Embarazada de mi Vecino.

Capitulo 4.

     Incluso a través de la puerta aún era capaz de escuchar las voces de ellos y por alguna extraña razón, pegue mi oído a la madera para poder escuchar mejor su conversación; sabía que estaba totalmente fuera de lugar, pero necesitaba saber que estaba pasando.  

-Ian, parece que no estuvieras de acuerdo con esto. Creí que esto es lo que ambos buscábamos. 

-No Tania, definitivamente no es como lo había imaginado ni como quería que pasara.  

-¿Entonces me estás diciendo que el hecho de que ahora seamos noticia está mal?  

-¿Qué parte de estar así de expuesta es la que te gusta? 

-¿Qué te parece la de que ahora todos sabrán de nuestro compromiso? ¿A caso no es eso lo que buscábamos? 

-Ya, no digas más. Discutiremos esto dentro.  

    La frase “nuestro compromiso” fue como una estocada directa al corazón dejándome sin aire por un momento. ¿Cómo era posible que estuviera comprometido?  
 
     En mi fase de negación, como en todo proceso de rehabilitación y superación, busque e inventé todo tipo de ideas que me indicaran que había oído mal. Entonces tome el celular de mi bolsillo y mis dedos volaron por la pantalla mientras ponía Ian Garrett y Tania en el buscador. Si se habían hecho tan famosos como ella presumía, seguro que en internet había algo sobre ellos.  

    Efectivamente, Tania tenía razón, al parecer se habían convertido en la pareja más famosa del internet en cuestión de horas; al parecer ambos pertenecían a familias respetadas dentro de la sociedad. Tania era hija de un reconocido juez penal, mientras que Ian Garrett, bueno, su familia tenía un buffet de abogados reconocido en Manhattan. Al parecer, el compromiso de estos dos era algo que las familias llevaban esperando desde hacía muchos años. Según amigos cercanos, la pareja era estable y firme con grandes metas y sueños por cumplir y bla… bla… bla… 

     Deje de leer cuando mis ojos comenzaron a arder pronosticando lágrimas nuevamente. No podía enfadarme con él, yo le había dicho que viera lo nuestro como una simple amistad, pero al momento de descubrir mi embarazo aún conservaba la esperanza de que… ¿De qué? No sabía, solo sentía ganas de cobijarme bajo las mantas y no abrir mis ojos hasta la mañana siguiente dónde todo esto sería parte del pasado. Pero aún tenía hambre y debía ir por comida.  

     Me miré en el espejo para asegurarme de que mis ojos ya no estaban lagrimosos y me prometí no derrumbarme frente a nadie.  

    Abrí la puerta y me asomé queriendo ver si había alguien en el pasillo, pero a parte de una señora mayor con bolsas de compra no había nadie más. Cerré la puerta del apartamento y me encamine al ascensor, pero alguien lo estaba utilizando por lo que debería esperarlo.  

-Ian, en serio, no le veo lo malo. 

    Esa era Tania, otra vez. Quería que la tierra me tragara en ese mismo momento; busque a mi alrededor por recoveco dónde poder esconderme, pero por supuesto en mitad de un pasillo no había mucho donde esconderse. Solté mi pelo de la cola de caballo y lo sacudí para que cubriera mi rostro como una especie de cortina; un movimiento como ese llamo la atención de mis indeseables vecinos.  

-Ay mujer. ¿Estás bien? 

    La voz de Tania sonaba demasiado cerca para mi gusto, debían de estar esperando por el ascensor, por supuesto que no viajaría con ellos. Asentí con la cabeza sin emitir palabra como respuesta a la pregunta de Tania, pero algo me decía que esa chiquilla era persistente y entrometida.  

-Pues déjame decirte que no pareces nada bien.  

-Tania cállate y déjala en paz. 

-¿Pero que hice de malo Ian? Solo me preocupo por ella, pobrecita. -Luego bajo la voz, o al menos fingió un susurro que hasta la segunda planta la abría podido escuchar.- ¿Ves su figura? Creo que está deprimida por su peso, yo también lo estaría en su lugar y más sabiendo que mi carrera depende de mi silueta. 

-¡Ya! Es en serio, cállate de una vez. ¿Crees a caso que las personas no te oyen? 

   Ian sonaba realmente enojado y en mi interior los sentimientos de abrazarlo y agradecerle por defenderme, se entre mezclaban con mis ganas de abofetearlo. Pero una vez más; ¿Por qué rayos lo golpearía? Él no tenía la culpa de nada, solo de haber ignorado mis llamadas; de eso si podía culparlo. Sentí una mano posarse sobre mi hombro y una corriente de electricidad se expandió desde su tacto a mi vientre. 

-Disculpe a mi indiscreta amiga, ella no quiso ofenderla de ningún modo. 

-¡Por supuesto que no! ¿Y que es eso de “amiga”? ¡Oye tú!  

  Ella le gritó cuando él no le respondió, mientras tanto, mi respiración estaba atascada en mi garganta y mis manos comenzaron a temblar por nervios.  

-¿Segura que está bien señorita?  

     Ian se paró junto a mi y yo gire el rostro hacia el lado contrario. Justo en ese momento las puertas del ascensor se abrieron y creí que era mi salvación, pero estaba lejos de serlo.  

-¡Hana, mira quién demonios está aquí! 

     Una Samanta muy emocionada y prácticamente aupada a su novio Jon grito entusiasmadamente mientras señalaba a Matt, quién estaba parado junto a ella. Pero Matt no estaba para nada feliz, sin seguir su mordaz mirada podía adivinar porque era su humor; entonces hablo y su voz fue tan fría como el mismísimo hielo. 

-¿Qué carajos haces tú aquí? 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.