Embarazada de mi Vecino.

Capitulo 18.

    Incluso a la mañana siguiente el sabor amargo por lo sucedido el día anterior aún estaba en mi paladar.  No solo había sido lo de Tania y lo de mi madre, era toda la situación en sí.  

    Cuando le conté lo sucedido a Matt, no pude disuadirlo e insistió en salir a la calle y recorrer la manzana en busca de ese tipo raro a pesar de haberle dicho unas cuantas veces que ya no debía estar cerca.  

-Quiero verificarlo yo mismo. 

    Fue lo que me dijo antes de desaparecer por la puerta para regresar una hora más tarde con una bolsa de camiseta en sus manos. 

-¿Qué es lo que traes ahí? 

    Él no me respondió y en su lugar me entregó la bolsa con urgencia mientras refregaba su nuca con exasperación. 

-Eso te será útil para situaciones similares en el futuro.  

    En el interior de la bolsa descansaban una pequeña picana junto a un aerosol de gas pimienta. Lo miré a los ojos creyendo que era una broma, pero entonces la preocupación y la culpa habían eclipsado la usual alegría en ellos. 

-Hana, hablo en serio cuando te digo que no quiero que salgas sola del edificio y menos que te alejes de este. ¿Te imaginas lo que podría haber sucedido si Ian no hubiera aparecido? Yo no quiero ni pensarlo, la sola idea me hace volver loco y la culpa se entremezcla con la rabia y siento que mi cabeza va a explotar. 

-Pero ¿Culpa porque o de que? Tu no tienes nada que ver. 

-¡Claro que sí! Paso mucho tiempo en el restaurante y te dejo aquí sola todo el día y a veces olvido que hay todo tipo de peligros ahí fuera y un sinfín de maníacos, y tú madre también anda por ahí. Debería prestarte más atención y no dejarte tanto tiempo en soledad. 

    A pesar de mis arduos intentos por tratar de convencerlo de que nada de lo sucedido ese día había sido su culpa, Matt insistió en lo contrario y me hizo prometerle que no saldría sola y de hacerlo por una situación de emergencia que llevaría el gas y la picana. Solo después de prometerlo él dejo el tema de lado. 

    Y hoy por la mañana antes de marcharse me recordó la conversación que habíamos tenido en la noche y me insistió en que no dejara el edificio. Así que ahora me sentía como una prisionera indirectamente y al parecer él pequeño gato intuía el estrés que eso me provocaba e intentaba distraerme con sus maullidos y ronroneo.  

    Luego del almuerzo comencé a leer una novela, pero un dolor fuerte en el vientre me desconcentro y terminé por dejarlo. Miré el reloj en busca de tomar el tiempo por si otra punzada se hacía notar, pero nada ocurrió y decidí que saldría a caminar al pasillo. Cuando salí del apartamento las puertas del ascensor se abrieron y dejaron a la vista a una pareja muy acaramelada que prácticamente se lo estaban montando allí mismo. Ella estaba contra la pared del fondo del ascensor y sus largas piernas abrazaban la cadera de su pareja quién parecía ser un hombre alto y fornido. Las manos de la chica recorrían el cabello y la nuca del joven mientras él la tomaba de los muslos y la elevaba en el aire para sacarla del ascensor. Aparte la vista para que cuando se voltearan no fuera evidente que los había estado observando, pero era más que imposible ignorar los casi gemidos de la chica. Me puse a tontear con el teléfono mientras me alegaba de la puerta e iba hacia el otro lado del pasillo para dejar el pasillo libre para que así les fuera más fácil pasar a los enamorados.  

    Entonces ellos se detuvieron junto a mi apartamento y ella deposito sus piernas en el suelo para voltearse a la puerta y abrirla. Solo cuando comprendí que era al apartamento de Ian al que estaban ingresando fue que logré adivinar que la chica pulpo era Tania. Al parecer ella adivinó que la estaba observando y sus ojos me atravesaron como si estos fueran un par de dagas afiladas y me sostuvo la mirada incluso cuando su “enamorado” se asomo desde el interior del apartamento y le abrazo la cintura. 

-¿Vas a venir preciosa? 

-Si claro, pero antes debo arreglar un asunto. Mientras tanto vete poniendo cómodo, pronto te alcanzo no me llevará mucho tiempo. 

-Esta bien, pero no te tardes.  

    Ella asintió con la cabeza y en ningún momento sus ojos se apartaron de los míos y el pobre muchacho incluso me dedico una mirada de pena al comprender que su compañera quería arreglar algún asunto conmigo. En cuanto él se metió al apartamento, me encamine hacia el mío para intentar escapar de Tania, pero por supuesto eso me fue imposible y ella se colocó frente a mi puerta evitándome el paso. 

-¿A dónde crees que vas? 

-Solo a mi apartamento y si te apartas sería muy amable de tu parte. – Al ver que ella no se movía suspiré.- Mira, lo que tú hagas me trae sin cuidado así que puedes estar segura de que no le diré nada a Ian.  

    Ella entonces se rio como si hubiera contado el mejor de los chistes. 

-Vaya, que irónico. La verdad es que es a mi a la que le importa poco si le vas o no con él chisme. A decir verdad, en cierto modo te envidio. 

-¿A mí? ¿Por qué? 

    La verdad si estaba muy desconcertada por esas palabras y aunque si me habría gustado una extensa y detallada respuesta a eso, la verdad es que deseaba que la conversación terminara pronto ya que las puntadas habian regresado.  

-Si, a ti. Eres una mujer hermosa y muy lista, pronto serás madre. Pero sin duda lo que más envidio de ti es la lealtad que tienes de tus amigos y el amor con él que te mira Ian. Además, jamás logré que sus ojos brillen con tal intensidad como cuando habla de ti o siquiera te ve.  

-¿De que estás hablando? Él y yo no somos nada, él es tu prometido y te juro que yo no… 

-Ja,ja,ja. Tranquila mujer, la verdad es que estoy al tanto de su historia de amor y la verdad es que me encantaría tener una así algún día. Se que me he comportado como una loca perra, pero es que me daba rabia el que tú acapararas la atención de Ian mientras que a mi solo me ve como lo que realmente soy; su socia.  

-¿Socia? 

-Si. No es un secreto para nadie que nuestras familias llevan arreglando nuestra boda desde el nacimiento, pero a ninguno nos gusta el compromiso arreglado ni nada por el estilo, pero nos dieron un ultimátum así que decidimos fingir un compromiso y que quedaría en eso, un simple compromiso que luego romperíamos antes de llegar a la boda. Se suponía que solo duraría unos meses y nos brindaría algo de tiempo para mostrar a nuestras familias que lo nuestro no era posible. Solo debía ser una relación ficticia, pero entonces mis sentimientos hacia Ian fueron cambiando y eso me volvió loca, además no podíamos decirle a nadie que él compromiso era falso, sin importar cuánto lo deseáramos. Por eso jamás te lo mencionó,  y la verdad todo estaba bien mientras tú solo eras un recuerdo de un amor en París. Pero luego apareciste aquí e Ian se ilusionó hasta que vio tu embarazo y creyó que tú amigo era el padre. Pero no es así ¿Verdad? Ese bebé es de Ian.  

    Más que una pregunta era una afirmación y en ese momento yo no tenía la suficiente energía para negarlo inútilmente ni la concentración necesaria para seguir con la farsa ya que aún estaba procesando el hecho de que su compromiso solo fuera un espectáculo. 

-Entonces… yo… nunca fue mi intención ocultárselo, pero creí que ustedes… y yo no quería ser la razón de su separación y… 

-Tranquila, yo lo supe de inmediato que él era el padre así como que eras una buena persona, cualquiera en tu lugar le abría importado tres pepinos y le habría dicho todo sin importar nada. Pero tú, estabas dispuesta a criar sola al bebé por no romper nuestra relación. Esa debe ser una de las virtudes que Ian tanto ama se ti. Ahora, deberías decirle que él es el padre de tu bebé. 

-Yo… 

-¿Es eso cierto Hana? 

    Ambas nos sorprendimos ya que no habíamos notado que Ian estaba en el piso. En ese momento un gran dolor en el vientre hizo que me doblara y gritara al mismo tiempo. Eran las contracciones, ya no había duda de eso. 

-¡Hana! 

    Ambos gritaron a la vez y me sujetaron uno de cada lado mientras las contracciones eran más seguidas y fuertes. 

-¡Debes llevarla al hospital!  

    Tania le gritó a Ian mientras lo ayudaba a cargarme en brazos y a pesar del dolor de las contracciones, aún distinguía la euforia de estar en los brazos de Ian. 

 




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