Embarazada por Venganza.

Capítulo 02: Destrozada.

En cada grieta de tu vida puedes encontrar miles de oportunidades de crecer y superarte.

Zaya Lawless

Después de huir y dejar a mi hermana en unas calles más adelante para verse con el supuesto novio de ella y mantenerse a salvo de los líos de mis padres, me fui corriendo a mi consultorio a contar el dinero que tenía ganado allí. 

Mis padres se quedaron resolviendo algo con los señores del alquiler, nos quitaron la electricidad y el agua del grifo. Al menos pudieron saldar con los matones que fueron gracias a mi dinero, si no ahora nos estaríamos lamentando o yo estaría en enormes problemas. 

Lo que no se ha detenido de sonar es mi celular. Seguramente se trate de Nick, mi prometido; no lo he llamado desde ayer y sé que debe estar preocupado y no quisiera que se aparezca por la casa viendo el desastre que hay, sin contar la enorme vergüenza que me causaría. 

Decido contestar, debe ser importante. 

 

📞  Hola, cariño. Disculpa que no haya respondido. —Expreso buscando las llaves del consultorio en mi auto antes de salir. 

📞  ¿Y no pensabas llamarme un segundo?, he estado muy estresado o pensando que he hecho mal para que no contestabas mis llamadas. —Menciona. 

Pobrecito, la verdad no reflexioné en eso. 

📞  Es que todo ocurrió demasiado rápido, son muchos problemas, no vayas a casa ahora, estoy fuera. 

📞  ¿Dónde estás?, quiero verte. Hoy hice unas cuantas cirugías y necesito descansar. Tenerte conmigo en la cama no estaría nada mal. —Su tono coqueto hace que me sonroje, pero mi zona íntima no creo que le agrade.

📞  En el consultorio recogiendo el dinero que gané ayer para ir a dormir. 

 

No puedo ir a dormir a casa, eso es seguro, lo más que puedo morir ahí. 

 

📞  Iré por ti, quiero que duermas conmigo, mañana estaré libre y ¿qué mejor manera de pasarlo con mi futura esposa? —suelta una risilla. 

📞  De acuerdo, ando en mi camioneta, pero la puedo dejar aquí. Te espero, cariño.

📞  Te quiero, Zaya.

📞  Y yo a ti, Nick. 

 

Cuelga y siento un poco de nervios. No quisiera ocultarle la situación que estoy pasando porque es tan enorme que se va a enterar y lo que menos quiero es que piense que no confío en él. Mejor lo conversaré para que busquemos una salida a esta situación tan difícil.

No va a juzgarme, sé que me entenderá. Ahora mismo él y este consultorio es lo único que me queda para afianzar mi economía. Esto no puedo perderlo…

 

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Pasa un rato y cuento los billetes que entraron a mi consultorio como si se tratase de alguien que pertenece a los clanes oscuros, me siento feliz de que pude ganar suficiente. No es mi caso, pero sí hago cosas indebidas que espero un día no me perjudique a una exorbitante magnitud. 

 

«Con este dinero podré huir y hacer más cosas, es justo lo que necesito antes de que se caiga el juego, tengo un mal presentimiento».

 

Mis padres no sabrán de esto, ni se imaginan la cantidad de billetes que he ganado. Soy Odontóloga, pero aún no he recibido mi matriculado para ejercer ciertas prácticas de la carrera, por lo que, sí he hecho algunos procesos ha sido de forma clandestina. Ojalá nunca verme perjudicada en esto. 

Por eso suelo venir de noche y a veces me quedo dormida aquí para no regresar a casa, en momentos solo quiero paz y mientras mi hermana escuchaba sus canciones de rock a las tantas de la noche, mis padres, por otro lado, vivían viendo películas a todo volumen; comienzo a pensar que están un poco sordos.

Escucho el claxon de una camioneta y tras mirar por la ventana veo que se trata de Nick. Se baja de la misma y antes de subir me miro al espejo a ver si tengo los dientes limpios antes de verlo y si mi pelo después de tanta tragedia sigue arreglado. 

Abro la puerta mientras sube por las escaleras, para luego abalanzarme sobre él y darle un abrazo que se sienta eterno. 

—Preciosa. Cuanto te extrañé —da un pequeño beso en mis labios. 

Se acerca a mi cuello y olfatea un poco. 

 

«Ay, no. Solo espero no oler a rata muerta con todo lo que me he movido hoy. No podría ir a ducharme a casa sin ¡agua!». —Mi cerebro comienza a reflexionar en cosas que pueden alterarme. 

—También me hiciste mucha falta, Nick. Tengo tanto que hablar contigo. —Mira la desesperación en mi rostro y cierra la puerta para poder sentarnos. 

—¿Qué sucede?, ¿por qué no te has duchado?, estás algo sucia. 

—Perdóname por las condiciones, la verdad es que ha sido un día de locos. Solo te pido que me entiendas y no te enojes, es un asunto que no esperaba que sucediese, al menos no hoy.

Agacho mi cabeza y sujeto un vaso con mi café favorito que me ha traído. Él siempre se esmera de que tenga que comer o que esté en óptimas condiciones de salud.

—Ya me estoy comenzando a sentir mal. ¿Qué necesitas?, ¿pasó algo en casa? —asiento y unas lágrimas amenazaban por salir. 




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