Embarazada Del Jefe Millonario

Tres Trillizos, Amor Eterno

Me desperté temprano aquella mañana, con la primera luz del sol filtrándose por las pesadas cortinas de la mansión en España. Me puse una bata suave y bajé a la planta baja, donde me esperaba una tarea importante. Quería que todo fuera perfecto para Alejandro, mi gran amor, y hoy iba a ser un día crucial. Con cuidado y dedicación, decoré la sala, la cocina, y la puerta principal con flores frescas y globos, creando un ambiente cálido y acogedor. Las paredes, antes frías y solemnes, ahora brillaban con la esperanza y el amor que sentía.

 

—Ten cuidado, déjame te ayudo —me dice Lorena.

 

—Está bien, necesito que pongas este globo con la foto de Alejandro y yo —le indico.

 

—Claro —me dice Lorena.

 

Milena me estaba viendo con ojos de compasión.

 

—¿Qué pasa? —Le pregunto.

 

—Lo lograste, a veces me arrepiento de no haber huido cuando pude, hubiera tenido a mi bebé en otro país —me dice entre lágrimas.

 

—Hiciste lo que pudiste, pro el padre de Alejandro tiene que pagar por lo que te hizo, eso de que él fue el culpable de que perdieras el bebé, sé que no tienes pruebas y que paso hace tiempo, pero no se puede quedar asi, no es justo —le digo.

 

—Solo es el pasado, el karma algún dia le llegara, por lo que me hizo —me dice.

 

—Entiendo, pero no estás sola Milena —Le respondo.

 

—Gracias, admiro todo de ti, pudiste quedarte con Alejandro, cosa que yo nunca pude —me dice.

 

—¿Milena tú estás enamorada de Alejandro? —Pregunto con cautela.

 

—No, es solo que le tengo cariño de amigos, aunque nunca pude decirle la verdad —me dice.

 

—Que alivio escuchar eso, pero tienes que superar lo que te paso y cuando sanes, debes decirle a Alejandro que tuviste un bebé, pero murió por culpa de su padre —le digo tratando de no sonar como una descabellada.

 

—En eso tienes razón, pero ahorita disfruta Valeria, te casaras con él, tendrán trillizos adorables y experimentaras ser madre —me dice entre lágrimas.

 

—Es un tema sensible, lo sé, pero tienes derecho a enamorarte, tener novio y tener hijos, con lo hermosa que eres, me extraña que ningún chico se te haya asomado por allí, no pierdas ninguna oportunidad y si algún pretendiente quiere que te cases con él, hazlo, antes que se haga tarde, date la oportunidad de ser amada — le contesto.

 

—Enserio, a veces me haces reír, pero si tengo un amigo que llama Jorge, pero aún no le doy el si para que seamos novios, aunque ya nos besamos, supongo que es algo, llevamos apenas 3 años y me cuesta trabajo, soy desconfiada —me dice cuando de la nada se abre la puerta y para mi sorpresa un hombre elegante y alto entra.

 

Los ojos brillosos de Milena se posan en ese hombre.

 

—Hola, perdón por aparecer de la nada, te llamé por celular, pero no respondías supuse que estabas ocupada, o en caso extremos, pensé que te había pasado algo Milena.

 

—Hola, Jorge…—responde Milena haciendo una pausa.

 

—Quiero que seas mi esposa, Milena hablo enserio —le indica sacando un anillo.

 

—Jorge no sé qué decir, estoy confundida —le responde.

 

—No digas nada, solo acepta mi anillo, te amo, y los besos que nos dimos me confirman que tú quieres algo más, seré tu apoyo, ya te dije que pagare un psicólogo, y te daré tiempo, pero tiene que sanar, y solo lo harás conmigo —le dice con voz romántico.

 

—Jorge me horas llorar, sabes que, si acepto ser tu esposa —le dice recibiendo el anillo en el dedo.

 

—Vente conmigo, te quiero llevar a un lugar especial, ya tengo permiso de tu madre —le dice.

 

—Divierte hija —dice Lorena mientras se retira.

 

Con la decoración lista, me dirigí a la cocina para preparar el desayuno. A medida que batía los huevos y tostaba el pan, no podía evitar acariciar suavemente mi vientre. Estoy en mi cuarto mes de embarazo y, aunque ha sido un viaje emocionalmente agotador, cada día me recuerda el milagro que llevo dentro. Sé que es el momento de decirle a Alejandro la verdad, por más que me aterrorice su reacción. Dudo que se enoje, el tendrá que escucharme, Lo que no sé es si cuando mis bebés sean grandes, querrán conocer la otra parte de la familia de Alejandro no quiero que conozca a la víbora.

 

El reloj marcaba las diez, estaba justo en la sala, tocando mi vientre, respirando hondo, cuando Alejandro llegó y abrió la puerta de la mansión. Su presencia llenó la casa con una energía vibrante y, aunque estaba nerviosa, también estaba segura de lo que debía hacer. Alejandro me encontró parada, sus ojos se tornaron confusos, rodeada de las decoraciones, y sus ojos se iluminaron al verme.

 

—Que detallista eres, solo me fui poco tiempo —me dice dándome un beso en los labios.

 

—Valeria, —dijo con una sonrisa, —todo esto es hermoso. Pero ¿qué está pasando? —.

 

Respiré hondo y me acerqué a él, tomando sus manos entre las mías. —Alejandro, hay algo que debo decirte, algo que he estado guardando por mucho tiempo porque no sabía cómo lo tomarías. Estoy embarazada —.

 

Alejandro se quedó sin palabras, sus ojos se agrandaron mientras miraba mi vientre, luego mi rostro. —¿Estás... estás embarazada? ¿De cuánto tiempo?, espera los antojos que tenías, si esos raros, era porque estas embarazada —

 

—De casi cuatro meses, faltan dos semanas para que se cumpla mis cuatro meses —respondí, una lágrima de alivio resbalando por mi mejilla. —Y no es solo eso. Alejandro, vamos a tener tres adorables trillizos, eres el padre de estos bebitos.

 

El shock y la alegría en el rostro de Alejandro se mezclaron de una manera que jamás olvidaré. —¿Trillizos? ¡Voy a ser padre de trillizos!, guao hicimos bien el trabajo en la cama— exclamó, riendo y llorando al mismo tiempo. Me abrazó con fuerza, sintiendo el pequeño bulto que pronto se convertiría en nuestros hijos.




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