Embarazada Del Jefe Millonario

Despertares y Revelaciones

—Si, ya despertó hace segundos. No me iré hasta que el doctor te revise —añadió Alejandro.

 

—Soy el doctor Martínez, ¿Cómo te sientes ahorita? —Me pregunto.

 

El doctor Martínez era un hombre de mediana edad, con una expresión amable y profesional. Llevaba su maletín médico en la mano y una sonrisa tranquilizadora en el rostro.

 

—Bien —le digo para que no se preocupen mas de lo que ya están.

 

El doctor asentó y colocó su maletín en la mesa cercana. Sacó su estetoscopio y otros instrumentos mientras hablaba. Laura se acerco más tratando de ver mi estómago.

 

—Voy a hacerte un chequeo rápido para asegurarme de que todo está en orden. Es importante que te cuides bien.

 

Laura se levantó para dar espacio al doctor, pero no se alejó demasiado, manteniéndose cerca para ofrecer su apoyo.

 

El doctor me tomó la presión arterial y escuchó mi corazón y pulmones con el estetoscopio. Luego, sacó una pequeña linterna para revisar mis pupilas y hacer una evaluación más completa.

 

—Todo parece estar dentro de lo normal, Valeria —dijo finalmente, guardando sus instrumentos—. Creo que lo que experimentaste fue una combinación de estrés, agotamiento y los efectos de muchos desvelos. Es vital que te tomes las cosas con calma y descanses lo suficiente.

 

Sentí una mezcla de alivio y agradecimiento.

 

—Ya escuchaste al doctor, tienes que descansar, hoy saldrás temprano del trabajo, solo almuerza —me dice Alejandro.

 

—Gracias señor Alejandro —le digo.

 

—Bueno ya, yo ya veo bien a Valeria, asi que Alejandro ven para acá —le dice con cara displicente.

 

Alejandro no le hizo caso.

 

—Gracias, doctor. Intentaré seguir sus recomendaciones —añadí interrumpiendo ese momento tenso.

 

El doctor Martínez me dedicó una sonrisa comprensiva.

 

—Recuerda, tu bienestar es fundamental para ti. Mantén una dieta equilibrada, hidrátate bien y asegúrate de descansar. Si sientes cualquier otro síntoma preocupante, no dudes en buscar ayuda médica de inmediato.

 

Asentí, tomando nota mental de sus consejos. Laura y los demás amigos también parecían más tranquilos tras escuchar el diagnóstico del doctor.

 

—Gracias por venir tan rápido, doctor Martínez —dijo Laura, acompañándolo a la puerta—. Apreciamos mucho su ayuda.

 

—No hay de qué. Cuiden bien de ella, veo que tienes amigos que se preocupan por ti —respondió el doctor, dándome una última mirada tranquilizadora antes de marcharse.

 

—Pediré tu almuerzo, debes comer ya —dijo Laura impaciente.

 

—Ahora a comer señorita Valeria —me dice Alejandro mientras yo me incorpore lentamente, él me ayudo a llegar a mi mesa, mientras Laura pedí mi almuerzo por mí.

 

—Valeria, no me preocupes tú y yo hablaremos despues, ahora vere como te saco antes del trabajo, para que descanses, tu salud es importante —me dice Alejandro en un susurro caliente.

 

—Alejandro vámonos, los amigos de Valeria ya están aquí, ellos ayudaran, tenemos cosas importantes que hacer lo siento, peor Alejandro no puede quedarse más, tiempo tenemos que almorzar y hacer cosas —dijo Isabel con voz molesta.

 

—Bonito vestido —se me ocurrió decirle.

 

—Gracias que linda Valeria, que te recuperes —dijo Isabel mientras retiraba la mano de Alejandro de mis hombros, no puedo creer que Alejandro no haya retirado sus manos de mis hombros, yo sabia que Isabel estaba celosa.

 

Alejandro y Isabel se retiraron.

 

Laura me llevo mis espaguetis con salsa boloñesa y con todo practicante y mi manzana con fresco.

 

Sonreí a mis amigos, sintiendo una profunda gratitud y un renovado sentido de esperanza. Sabía que, con su apoyo y amor, podría enfrentar cualquier desafío que viniera. Mientras bebía mi fresco y comí mi comida, escuchaba las conversaciones tranquilas de mis amigos a mi alrededor, me sentí rodeada de un amor y una amistad que me fortalecían, sabiendo que todo estaría bien.

 

Fue tanta la conversación de mis amigos que de pronto me quede dormida en la mesa sin querer. La conversación de mis amigas continuó como un murmullo distante mientras me hundía en el sueño. No tardé mucho en quedarme profundamente dormida, y pronto me encontré en un lugar diferente, un lugar lleno de luz y risas.

 

Sueño

Me encontraba en un amplio jardín, bañado por la luz dorada del sol. El sonido de risas infantiles llenaba el aire, y al bajar la mirada, vi a dos pequeños correteando alrededor de mí. Uno de ellos, una niña de rizos oscuros y ojos brillantes me miraba con una sonrisa radiante. El otro, un niño con el mismo color de cabello y ojos que reflejaban la misma chispa se reía mientras intentaba atraparla.

 

—¡Mami, mami, ven a jugar con nosotros! —gritó la niña, corriendo hacia mí con los brazos extendidos.

 

Me arrodillé para recibirla, sintiendo una ola de amor y felicidad al abrazarla. El niño no tardó en unirse a nosotros, y ambos me rodearon con sus bracitos, llenando mi corazón de una calidez indescriptible.

 

—Claro, mis amores. ¿Qué quieren jugar? —pregunté, riendo con ellos.

 

—¡A las escondidas! —exclamó el niño, sus ojos llenos de entusiasmo.

 

Nos pusimos a jugar, corriendo y riendo por el jardín. Sus risas eran música para mis oídos, y la sensación de tenerlos cerca, de sentir su amor y alegría, era algo que nunca había experimentado con tanta intensidad.

 

Fin del Sueño.

 

De repente, sentí que alguien me sacudía suavemente. Abrí los ojos y vi a Marta inclinada sobre mí, su expresión preocupada.

 

—Valeria, ¿estás bien? Parecía que estabas soñando algo intenso —dijo, su voz suave.




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