Embarazada de mi Vecino.

Capitulo 9.

    Tener a Ian tan cerca era una bendición al igual que una tortura; lo tenía, pero a su vez no y eso me estaba matando. Él se ofreció a revisar la electricidad y me dejó en el sofá esperándolo junto con un pequeño foco que había traído consigo; al parecer la luz se había ido en todo el edificio y él junto otro hombre bajaron a revisar los fusibles. Pero antes había ido a la terraza para indagar que es lo que había golpeado antes, resultó ser un pequeño gato perdido y asustado por la tormenta. Ahora la bola de pelos estaba enroscada en mi alfombra mientras se lavaba con su lengua. 

-¿Es que no has tenido suficiente baño por hoy? 

    Me miró con sus anormalmente grandes ojos y me lanzó un tierno maullido a modo de respuesta y luego continuo lamiendo sus patas delanteras y pasándolas por su cara.  

-Sabes, siempre quise tener un gatito y tu al parecer no tienes dueño; ¿Verdad?  

   Él solo continúo lamiendo su cuerpo y en medio del silencio su ronroneo comenzó a cobrar fuerza y volumen. Cuando decidió que ya estaba limpio, arqueó su cuerpo y estiró sus patas y de un brinco subió al sofá para regresarse en mi vientre. Yo le devolví el gesto y en ese momento la luz regreso. El pequeño gatito de un color gris ratón y con ojos amarillos me miró sorprendido y luego maulló como queriendo decir algo. 

-Por supuesto, debes tener hambre, no solo estás mojado también estás hambriento. Ven, veamos que tengo por aquí para ti pequeño.  

    El gato me siguió a gusto y se paseaba de un lado a otro de la cocina ansiosamente a la espera de su comida, pero por más que revisara en las puertas de la alacena de abajo, no lograba encontrar nada apetecible para el pequeño.  

-Lo siento pequeño, pero también soy nueva aquí y no sé dónde puede haber atún, pero creo que en la alacena de arriba debe ser el lugar indicado.  

    El gato se refregó en mi pierna ansiosamente y un delicado Miau me hizo saber que no se iría a ningún lado. Visualmente tome la distancia que me separaban del piso a la puerta de la alacena y de inmediato descubrí que no llegaría a ella por mis propios medios y en su lugar debería recurrir a una banca. Tome una pequeña que había junto a la isla se cocina mientras el gato me seguía de cerca ronroneando todo el tiempo. Coloqué la banca en el sitio y me subí en ella; mi alegría de haber logrado abrir la despensa se esfumó al ver que las latas de atún estaban en el segundo estante y hacia atrás, como la banca era de altura pequeña ya que en realidad era para separar un macetero del suelo, seguía sin llegar a ella. Probé estirando mi brazo al máximo y aún así no lo conseguí. De repente, un brazo se extendió junto al mío y tomo dos latas de atún. 

-Creo que esto es lo que estabas buscando.  

   Me gire y me encontré cara a cara con Ian; estábamos tan cerca que podía verme reflejada en sus brillantes ojos que por alguna razón estaban tristes y melancólicos. Tuve que contener mis ganas de abrazarlo y preguntarle que era lo que nublaba su mirada de ese modo; él ya tenía a otra que hacía eso y que podía consolarlo. Sonrió a medias mientras dejaba las latas en la mesada y regreso sus ojos a mí. Entonces observó que estaba parada sobre una pequeña banqueta y frunció el ceño en desacuerdo. 

-¿Si estás consiente de que no deberías estar ahí arriba?  

   Incluso antes de que pudiera decir una excusa que estaba segura sonaría igual de patética en mi mente que en voz alta, Ian paso un brazo por mi cintura y otro por el doblez de mis piernas y me cargo en sus brazos. 

-¡Ay! 

    No pude evitar dar un grito de sorpresa e inmediatamente me tape la boca con ambas manos. Ese simple gesto provocó una hermosa risa en Ian; podía apreciar el sonido en el aire y a través de su pecho, exactamente el lugar donde estaba mi cabeza en ese momento. Quería que el tiempo se detuviera en ese mismo instante y así lograr quedarme inmersa en el calor de su cuerpo, quería crear un modo de que su fragancia natural a pino y bosque se pudiera capturar y conservar en un frasco para que me acompañará a dónde fuera, pero más que nada; quería crear un lugar en dónde Ian y yo estábamos juntos nuevamente y éramos realmente felices.  

-Creo que en el sofá estarás bien. 

    Cuando Ian hablo me di cuenta que todo ese tiempo yo había estado soñando con los ojos cerrados. Cuando me dejó suavemente en los cojines, sentí un sabor amargo en mi paladar y las palabras “etiquetemos esto como una amistad” regresaron a mi mente para burlarse de mí.  

-¿Debo imaginar que el atún es para el gato? 

    Ian me insistió con la mirada al ver que tardaba en responder. 

-Si. Es que estaba hambriento y… 

-¿Para que hablar en pasado si aún lo está?  

     El gato ahora estaba parado en dos patas frente a Ian que sostenía una de las latas y la estaba abriendo para dársela.  

-¿Ya pensaste que harás con él? 

-De hecho, pienso adoptarlo si no es de nadie. 

-Por lo que veo no tiene dueños, así que… Será muy afortunado de tenerte. -Sus ojos se cubrieron con una sombra de celos y tristeza. Y por loco que sonara, pensé que sus palabras tenían un doble significado.- Serás una excelente dueña y madre por supuesto. Felicidades por cierto. 

-Gracias.  

     Ian abrió la segunda lata cuando el gato vacío la primera y acarició su lomo. Entonces se puso de pie y camino hacia el sofá donde yo estaba. 

-¿Estás bien o necesitas algo de comer, beber? 

-No, estoy bien, gracias. 

-¿Puedo? 

    Dijo al tiempo que señalaba el lugar junto a mí en un cojín libre. 

-¡Si! ¡Por supuesto! 

   Mi voz sonó más emocionada de lo que quería e inmediatamente quise abofetearme.  

-Te escribí un correo. Nunca respondiste. 

-¡No sabía! Es decir, lo acabo de leer. No había revisado mi correo en meses… 

-¿Entonces no te llegó el mensaje de que había perdido mi teléfono? 

-No hasta ahorita.  

-Oh. 

    El silencio volvió a instalarse y no era uno cómodo en realidad así que intenté romper el hielo. 

-Así que… ¿Lograron solucionar el corte de luz? 

    Ian me miro sorprendido y entonces comenzó a reír, pero no era una risa divertida. 

-¿Es en serio? De todo lo que hay para hablar y aclarar entre nosotros ¿Y me preguntas por la luz del edificio?  

-¿Cosas para hablar nosotros? 

-¡Si Hana! ¡Cómo el hecho de que nos reencontramos meses después y me ves comprometido con otra mujer! ¿¡Y que hay del hecho de que ahora sales con Matt!? Quien por cierto es o era tu mejor amigo. ¡Y aún mejor! ¡Que estás embarazada! Por cierto; ¿Cuántos meses de embarazo tienes? 

    Sentí el miedo comenzar a surgir para hacerse cargo de la situación. Si le decía que llevaba 8 meses de embarazo, él sacaría las cuentas y llegaría a la conclusión de que en realidad era el padre 
 




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