Lo único que se escuchaba era el sonido de las agujas del reloj y el rozar del lomo del pequeño gato contra los muebles de la sala. Matt estaba sentado en el sofá de cara a mi, pero ninguno se atrevía a mirar al otro y llegó un momento en el que me frustre tanto que rompí el silencio.
-¿Por qué actúas de ese modo Matt?
Él me miró como si me hubiera salido un tercer ojo y en su rostro se dibujaba la obviedad de la situación; puede que para él fuera fácil de entender, pero no para mí.
-¿Estás bromeando?
Sabía que su pregunta era retórica, pero aún así negué con la cabeza sintiendo la necesidad de demostrarle mi confusión.
-Es que… él… Ian…
Sacudió la cabeza con frustración mientras pasaba sus manos por el alborotado y húmedo cabello recién lavado.
-Eso que no puedo soportar la idea de verlo riendo contigo como si nada hubiera pasado.
-Respecto a eso; él si me escribió. Lo hizo al correo para informarme que había perdido su teléfono y en el correo me paso su número nuevo, pero ese mensaje lo leí apenas hoy.
La cara de Matt no tenía modo de poder describirla con palabras y era entendible ya que se había pasado los últimos meses odiando a Ian por ignorar mis llamadas y mensajes.
-Entonces, no es un desgraciado; al menos no del todo. Pero, aún así, no me gusta verte así con él.
-¿Así cómo?
-Como una colegiala enamorada; no me gusta que él te guste, si yo estoy aquí.
Y ahí estaba; esa mirada de cachorro abandonado junto con esa frase, era el puntapié que necesitaba para abordar el tema delicado.
-Matt.
-¿Si Hana?
-¿Recuerdas como fue que nos conocimos?
-¡Cómo olvidarlo! Apenas eras una chiquilla de secundaria que creía estar locamente enamorada de mi; recuerdo que me declaraste tu amor en la cafetería frente a todo el alumnado.
-Si… y tú tuviste la amabilidad de no humillarme frente a todos.
-Si, recuerdo que Sam casi me rompe las piernas cuando te saque de allí para hablar a solas en las gradas. Ella nos siguió y escucho cuando agradecí tu declaración, pero la rechacé y a cambió te ofrecí mi amistad.
-Exacto, y lo hiciste muy amablemente debo agregar. ¿Y recuerdas lo que dijiste la noche en que conocí a Ian en la discoteca?
-¿Sobre qué?
-Deberías que me ves como una hermana.
-Oh, eso.
-Si, eso Matt. Sinceramente, no creo que tus sentimientos y tu forma de verme durante los últimos 9 años haya cambiado de la noche a la mañana en tan solo 8 meses. Lo que creo, es que te sientes culpable y responsable por mi embarazo y quieres asumir un papel que en realidad no te debe ser impuesto a la fuerza. Te recuerdo que un bebé se hace entre dos y a mi nadie me obligó a acostarme con Ian. Además, tú puedes seguir ayudándome, podemos compartir el apartamento y por supuesto puedes ser una figura masculina para el bebé, pero no necesitas verme como algo más de lo que en realidad sabes que soy para ti.
-Pero Hana yo…
-Tranquila entiendo, de verdad, pero ahora entiéndeme tu a mi. Estamos bien como amigos y créeme, me sentiría horrible sabiendo que si me pides salir solo será por culpa o lastima y en el fondo ambos seremos infelices y lo sabes.
-Tienes razón, no se porque no lo pensé antes con claridad.
-Por que eres tú y siempre quieres protegernos a Sam y a mi. Aún recuerdo cuando fingiste ser su novio para darle celos a su ex cuando lo vimos con otra al día siguiente de haber roto con ella; y a eso voy yo, tu te sientes tan responsable de nosotras que siempre estás ahí con una curita en la mano para sanar cualquier herida que tengamos y responsabilizarte de aquello que no es tu culpa. Por eso se que tus sentimientos hacia mi siguen siendo de amistad; una pura y hermosa amistad que aprecio demasiado.
Matt se quedó en silencio mientras observaba sus manos inquietamente y temía haber dicho algo que lo hubiera herido, pero entonces elevó su rostro y me sonrió ampliamente y en sus ojos distinguía el brillo infantil que tanto amaba en él.
-¡Pero siempre serás mi Minions!
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Editado: 21.03.2024