Despues de tanto placer, que se repetia intesamente. Finalmente, alcanzamos el clímax juntos, nuestros cuerpos temblando con la intensidad del momento. Nos quedamos abrazados, respirando juntos, sintiendo la paz que solo el amor verdadero puede traer.
—Te amo, Valeria —murmuró Alejandro, acariciando suavemente mi cabello.
—Y yo a ti —respondí, mi corazón lleno de amor y esperanza.
Nos quedamos así, enredados el uno en el otro, sabiendo que habíamos encontrado algo único y precioso. Y mientras la noche avanzaba, sentí que, a pesar de los desafíos que enfrentaríamos, nuestro amor sería lo suficientemente fuerte para superarlos todos.
Nos quedamos abrazados en la cama, respirando juntos mientras la noche avanzaba. El silencio se sentía cómodo y reconfortante, como si el mundo exterior hubiera dejado de existir, dejándonos en una burbuja de paz y amor. Alejandro me sostuvo con ternura, sus dedos trazando suaves patrones en mi espalda.
—Valeria —dijo en voz baja, rompiendo el silencio—, sé que no será fácil, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para estar contigo. No quiero que esto sea solo un momento, quiero que sea nuestro futuro.
Sentí una ola de emociones al escuchar sus palabras. A pesar de todas las dificultades, había una sinceridad en su voz que no podía ignorar. Lo miré a los ojos, viendo en ellos una determinación que reflejaba la mía.
—Alejandro, quiero creer en nosotros. Quiero creer que podemos superar todo esto juntos —respondí, mi voz apenas un susurro.
Él sonrió, una sonrisa cálida y llena de amor.
—Lo haremos, Valeria. Te prometo que encontraré la manera de arreglar todo esto. Hablaré con mi esposa y resolveré las cosas con mi familia. No puedo seguir viviendo una mentira cuando sé que mi corazón pertenece a ti.
Nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. A medida que la noche avanzaba, sentí que mi cuerpo se relajaba más en sus brazos, y poco a poco, el sueño comenzó a vencerme. Alejandro notó mi cansancio y ajustó su abrazo, asegurándose de que estuviera cómoda.
—Descansa, mi amor —susurró—. Mañana es un nuevo día y lo enfrentaremos juntos.
Asentí, sintiendo una profunda paz. Cerré los ojos, dejando que el sueño me llevara mientras escuchaba el suave latido del corazón de Alejandro. Era un sonido que me daba esperanza, un recordatorio constante de que no estaba sola.
Cuando desperté a la mañana siguiente, la luz del sol llenaba la habitación con un brillo cálido. Alejandro todavía estaba a mi lado, observándome con una sonrisa suave.
—Buenos días —dijo, acariciando mi mejilla con ternura.
—Buenos días —respondí, sintiendo una felicidad que hacía tiempo no experimentaba.
Nos quedamos un rato más en la cama, disfrutando de la tranquilidad de la mañana. Finalmente, Alejandro se levantó, vistiéndose lentamente.
—Voy a hablar con mi esposa hoy —dijo, su voz firme—. Necesito resolver esto cuanto antes. Pero quiero que sepas que, pase lo que pase, lucharé por nosotros.
Lo observé mientras se vestía, sintiendo una mezcla de preocupación y esperanza.
—Te esperaré —dije con determinación—. Pero por favor, sé honesto con ella y con tu familia. No quiero que nadie salga herido más de lo necesario.
Alejandro asintió, acercándose para darme un último beso antes de irse.
—Te amo, Valeria. Nos veremos pronto, me iré a la oficina a poner mi marcha mi plan este dia es el decisivo en la noche, te explico todo más detallado —me dice.
—Está bien —añado dándole un beso en sus labios.
Lo vi salir de la habitación, sintiendo que estaba a punto de comenzar algo con él. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío que viniera con tal de estar con él. Me levanté, preparándome para el día, sintiendo una nueva energía y determinación.
Mientras el día avanzaba, traté de ocupar mi mente con tareas y actividades, pero no podía dejar de pensar en Alejandro y en lo que podría estar ocurriendo. Pasé el tiempo hablando con mis padres en casa y me comentaron un poco de los planes de Alejandro, quienes me brindaron apoyo y palabras de ánimo. Cada vez que el teléfono sonaba, mi corazón daba un brinco, esperando que fuera Alejandro con noticias.
Finalmente, al caer la tarde, el timbre de la puerta sonó. Mi corazón latía con fuerza mientras me dirigía a la puerta. Al abrirla, allí estaba Alejandro, su expresión serena pero decidida.
—Podemos hablar —dijo, su voz suave pero firme.
Lo dejé entrar, cerrando la puerta detrás de él. Nos sentamos en el sofá, y él tomó mis manos entre las suyas.
—Hablé con ella —comenzó—. Fue difícil, y no puedo decir que salió bien, pero fui honesto. Le dije la verdad sobre que estamos viviendo en un mundo de mentiras y que no la amo, pero no le dije nada más para que no levante sospechas.
Escuché atentamente, mi corazón latiendo con fuerza.
—¿Y qué pasó? —pregunté, ansiosa por saber más.
—Ella está devastada porque yo no la amo, lo sé, porque me lo dijo, pero no entendió nada de lo que le dije dice que no se va a divorciar de mí nunca. —dijo Alejandro, sus ojos fijos en los míos—. Es un proceso largo pero mi ausencia hará que ella decida el divorcio, y se cómo hacerlo, pero estoy comprometido a seguir adelante y a estar contigo. Por lo que le mentí y le dije que debería atender mi otro negocio y que me iría por unos meses a trabajar. Valeria, cariño ese es mi objetivo que ella se sienta sola para que me de el divorcio.
Sentí una oleada de alivio y esperanza. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a luchar por nuestro amor.
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Editado: 14.06.2024