Embarazada de mi mejor amigo

Capítulo 3

Emilia

 

Estar a solas con Federico me ponía muy boba y decía puras incoherencias.

No pude siquiera contarle que estaba embarazada, no era capaz de mentirle y decirle que el bebé que espero es de otro, cuando es suyo.

Aproveche las vacaciones de verano para alejarme un poco de todos, me había venido a la playa, en donde vivía la hermana de papá, mi tía Maite.

—¡Hola! —digo al entrar en su tienda holística.

—¡Ya voy! —grita desde dentro y sonrió al darme cuenta de que no se esperaba mi visita.

Espere un momento mientras veía todo lo que ella vendía.

—Disculpa la tardanza —dice y me giro.

—¡Hola tía! —le saludo y ella se sorprende.

—¡Emi! ¿Emilia? ¿Qué haces aquí? —corre enseguida a mí y me da un abrazo.

—Vine a quedarme todo el verano contigo.

—¿Qué pasó? ¿Tu papá lo sabe?

—Sí, tranquila, ellos me compraron el pasaje

—Okay, espero no sea una mentira, sabes que con tu padre no tenemos buena relación.

—Lo sé y nunca me dijeron el porqué.

—Son cosas de grandes Emi, algo que nunca entenderás.

—Ya soy grande, puedes contarme ahora.

—Mira, vamos a cerrar la tienda, así vamos a comer en el puerto —evadió la respuesta y fue a hacer lo que dijo.

—Podemos almorzar aquí —le pedí, puesto que no me sentía bien, las náuseas cada vez eran más seguidas.

—¿Segura? Hay un restaurante de mariscos, sé que te gustan y el día está hermoso para cenar fuera.

—Sí, pero estoy cansada por el viaje, prefiero estar aquí.

—¡Está bien! Vamos a pedir al domicilio.

—¡Perfecto! Pero quiero algo liviano —me mira y se acerca.

—¿Pasa algo? Por favor, dímelo —en ese momento no aguanto las náuseas y salgo corriendo al baño en donde bote lo poco que tenía en el estómago.

—¿Emi estás bien? —golpea la puerta mi tía y enseguida salgo.

Ella estaba sería y esperaba una respuesta de mi parte.

—Hay algo que no te dije —no podía seguir ocultando la verdad.

—¿Tus padres lo saben? —se cruza de brazos y niego ante su pregunta.

—Nadie, solo mi amiga y mi novio.

—Tienes que volver a tu casa y hablar con tus padres, esto es delicado, un embarazo no puedes ocultarlo siempre.

—Me van a odiar, ¿y si papá me corre de casa?

—Tu padre te ama Emi, eso no va a suceder, además huyendo a buscar ayudar en otro lado, no es la solución.

—¿Y qué hago?

—Regresa a casa, y habla con ellos.

—Y si no lo hago.

—Me veré obligada a hacerlo por ti, no es un juego tener un bebé, esto va a cambiar tu vida.

—¡Ya la cambio! —dije con pesar, ya que aún no le dije toda la verdad, y era mejor así, que todos crean que el bebé es de Leandro.

—Hay Emi, ¿por qué hiciste esto? —se lleva su mano a la cabeza mi tía.

—No fue premeditado, si me preguntas, sucedió así, no me espere tener un bebé tan joven.

—Como sea que sucedió, ya está, el bebé existe, está noche dormirás aquí y mañana a primera hora regresas a tu casa, hablas con tus padres y les dices la verdad ¡Okay!

 

Cinthia

 

Mi plan no había funcionado, poner somníferos en las bebidas de los amigos de mi hermano y el de él, no salió como espere, puesto que logré acostarme con Leandro, perdí mi virginidad con el amor de mi vida, pero aun así, no pude conquistarlo.

En mis manos tenía una prueba de embarazo positiva, como hacía ahora, con 16 años y embarazada.

Di muchas vueltas en mi habitación y decidí que lo mejor era buscar una solución a mi problema.

—Necesito tu ayuda —le digo a mi mejor amiga Madison.

 

Federico

 

—¡Mamá! —la llamo y la busco en el jardín, en donde estaba regando sus flores.

—¿Qué pasó? —no sabía cómo decirle lo sucedido con mi hermana— Por favor Federico, ¡habla! Me estás asustando.

—¡Es Cinthia! Sufrió un accidente…

Al darle la noticia que recibí de parte de Madison, fuimos con urgencia al hospital en donde estaba hospitalizada.

Al llegar nos dijeron que la tenían en cirugía, que bien tengan noticias de ella nos iban a decir.

—Vine lo más rápido que pude ¿Qué paso? —pregunta mi padre al llegar.

—La choco un auto, ella no sé, no lo vimos —nos contó entre lágrimas Madison.

—¡Tranquila! No fue culpa de nadie —la consuela mi madre, quien la tenía abrazada.

—La espera se hizo larga, hasta que por fin salieron los médicos.

—¿Cómo está mi hija doctor? —es lo primero que pregunta mi madre al médico que salió a darnos el informe.

—Buenas noches, su hija está bien, la cirugía fue un éxito, pero lamento decirles que el bebé no se salvó.

—¿Qué? —exclamo mi padre asombrado.

—No doctor, usted se equivocó, mi hija tiene 16 años, ella no está embarazada —le explico mi madre y el médico reviso la carpeta.

—Lo siento, pero su hija Cinthia Brown, de 16 años, estaba gestando un embarazo de 4 semanas, debido al fuerte impacto que sufrió, perdió al bebe, el cual ya fue extraído de su útero.

Mis padres no salían de su asombro ante la noticia, yo menos y lo peor no era eso, sino de que yo también iba a ser padre, tenía que encontrar la manera de hablar esto con Emilia, tenía el deber de hacerme cargo de mi hijo.




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