Hana.
Mientras los chicos se peleaban por quien elegiría la película de esta noche, yo estaba en el ventanal del balcón observando como la noche que había sido estrellada un momento antes, ahora se convertía en un cúmulo de nubes grises.
-¿Hana estás bien?
La voz de Jon era tan suave y reconfortante que llegaba a comprender porque Sam tenía ese extraño fetiche de dormirse por las noches mientras Jon le describía historias ficticias y otras reales.
-Si, es solo que…
-Tranquila, no tienes que decirme si no te sientes cómoda, pero para que sepas, Samanta ya me contó sobre Ian y…. El resto de la historia.
Suspiré sin saber si debía o no abrirme ante Jon; no es que no confiara en él, pero en toda mi vida solo había tenido a Samanta y Matt como confidentes; mi padre había fallecido durante una noche de servicio mientras patrullaba en la ciudad y mi madre…. No había hablado con ella desde el mismo día de mi cumpleaños cuando cumplí los 18 y me fui de la casa. Ella tenía sus problemas y yo llevaba 6 años lidiando con ellos hasta que ya no pude hacerlo más. En ese entonces arme mis bolsos y fui a lo de Sam con su familia donde fui bien recibida
Miré a los ojos de Jon y solo pude ver bondad y comprensión por lo que suspiré y comencé a contarle toda la historia, pero desde mi punto de vista. Cuando termine, Matt y Samanta ya no pelearon y acordaron ver Destino final 5, una película con 0% de romance y un 100% de muertes absurdas e inexplicables, pero que aún nos seguían atrapando con su trama y podía decirlo ya que íbamos por la quinta película de la saga.
- ¿Estás bien Hana?
La voz de Matt me llegó y podía decir que su preocupación era genuina y real, algo que no estaba fuera de lo normal, pero entonces recordé su comportamiento unas horas atrás y un nudo se formó en mi garanta.
-Si, claro, estoy perfecta.
Él solo suspiro y siguió mirando el final de la película, mientras que Samanta y Jon se besuqueaban en el sofá largo. Al finalizar la noche de cine, se había hecho tan tarde que Sam y Jon se quedaron a dormir y estuve agradecida ya que al ser la primera noche allí, no me sentía del todo cómoda.
A la mañana siguiente me desperté con el aroma a café filtrándose por debajo de la puerta y las cortinas del gran ventanal de mi habitación abiertas. Dejándome ver un cielo gris y altamente nublado; un clima que odiaba desde mi más temprana edad y por lo que las nubes indicaban, iba a llover, pero una tormenta eléctrica le haría de compañera a la lluvia.
Cuando entre en la cocina, fui bien recibida por una bandeja con mi desayuno recién servido y una pequeña nota junto a una flor fresca.
“Espero te gusten las tostadas con mantequilla de maní que prepare y el café es sin cafeína, por el bebé. Cuando regrese, tenemos que hablar.
Con cariño; Matt.”
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Editado: 21.03.2024