¿embaraza? La Nerd

Capítulo 48: Tentaciones y advertencias.

Narrado por Anny
La mañana se cuela lenta por las rendijas de la cortina, dorando suavemente el interior de la habitación. Desde la planta baja se filtran voces y risas apagadas, apenas un murmullo que rompe el silencio tibio que nos rodea. Cody está a mi lado, medio despierto, con una mano sobre su rostro y la otra descansando en el colchón, como si cualquier movimiento fuera un sacrificio.

—No puedo creer esto... —murmura con la voz ronca del sueño, girando la cabeza hacia mí—. Definitivamente prefiero cuando las mañanas eran... menos sociales.

Contengo una risa.

—Ya no vivimos solos en el mundo, Cody... y lo sabes.

Antes de que él pueda responder con alguna de sus frases sarcásticas, un llanto suave corta el aire. Colyn. Mi bebé. Nuestro bebé.

Cody suspira, se incorpora despacio y camina descalzo hasta la cuna, su figura aún marcada por el sueño, con el cabello despeinado y la espalda descubierta. Lo carga con una ternura que me derrite cada vez. Meciéndolo con delicadeza, le habla en voz baja, como si todo su cuerpo se hubiera acostumbrado ya a la fragilidad de ese pequeño ser.

Justo entonces, suena un golpecito en la puerta.

—Voy a entrar —dice mi madre, y ni siquiera espera a que respondamos antes de abrir por completo.

Cody se queda congelado en medio del cuarto: pantalón suelto de dormir, pecho al descubierto, el bebé en brazos, ojos apenas abiertos. La imagen es tan cómica como tierna.

—Bueno... buenos días —dice mi madre, alzando una ceja con una sonrisita que apenas disimula.

Se acerca, toma a Colyn con la delicadeza que solo una abuela emocionada podría tener, le da un beso en la frente y lanza una última mirada rápida antes de salir.

—Pueden seguir descansando —añade con tono cómplice, cerrando la puerta detrás de ella.

Yo ya estoy sentada, riendo por lo bajo.

—¿Viste tu cara?

—¿Viste mi pinta? —gruñe Cody, tirándose otra vez sobre la cama—. Tu mamá va a pensar que ando medio desnudo todo el día.

—Bueno... no estaría tan lejos de la realidad —le lanzo, burlona.

Después, lo arrastro al baño, porque si no lo hago yo, él se quedaría remoloneando hasta el mediodía. El agua caliente llena la ducha con vapor, envolviéndonos como en una pequeña nube. Todo es íntimo, suave, hasta que me acerco y paso el jabón lentamente por su espalda.

No lo hago con intención... o tal vez sí. Pero no puedo evitarlo. Lo miro y sonrío, y cuando mis labios rozan su cuello, lo abrazo desde atrás.

—¿Y si aprovechamos el agua caliente...? —susurro, enredándome con él.

—Anny... —su voz suena como un suspiro frustrado, de esos que luchan contra el deseo.

—¿Mmm?

—Sabes lo que dijo el doctor.

—¿Ni un poquito? —me quejo, fingiendo una tristeza exagerada.

—Ni un poquito. Dos meses. Reposo total. Y nada de maniobras tentadoras —dice con los ojos cerrados, apoyando la frente contra la pared.

Suelto una risa suave y lo abrazo con más calma esta vez.

—Está bien... Pero cuando se cumplan... prepárate. No vas a tener escapatoria.

—Estoy contando los días —responde con una sonrisa torcida, antes de darme un beso en la frente.

Más tarde, ya vestidos, nos arreglamos frente al espejo. Yo me ato el cabello mientras él ajusta el reloj. Su expresión se vuelve más seria. Lo noto. Ya no estamos en la burbuja del agua caliente.

—Hoy voy a ir a la empresa —dice sin apartar la vista de su reflejo—. Necesito hablar con mi papá y conseguir el número de la inmobiliaria. Si vamos a buscar casa, tenemos que empezar ya.

Asiento, aunque algo en mi pecho se tensa.

—¿Crees que él... te lo va a poner difícil?

—¿Mi papá? —pregunta con una mueca— Siempre. Pero ya no me puedo esconder.

Hago una pausa antes de decir:

—¿Y... el mío?

Me mira a través del espejo. La neutralidad en su rostro no logra ocultar la incomodidad que ese tema siempre le provoca.

—Voy a intentar ser cordial. Por ti. Y por Colyn. Pero no le debo simpatía, Anny. Solo respeto.

—Eso es suficiente —respondo con suavidad, apretando su mano por un momento.

Bajamos a desayunar. El olor a café recién hecho y pan tostado flota por el aire. Mamá está en la cocina, sosteniendo a Colyn mientras le da el tetero. Nos sonríe apenas nos ve.

—Mira quién llegó. La pareja estrella.

—Buenos días —dice Cody con una sonrisa que se esfuerza por ser amable.

—Buenos días —respondo yo, besando a mamá en la mejilla y acariciando la cabecita de Colyn.

Papá está en el extremo de la mesa. Al vernos, levanta apenas la vista, luego vuelve a mirar su taza.

—¿Durmieron bien? —pregunta, sin mirar a nadie directamente.

—Sí —dice Cody, tomando un pedazo de pan.

El silencio que se instala es denso. No incómodo... sino lleno de cosas que nadie dice. Aprieto la mano de Cody bajo la mesa, como si eso pudiera absorber algo de su tensión.

—¿Vas a la empresa hoy? —pregunta mamá, intentando cambiar de tema.

—Sí —responde Cody, ahora mirando directamente a papá—. Necesito el contacto de la inmobiliaria. Y también aclarar algunas cosas con mi padre.

—Bueno... —dice mi papá, dejando la taza con un golpe seco—. A ver si por fin se pone las pilas.

El comentario es innecesario. Lo sé. Y también sé que a Cody le cuesta morderse la lengua. Pero lo hace.

—Estoy en eso —responde con calma forzada.

Colyn termina su tetero. Mamá le da unas palmaditas suaves para que saque los gases. Lo sostiene con tanto amor que por un segundo, la escena parece normal. Una familia.

—Voy saliendo. No quiero llegar tarde —dice Cody, volviéndose hacia mí con una mirada más suave—. Te veo más tarde, ¿sí?

—Claro —le sonrío.

Cuando se va, mi padre lo observa hasta que desaparece por la puerta. Entonces, como si no hubiera podido guardárselo más, suelta:

—Tiene carácter, ¿eh?

—Tiene motivos —le respondo sin rodeos, mirándolo fijamente—. Pero está haciendo el esfuerzo. ¿Y tú?



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Editado: 23.05.2025

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