Embarazada por Venganza.

Capítulo 04: Inicio tentador.

Comenzaré por preparar tu caída para que lentamente sepas lo que es sufrir como yo lo he hecho.

Zaya Lawless

Instalarnos en la casa de mi mejor amiga fue la parte más simple; lo complicado es cómo iniciar una nueva vida aquí desde cero como si se tratase de una recién nacida. 

Ya mi hermosa Maia Brown me consiguió una entrevista en su trabajo, la cual me tiene con los nervios de punta por asistir a ella. Es de la misma rama de la Odontología, solo que ahora no deseo fallar ni hacer cosas de forma ilegal; nuevo país, nueva yo. 

Acomodo mi pantalón suelto de doctora y mi camisa blanca. Una coleta acompañada de unas pequeñas trenzas es algo elegante, pero bonito y cómodo para las prácticas en caso de que me dejen de inmediato a trabajar como auxiliar de Odontología. 

—¿Ya estás lista? —pregunta mi mejor amiga entrando a mi habitación. 

—Sí, deja y tomo mi bolso para que nos vayamos —mi mirada se concentra en ella—, ¿y mi familia?, ¿ya están despiertos? —cuestiono. 

—Tus padres se fueron a buscar empleo en una zona que les indiqué. Tu hermana sigue roncando como tractor, esa sí que no le importa nada. 

Mi semblante de felicidad cambia en un segundo, ¿qué piensa Zania?, ¿dormir toda su vida y que la mantengan aun siendo mayor que yo?, lo siento, tengo demasiados problemas como para seguir echándome mi familia encima y ellos nunca pensaron en mí. 

Aunque una voz por dentro me incite a ayudarlos, otra cosa me hace retroceder. Debo de ir reflexionando en hacer todo bien y velar por mi futuro. Fui afortunada de tener a Nick en mi vida como un ángel caído del cielo, porque si no, estuviese escribiendo mis pesares desde la cárcel.

Voy corriendo a la habitación de mi hermana con un enojo eterno, ella a menudo quiere ser el centro de atención y en ocasiones la quiero, pero en otras no sé cómo abordar su existencia. 

Sujeto con fuerza la cobija que tiene y la muevo repetidas veces para que sienta mi presencia. 

—¡Terremoto!, ¡mamá, hay un terre…! —no culmina cuando se queda sentada en la cama y me ve con cara de pocos amigos. 

—Prepárate y vete a buscar trabajo, no pienso mantenerte cuando puedes buscar qué hacer —cruzo mis brazos chispeando de la rabia.

—Sabes que lo que me gusta son mis canciones de rock and roll y montar motocicletas, cuando encuentre algo así aquí, comenzaré con el trabajo. 

Decide acomodarse de nuevo y comienzo a tomar de sus pertenencias. 

—¡Oye!, ¿qué crees que haces? —no la escucho y tomo una maleta. 

—Si tienes suficiente dinero para vivir, es mejor que te mudes y ahí puedas hacer ruido con tus cosas de tu música igual de irritante que tú y te acompañe algún patán que consigas con motocicleta. 

—E… está bien. Ya me iré a buscar un empleo para mudarme sola —reclama poniéndose de pie y cerrando la puerta del baño de un portazo. 

—Pareces una niña inmadura, ¡ya crece, Zania! —salgo para ir con Maia quien me está esperando. 

Le sonrío y ella me mira con cara de tragedia. 

—¿Así se tratan siempre? —asiento. 

—Es muy rebelde, no ha madurado lo suficiente, así que, tengo que asumir roles de madre y de señora exigente con ella, con tan solo veintinueve años.

—Pero ella te lleva tres años, ¿no debería ser al revés? —expresa con ciertas dudas. 

—Así es, ni modo, no me tocó una familia normal. 

Salimos de casa rumbo a su camioneta, la verdad es que ella ha sabido valerse bien de su dinero, ahorros y demás. Esto es lo que nos hace mejores amigas, ya que Maia es buena ahorrando, mientras que yo… por lo menos tengo salud. 

Mi estómago comienza a rugir, por lo que Maia me mira risueña. 

—¿Tienes hambre? —asiento y aquella mujer con piel canela me sonríe—, ya veo, se me olvidó decirte que desayuno siempre al salir de casa, compro algo como un café y otra cosa que me llene. 

—De acuerdo, ¿vamos entonces?, los monstruos que tengo ya me están gritando que los alimente —ríe a carcajadas. 

—Sí, sé que una de tus mayores pasiones es la comida, así que, ni modo, ahora me costará alimentarte. Espero que me traigas un buen chico de Suiza —niego repetidas veces. 

—Mejor te traeré uno de aquí que te haga caer como roble en la cama, ¿te parece? —chilla emocionada. 

Algo muy característico de Maia es que si hay un ser que sea hombre en esta tierra y se mueva, a ella le gusta; tener encuentros íntimos es un placer para ella de vez en cuando, pero no hay uno que todavía la haga sentir a plenitud como ella planea o que posea el mismo desnivel hormonal que el suyo. 

—Espero que lo encuentres entonces, si sucede, te amaré mucho más —sujeta mi muñeca con rapidez y emoción para seguir conduciendo. 

—Que loca estás. —Comento a carcajadas.

Ahora mismo lo que anhelo es conseguir un empleo de mi misma carrera y para tomarlo como un plus, que sea al lado de mi mejor amiga. 




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