Embarazada de mi mejor amigo

Capítulo 5

Federico

 

Emilia no me la hacía fácil, ella me veía como su amigo, y eso no estaba bien, yo quería ser más que eso.

Nunca entendí como es que ella terminó siendo novia de Leandro, son tan opuestos, pero, aun así, lo eligió a él, por sobre de mí.

Ella se quedó hoy en casa, ya que estaba solo y acepté su compañía, tuve que cocinarle algo diferente, puesto que la pizza no le gustaba.

—No soy el mejor cocinando, pero me defiendo bastante bien —había preparado omelette con arroz, no era un menú espectacular, pero al menos es algo.

—No te preocupes, ya te dije que no debías hacer nada, con un sándwich de queso estaba bien.

—No puedo no hacer nada, además en tu estado… —en ese momento me doy cuenta de que hable de más, ya que ella nunca me dijo de su embarazo.

—No te calles, hablas de mi embarazo ¿Verdad?

—Lo siento Emi, no quise, pero ya sabes.

—Si, no te preocupes, además era obvio que Leandro te lo iba a contar.

—Es verdad, lo supe siempre, solo que esperaba que tú me lo digas.

—Paso todo tan rápido, que no pensé más que en mí y mis padres, por suerte ya hablé con ellos.

—Te entiendo, descuida, ahora come, se va a enfriar —señalo la comida que está sobre la cama en una bandeja.

—Bueno, pero si comes conmigo, además hiciste mucho.

—¡Exagere un poco! Es que como ahora comes por dos —ella esbozó una sonrisa, la cual me gustó, deseaba tanto ser el dueño de sus amaneceres.

—Mi bebé apenas es un granito de arena, o algo así me explico la doctora que me hizo la ecografía.

—¿Ya te hiciste una ecografía?

—Si, cuando supe del posible embarazo, la hice.

—¿La tienes aquí?

—¡Sí! ¿La quieres ver?

—¡Claro! —se baja de la cama y busca en su bolso, saca de allí un sobre blanco y me lo extiende.

—¿Este es el bebé? —señalo en la imagen gris.

—Si, te dije que era un granito de arena, además viste que hermoso.

—Si se parece a ti, será el bebé más lindo del mundo.

—¿Tú crees? Porque puede parecerse a su papá.

—No te gustaría que se parezca.

—Sí, mucho —enseguida me quito la ecografía de la mano y la guardo nuevamente en su bolsa.

—¿Qué pasó?

—¡Nada! Solo que soy un poco celosa.

—Está bien, ahora cuéntame ¿Y Leandro?

—¿Qué pasa con él?

—Es el papá de tu bebé

—Sí, ¿y qué?

—No sé, ¿cómo están?

—Estamos y no estamos, desde la noticia del bebé estuvo alejado, y prefiero que sea así.

—Ya veo, pero que van a hacer, cuando el bebé nazca.

—Yo viviré en mi casa, él no sé, además no creo que sigamos, no está conmigo como quisiera y no voy a rogarle para que se haga cargo de nuestro hijo.

—Eso está mal Emi.

—Hay tantas cosas mal Fede, pero no podemos controlar el universo, es lo que es y no hay vuelta atrás, ahora cuéntame, ¿qué le paso a Cinthia? —me cambia de tema y prefiero no seguir indagando.

—Ella está en coma, debido al fuerte impacto que recibió.

—Te juro que cuando mamá me contó lo sucedido, no lo pude creer.

—Fue muy traumático todo, el accidente, la pérdida y ahora esto.

—¿Qué pérdida Federico? ¡Ella está viva!

—Lo sé, pero no me refiero a esa pérdida, Cinthia estaba embarazada.

—¿Cómo? Pero ella es una nena.

—Es así, ella estaba embarazada de un mes, por el impacto perdió al bebé.

—No sé qué decirte.

—Con tu compañía haces mucho —tomo de su mano y ella apoya su cabeza en mi hombro.

—¿Y el papá del bebé? Porque me imagino que él sabe que ella estaba embarazada.

—No sabemos nada, hable con Madison, pero ella dice no saber nada.

—Qué mal plan, espero que Cinthia se recupere pronto y vuelvas a sonreír —bese su cabeza y nos quedamos un rato así.

 

Emilia

 

—Creo que ya es hora de irme —me doy cuenta de lo mal que hacía, no podía estar aquí, en la habitación de Federico, sabía muy bien que él es el papá de mi bebé, pero para los demás es Leandro y no podía sembrar chismes mal fundados.

—¡Quédate! Ya es muy tarde —me dice mientras mira la hora en su reloj.

—No, que van a pensar tus padres.

—¡Que cuido a mi amiga! —me dolía tanto escuchar que solo era esto, una amiga en quien apoyarse y nada más, cuándo moría por mucho más.

—Igual no está bien, mejor me voy —me levanté de la cama y él tomó mi mano para frenarme.

—Insisto, quédate —de manera involuntaria me acerco a él, quedamos a escasos centímetros, moría por probar sus labios, pero no podía, menos ahora que él sabía de mi embarazo, iba a pensar cualquier cosa de mí.

—Yo no… ¿Dónde dormiré?

—¡Aquí! En mi cama —me sorprendo al oír su propuesta.

—No es correcto Fede, por favor, llévame a casa —le insistí y accedió a mi pedido.

Durante el viaje fuimos en silencio, al parecer mi negativa no le gustó, pero no quería crear problemas.

—¡Ya llegamos! —me avisa y al ver al frente me doy cuenta de que estamos en mi casa.

—¡Gracias! —le digo y me acerco a darle un beso en la mejilla.

—Disculpa mi atrevimiento, no quise incomodarte —sus palabras tan sentidas me llegaron al corazón, el cual me decía que era una mala persona, por no ser honesta con él.

—Sabes que, si me hubiera quedado, pero ahora todo cambio, me voy, que papá ya está esperando por mí —señalo la puerta en donde mi padre nos observa, enseguida Fede levanta la mano y se saludan.

Baje del auto y me quedé en el porche ver cómo el amor de mi vida se alejaba, cuando las luces de su coche ya no se veían pase dentro con papá.

—¿Cómo estás? —me consulta papá al entrar.

—¡Bien! Puedo saber ¿por qué saliste afuera?

—Quería ver con quién venías, ¿está mal?

—No, solo fue curiosidad, me pareció raro verte fuera.

—Te amo hija y siempre te cuidé, ya muy pronto sabrás lo que te digo.




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