¿embaraza? La Nerd

CAPÍTULO 42: EL MILAGRO MÁS PEQUEÑO

Narrado por anny
La silla de ruedas avanzaba despacio, como si el tiempo también se hubiera roto dentro del hospital.

Sentía el calor de la mano de Cody sobre mi hombro.

Cada caricia suya era un ancla, un latido que me decía: estás aquí, no te pierdas.

Mis brazos temblaban. Mi cuerpo, herido y débil, parecía de cristal.

Cada pequeño movimiento era como arrastrar un universo entero.

El doctor caminaba delante de nosotros, en un silencio que respetaba algo sagrado.

Un último giro en el pasillo.

Y entonces, lo vi.

Un gran ventanal.

Una habitación bañada en una luz tibia, casi de otro mundo.

Nos detuvimos frente al vidrio.

Mi corazón se detuvo con nosotros.

El doctor extendió la mano, señalando hacia dentro.

—Es ese —susurró.

Busqué, desesperada, entre las incubadoras, entre los cables, entre los monitores.

Y allí estaba.

Tan pequeño.

Tan frágil.

Tan hermoso.

Mi pecho se quebró en un millón de pedacitos al verlo.

Era apenas un soplo de vida, envuelto en tubos, rodeado de máquinas que respiraban por él.

Su piel era casi transparente.

Su pecho, diminuto, subía y bajaba con la fuerza de un guerrero invisible.

Y aun así... allí estaba.

Aun así... luchaba.

Una lágrima resbaló sin pedir permiso.

—Es hermoso... —logré decir, mi voz apenas un suspiro.

Cody se agachó a mi lado.

Sus ojos brillaban, cargados de una emoción tan profunda que me sostuvo.

Tomó mi mano, fuerte, como si pudiera transferirme toda su fe.

—Es perfecto —susurró.

El doctor se alejó, dándonos nuestro pequeño instante privado.

Y en ese instante, el mundo dejó de existir.

Era solo nosotros.

Y él.

Nuestro pequeño milagro.

Cada detalle se grabó en mi alma:

sus deditos cerrados en un puño diminuto,

sus piernas delgadas como ramitas,

su cabecita protegida por una gorrita blanca diminuta.

Parecía un pajarito caído del nido.

Tan frágil...

Tan valiente.

Cody deslizó sus dedos entre mi cabello, acariciándome como si también quisiera reparar cada herida invisible.

Apoyó su frente contra la mía.

Respiramos juntos, como un solo corazón.

—Tan chiquito... tan fuerte... —murmuré.

Y Cody, con una sonrisa temblorosa, susurró:

—Igual que su mamá.

Me hizo sonreír, aunque mis lágrimas seguían cayendo.

Volví a mirar a nuestro bebé.

Y no sé si fue el dolor, el amor o la esperanza latiendo dentro de mí...

pero supe su nombre.

—Colyn... —dije en voz baja—. Nuestro pequeño Colyn.

Cody me miró.

Y en sus ojos, vi una promesa eterna.

—Colyn —repitió, como una oración—. Nuestro milagro.

La enfermera, a unos pasos, nos dejó en paz.

Cody besó mi mano con una ternura que me hizo temblar por dentro.

—Te prometo que te voy a cuidar. A ti. A él. Siempre —susurró en mi oído.

Cerré los ojos.

Y lo supe.

Aunque el miedo amenazaba con desgarrarme.

Aunque la incertidumbre pesara como una sombra en mi espalda.

Aunque el mundo allá afuera fuera frío y cruel...

Aquí, frente a nuestro pequeño guerrero, entendí lo que era el amor más puro.

El amor que no pide.

El amor que simplemente da.

Y en silencio, sellé mi promesa:

"Lucharía con cada pedazo de mi alma por ese pequeño milagro.



#208 en Otros
#90 en Humor
#697 en Novela romántica

En el texto hay: humor, humoe y romance, humor bebe embarazo

Editado: 30.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.