Narrado por anny
Después de que Zoe nos cubriera como una fiera con su dulzura brava, mi papá se fue de la habitación murmurando algo sobre buscar un café, aunque estaba segura de que solo quería salir a respirar.
Cody, todavía con la culpa pintada en cada músculo de su cuerpo, besó mi frente antes de salir a tomar una llamada urgente.
Así que quedamos solas: Zoe, yo, y todo el silencio pesado que nos dejó la tormenta.
Zoe se dejó caer en la silla junto a mi cama, abrazando uno de los tantos peluches que había traído para Colyn.
—¿Cómo te sientes, enana? —me preguntó, su voz ya en un tono más cálido, más nuestro.
—Cansada —admití, dejándome hundir un poco más en la almohada—. Adolorida... preocupada por Colyn... y con ganas de salir corriendo de aquí.
Zoe sonrió y me pasó los dedos por el cabello en un gesto que me recordó a cuando éramos pequeñas.
—Te entiendo. Pero estás haciendo todo perfecto. Tú, Colyn, Cody... todos luchando como un equipo.
Asentí, aunque una parte de mí sentía que apenas me sostenía.
—¿Y tú? ¿Qué tal todo allá afuera? ¿La escuela? —pregunté, intentando cambiar de tema antes de derretirme en lágrimas otra vez.
Zoe soltó una risita.
—Oh, Anny... si supieras —me miró como si fuera a soltar la bomba del siglo—. ¡Te has vuelto la nueva cotilla de la escuela!
Fruncí el ceño, confundida.
—¿Cotilla? ¿De qué hablas?
—¡Eres la novia de Cody! ¡Y ahora, la mamá de su hijo! —soltó entre risas—. No te imaginas las caras de esas tontas superficiales cuando se enteraron. ¡Fue épico! Parecían haber visto un fantasma... o peor, ¡un boleto de ruleta perdido!
Me llevé la mano a la cara, intentando ocultar la vergüenza.
—Zoe... no me ayudas para nada con eso, ¿sabes?
Ella simplemente se encogió de hombros, divertida.
—Ay, Anny, no tienes que preocuparte. ¡Te quedaste con ese chico! ¡Y para colmo, lo hiciste papá! —dijo, explotando en carcajadas.
—¡Ok! —me quejé, tapándome la cara con la manta—. ¡Eso no era el plan!
—¿Acaso tenías un plan? —preguntó, alzando una ceja.
Me asomé por encima de la sábana, derrotada.
—No.
—¡Exacto! —dijo Zoe, soltando otra carcajada que me hizo sonreír a pesar de todo—. ¡Ja, ja, ja, Anny! ¡Dios mío!
Me crucé de brazos, fingiendo estar ofendida.
—No veo la gracia en todo esto, ¿sabes, Zoe?
—¡Yo sí! —exclamó ella, abrazando el peluche contra su pecho—. Porque tú no viste sus caras. Y los cuentos que andan diciendo son de otro nivel...
—¿Qué cuentos? —pregunté, temiéndome lo peor.
Zoe agitó la mano como espantando una mosca.
—Bah, tonterías... solo exageraciones. Que si Cody te secuestró, que si estás atrapada en un contrato millonario, que si Colyn es un heredero real de una familia mafiosa... ¡Unos cuentos ridículos!
No pude evitar soltar una carcajada flojita, que me dolió un poco en la herida, pero valió totalmente la pena.
—Pero lo que sí voy a decir —continuó Zoe, mirándome con una sonrisa orgullosa—, es que amiga... ¡la rompiste! —dijo entre risas.
Fue justo en ese instante que la puerta se abrió de golpe.
Cody entró con el ceño fruncido, la mandíbula apretada y esa expresión de frustración que solo usaba cuando no podía controlar algo.
Sin decir palabra, caminó directo hacia mi cama y tomó mi mano con fuerza y cariño a la vez.
—No me dejan faltar a la reunión —dijo, soltando un suspiro exasperado—. Digamos que mi papá quiere que empiece a tener "responsabilidades".
—Mi papá se va a quedar conmigo —dije, intentando calmarlo, acariciando su mano con el pulgar.
Cody me miró como si esa idea le provocara un nudo en el estómago.
—No estoy muy de acuerdo con eso, ¿sabes?
—Cody... —susurré.
Sus ojos verdes brillaron con una mezcla de rabia contenida y amor dolido.
—Anny, no me pidas que perdone a tu papá tan fácil —murmuró—. Es tu papá, lo respeto... pero no respeto la actitud que tomó contigo... y con nuestro hijo.
Mi corazón dio un vuelco. Le apreté la mano.
—Amor... Cody...
Antes de que pudiera seguir, Zoe se incorporó de su silla como un resorte.
—¡Yo me voy a quedar con ella! —anunció con una sonrisa orgullosa.
Cody soltó una risa irónica.
—Ok, esa idea es todavía peor. Tú eres un peligro.
—¿Por qué todo es peligro conmigo? —protestó Zoe, llevándose la mano al pecho como si hubiera recibido una puñalada de drama.
Cody rodó los ojos.
—Porque sé que Anny te convence rápido, y en lo que pida, vas a correr como loca.
Zoe parpadeó, ofendida.
—¡Ah! ¿Y yo que pensaba que eso era exactamente lo que tú hacías?
Cody la miró de reojo y soltó una pequeña sonrisa derrotada.
—Ok, ok... creo que estaré en un punto medio.
—Cody —intervine, jalándolo suavemente—. Zoe se quedará conmigo hasta más tarde, y luego mi papá se quedará en la noche.
Tú tienes esa reunión y además debes descansar... recuerda que tienes que arreglar los papeles de la escuela. No puedes desmayarte también.
Me miró fijamente, buscando cualquier excusa para negarse.
—Anny...
—Ya lo decidí, Cody —dije con una media sonrisa, decidida.
Cody soltó un bufido resignado y bajó la cabeza.
—Está bien... —gruñó—. Odio cuando haces eso, ¿sabes?
Fruncí el ceño, inocente.
—¿Qué?
Él me miró intensamente, acariciando mi mejilla con sus dedos.
—Mirarme así... —susurró, bajando la voz—. Es imposible negarte algo cuando me miras así.
No pude evitar reírme. Zoe también se tapó la boca para contener la risa.
Entonces, el teléfono de Cody volvió a sonar, rompiendo el momento.
Cody soltó un suspiro más grande que su cuerpo.
—Tengo que irme —dijo, acercándose para darme un beso suave en los labios—. Te amo. Cualquier cosa... llámame, no importa la hora. Yo estaré aquí.
Sonreí, acariciándole la mejilla antes de dejarlo ir.