitando pasillos. Zoe me escribió. Varias veces. No contesté.

Sabía que me odiaría por eso.

Pero también sabía que si lo volvía a ver hoy... me quebraría.

Y todavía no estaba lista para romperme frente a él.
***

Cuando llegué a casa, subí directo a mi cuarto. Me dejé caer en la cama, sintiendo el peso de todo en el pecho.

—¿Qué voy a hacer? —murmuré al techo—. ¿Cómo se supone que le diga? "Hola, Cody, ¿recuerdas esa vez que viniste a estudiar y terminamos besándonos hasta olvidar el alfabeto? Bueno... sorpresa, hay consecuencias".

Me tapé la cara con la almohada.

Estaba tan metida en mi tormenta interna que ni escuché cuando la puerta se abrió.

—¿En serio? ¿Otra vez huyendo? —Zoe apareció con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—Zoe...

—No. Ya no más "Zoe". ¡Tienes que decirle ya!

—¿Y si no le digo?

Zoe se acercó hasta quedar frente a mí, con esa mezcla de enfado y cariño que solo una mejor amiga puede sostener.

—¡Cody tiene que saber!

—¿Qué tengo que saber?

La voz.

Esa voz.

Ambas nos giramos al mismo tiempo.

Y ahí estaba.

Cody.

Apoyado en el marco de la puerta, con el ceño fruncido y la mirada clavada en mí.

Silencio.

El mundo se detuvo por un segundo. O al menos, así se sintió.

—¿Qué tengo que saber, Anny?

Y ahora sí, no había más escapatoria.



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Editado: 23.05.2025

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