Federico
Me encontraba en mi casa elaborando un currículo para entregar en la empresa que trabaja papá, quería trabajar y estudiar, no me gustaba depender de nadie, tenía mucho tiempo para poder hacer ambas cosas.
—Hey tú, el imbécil de tu amigo te busca —me dice Cinthia, mi hermana, quien odiaba a Leandro.
—Podrías no ser grosera —le digo ante su falta y me blanquea los ojos.
—Solo digo lo que es y dije la verdad, tu amigo es un imbécil —vuelve a decir y en ese momento ingresa mi madre.
—Cinthia, porque tratas así al amigo de tu hermano —la reprende mamá y mi hermana se levanta de su lugar y se va a su habitación.
—No sé qué le pasa con Leandro, le caía bien y ahora lo odia —le comento a mamá antes de ir para afuera.
—Si no lo sabes tu hijo, yo menos, haz que Leandro pase, ya casi está la cena —me dice antes de salir y asiento a su pedido.
—¿Qué paso? —le consulto luego de chocar manos.
—Estoy en problemas —me dice con preocupación.
—¿Por qué?
—La noche de la graduación vino con sorpresas —se pasa las manos por su cabello y lo despeina.
—No entiendo a que te refieres —le digo desconcertado.
—Emilia está embarazada, no sé qué hacer —al oír lo que dijo, mi mundo se vino abajo, no porque iba a ser padre, sino por lo que sabía, ella estaba esperando un hijo mío.
—Pero tú dijiste que no sabías con quién dormiste esa noche.
—Y no lo sabía, hasta que ella me lo dijo, ¡no lo puedo creer! —se lleva sus manos a su rostro, en ese momento no sabía qué hacer con lo que sé.
—¿Qué vas a hacer?
—No sé, no estaba en mis planes tener un bebé, tengo todo planeado para irme de la ciudad en un mes.
—Eso lo sé, pero no puedes dejar sola a Emi, ella te necesita —no podía creer lo que estaba diciendo, yo tenía que hacerme cargo de lo que se venía, no él, pero como decía que fui yo quien estuvo con ella esa noche.
—¿Y qué hago?, ¡ayúdame!
—Ve a hablar con sus padres, no sé qué más decirte.
—Pero no quiero casarme con ella, es más, no sé si ella es la mujer de mi vida.
—No puedes huir de tus responsabilidades, Emilia te necesita más que nunca.
—Crees que no lo sé, esto es una mierda, veremos cómo hago, ahora me voy, tengo que hablar con mi padre, no le va a gustar para nada esto.
—¿Por qué no te quedas a cenar? Yo después te acompaño a hablar con tu padre —era lo menos que podía hacer por él, ya que era el causante de lo sucedido.
—Nadie puede ayudarme, lo mejor es afrontar esto solo, te lo agradezco —palmea mi espalda y se va, entonces regreso a la cocina con mamá.
Me siento en mi lugar y sigo redactando el documento en el que estaba trabajando.
—¿Y Leandro? —consulta mi madre al verme regresar.
—Tenía cosas que hacer, ya se fue —le digo y en mi cabeza no dejaba de dar vueltas lo que sucedía.
—Bueno, no importa ¿Tú estás bien?
—Sí, porque tu pregunta.
—No sé, te veo disperso, como si no estuvieras aquí, sabes que sea lo que esté pasando, puedes contarme —mi madre se sienta al lado mío y la observo un momento, tenía muchas cosas que decir, pero no encontraba la solución, aunque eso solo se resolvía con la verdad.
—Es difícil, pero creo que podré encontrar la manera de resolverlo.
—Fede, soy tu mamá, nadie más que yo y tu padre podemos darte lo que necesitas, espero que entiendas que te queremos y por eso vemos por tu bien, vamos a apoyarte en todo.
—Lo sé mamá, pero como hago, si la mujer que quiero no está conmigo —le confesé mis sentimientos sin dar nombres.
—No sé quién es esa persona, pero si puedo decirte, que eres muy joven aún, tal vez no es la indicada.
—Pero yo siento que lo es, y también sé que vamos a estar unidos toda la vida.
—Si me dices quien es, voy y hablo con ella, así no haga sufrir a mi hijo.
—¡Mamá! Ya soy grande, creo que puedo confesar mis sentimientos.
—¿Y por qué no lo haces?
—No puedo, en medio hay mucho que perder.
—Está complicado entonces.
—Así es, ya encontraré como resolverlo.
—Espero puedas con esto hijo, pero ya te dije, eres muy joven, además quien no es ahora, no lo será después —mi madre se fue, sus consejos eran porque me quería, pero la realidad es diferente, tenía que decir la verdad, pero la verdadera pregunta es ¿Cómo?
Almorzamos en familia y seguí con lo mío, pero no podía concentrarme, entonces me fui a un café en el centro comercial.
—¡Hey! ¿Qué coincidencia? —mis ojos se iluminan al encontrarme con Emilia.
—Lo mismo opino ¿Qué haces aquí? —tomo mi mochila, para darle la silla libre.
—Mi cabeza es un lío, no sé qué voy a hacer y esto me pasa por calentona —se tapa la boca y niega— Mejor olvida lo último que dije —sabía muy bien a lo que se refería, puesto que Leandro me había comentado, pero no quería obligarla a contármelo.
—Tal vez pueda ayudarte —le dije y luego cerré mi laptop y tome sus manos con las mías, en ese acto sentí tanto, que, si pudiera decirle lo que sentía, lo haría, pero no podía.
—Nadie puede ayudarme, ni mi novio, pero ese es otro tema.
—¿Qué paso con Leandro? —me hago el de no saber.
—¡Nada! Ya te dije, es complicado —suspira y sabía que era toda mi culpa.
—Insisto, cuéntame, no somos amigos.
—Si, lo sé, pero no vas a darme una solución ¿O sí?
—Quien sabe, muchas veces te ayude.
—Esto es diferente Federico.
—¿Por qué?
—A ver ¿Qué paso la noche de la graduación?
Emilia
—No dices anda, eso es porque no sabes lo que pasa por mi cabeza —lo miro a los ojos y esperaba que me dijera que recordaba nuestra noche juntos, pero como, si estaba ebrio.
—¿Por qué te enojas?, ¡no entiendo!
—Nadie me entiende, ni siquiera mi novio, que, a pesar de todo, se va a ir ¡Entiendes! —odiaba que Leandro me hiciera esto, al saber la noticia, solo pensó en él, aunque este bebé no era suyo, pero él no lo sabía.