¿embaraza? La Nerd

Capítulo 12: Los besos, los chismes y mi crisis existencial.

Al llegar a la entrada del colegio, Cody frenó con suavidad y se volvió ligeramente hacia mí.
-Oye, cerebrito, tengo práctica hoy, pero te veré en el almuerzo, ¿sí?
Asentí con una sonrisa.
Se acercó a mí y sus labios atraparon los míos en un beso profundo, como si quisiera asegurarse de que yo estaba ahí, de verdad.
-Nos vemos en el almuerzo -murmuró sobre mis labios.
-Nos vemos -repetí, antes de volver a besarlo.
Y ahí estaba el problema. Él era una adicción para mí. Besarlo era mi mayor perdición.

Un toque en la ventana nos hizo separarnos de golpe. Di un pequeño brinco y Cody soltó una carcajada.
-Vamos -dijo con su sonrisa canalla-. Dame un pico de despedida, anda.

Bajé del auto con el corazón latiéndome en los oídos. Y sí... el mismo chico de ayer nos miraba como si se le acabara de arruinar el desayuno. Su cara decía claramente: tus estándares están en el subsuelo, bro.

Cody se despidió con un guiño y se fue directo a la cancha. Yo crucé las puertas de la escuela, y en menos de diez segundos... lo sentí.

Las miradas. Las cejas alzadas. Los codazos disimulados.
El boom silencioso del chisme explotando en cada rincón del pasillo.
-¡Oh, por Dios! -dijo una chica a mi derecha-. ¿Anny? ¿Con Cody? ¿Eso fue un abrazo o mis lentes están sucios?
-No, tus lentes están bien -respondió otra-. Lo que está sucia es mi mente, porque juraría que eso fue un beso.
Quise desaparecer. Literalmente. Convertirme en niebla y flotar lejos.

-¡MI BEBÉ! -gritó Zoe desde la distancia, corriendo hacia mí como si hubiera ganado un viaje a París.
-Zoe... baja la voz -susurré, queriendo derretirme en el piso como helado.
-¿Bajar la voz? ¡JA! Después de hacerme sufrir semanas con tu telenovela turca sin final feliz, ¿y ahora me pides silencio? ¡Cuéntamelo todo!

Nos sentamos en una de las bancas junto al patio techado. Zoe no podía dejar de moverse. Estaba como en cafeína emocional.
-Ok... -dije, respirando profundo-. Decidimos intentarlo. O sea, hacerlo funcionar.
Zoe me miró como si acabara de confesarle que había descubierto la cura del mal humor.
-¿¡Intentarlo!? ¡Anny, esto es un avance! ¡Esto es el beso en la lluvia en la película! ¡Esto es LA ESCENA!
-Lo sé -dije sonriendo, pero con ese nudo en el estómago que no desaparecía.

Zoe me miró en silencio un momento.
-¿Qué pasa? ¿Por qué esa carita de "me comí una mandarina amarga"?
-Es solo que... -dudé-. Hoy, cuando bajé del auto, uno de sus amigos me miró como si yo fuera... no sé. Un error. Algo fuera de lugar.
Zoe frunció el ceño.
-¿Quién? ¿El de cara de zapato que usa colonia de mango vencido?
-Sí, ese mismo.
-Uy no, cancelado.

Reí, pero luego suspiré.
-No es solo él. Es como si... como si no encajara. Ellos son de otro planeta. Todo el mundo los ve como si fueran los dueños del colegio. Y yo... no sé. Me siento pequeña. Invisible.
-Anny... -Zoe me tomó la mano con fuerza-. Tú puedes ser pequeña, pero lo que tienes dentro es gigante. Y si Cody no ve eso, pues que se le sequen los labios. Pero si sí lo ve, si está contigo y te elige... entonces que el resto ladre lo que quiera.

La abracé fuerte.
-Gracias, Zoe.
-De nada, telenovela turca con final feliz. Ahora, dime: ¿besa sigue besando muyy biiienn?

Me eché a reír, y por un momento, ese nudo en el estómago se aflojó un poquito.

***

Zoe y yo nos dirigimos a clase cuando sonó el timbre. Caminamos por el pasillo entre risas disimuladas, y aunque el nudo seguía ahí, sentía que se había aflojado un poco gracias a ella. Su apoyo era ese tipo de medicina que no sabía que necesitaba hasta que me la daba sin preguntar.

Pero la paz duró poco.

Apenas entramos al aula, sentí el peso de todas las miradas clavándose en mí. Como si cada pestañeo fuera un disparo silencioso. Las chicas susurraban demasiado alto como para pretender que no querían que escuchara.

—¿Viste cómo la besó? Dicen que llevan semanas escondiéndolo…

—Seguro se le metió en la cama, eso es lo único que explicaría todo.

—Cody siempre tuvo buen gusto… ¿qué le pasó?

Los chicos también me miraban. No con deseo, no con respeto… sino como si estuvieran tratando de entender qué clase de hechizo había lanzado yo para “atrapar” a uno de los suyos. Como si fuera una invasora en su reino.

Me senté junto a Zoe en el rincón más discreto posible, pero incluso ahí me sentía expuesta. Como una hoja blanca en una sala llena de grafitis.

El profesor entró y la clase comenzó, pero decir que pude concentrarme sería una mentira cruel. Las palabras flotaban frente a mis ojos sin forma ni sentido. Mi corazón latía tan fuerte que creí que el chico sentado delante de mí podía escucharlo.

Quería levantarme y salir corriendo. Esconderme en el baño. Meterme dentro del casillero y quedarme ahí hasta que el mundo olvidara mi nombre. Me sentía pequeña, tan pequeña, como una gota en medio del océano.

Mi cabeza empezó a dolerme. Una mezcla de ansiedad y vergüenza se asentó en mi pecho como una piedra. Todo lo que Zoe me había dicho hace apenas unos minutos se desvanecía bajo la presión de esas miradas. Y lo peor… lo peor era que empezaba a preguntarme si tal vez tenían razón.

¿Y si no era suficiente?

¿Y si Cody se cansaba?

¿Y si esto era solo un momento de locura para él y, cuando despertara, me viera como todos los demás me veían?

Una impostora.

Mis dedos temblaban sobre el cuaderno sin escribir, y mi garganta se cerraba poco a poco.

Tragué saliva con dificultad y parpadeé varias veces, tratando de no llorar.



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Editado: 30.04.2025

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