¿Cómo llegué a esto? Nunca, ni en mis sueños más perversos pensé que terminaría en una situación como está. Pero heme aquí, cagada completamente por la cosa jodida que hice. ¿Que hice? Tirarme a mi jefe y ser parte de un jodido cliché.
Miro nuevamente la prueba de embarazo que aún se encuentra en mi temblorosa mano.
¿Como se supone que voy a solucionar esto? ¿Qué le diré a mis padres? ¿Y qué le diré a Carlos? ¡Carajo! ¡No había pensado en Carlos!
<< ¡Mierda, Mierda y más Mierda! >>
Todo estaba arruinado, ¿Como había dejado que esto suceda?
El sonido de la puerta corta el hilo de mis pensamientos.
—Mafer, ya llegué —la voz de Vanessa suena desde la entrada—, ¿Estás en casa?
—En mi cuarto, Vanessa.
—Cariño dime ¿Qué pasó? —Un torbellino de pelo castaño entra al cuarto—. Por tu cara puedo imaginar que no son buenas noticias.
—Vanessa, ¿Qué voy hacer? ¡Es positivo! —digo enseñándole la prueba.
—¡Oh! cariño lo siento. —Mi amiga se sienta a mi lado y toma un profundo respiro antes de mirarme—. Sé que no es el mejor momento, ni la mejor forma. Pero siempre me tendrás aquí para ayudarte.
—Lo sé Vane, pero tengo la cabeza hecha un lío, ¿Como le voy a decir a Carlos que estoy embarazada? ¿Y que no es de él? —murmuro tirándome en la cama.
—¿Y cómo le dirás a Gonzalo? —pregunta echándose a mi lado—, sé que no han hablado del tema desde lo sucedido.
—No hablamos de nada, y las pocas palabras que cruzamos son referentes al trabajo. —Me pongo de pie—. ¡Maldita borrachera! A buena hora decidí tomar ese día, Vanessa —me lamento.
» ¡Me arrepiento! ¡He puesto mi vida de cabeza!
—Olvidémonos un momento de todo esto. —Mi amiga se pone de pie y me jala para que la siga—, he traído un rico helado.
—No quiero nada, solo quiero dormir hasta que todo esto termine —lloriqueo.
—Deja de portarte como una niña. —Vanessa coloca sus manos en su cadera y levanta una ceja—. Así que mueve el culo, porque yo si quiero helado y si no comes conmigo terminare tragándomelo todo.
—De acuerdo, de acuerdo.
Me pongo de pie y sigo a Vanessa hasta la cocina, el mundo se me está viniendo encima, pero al menos hoy puedo comer helado.
—¿Has hablado con Lizzy? —pregunto sentándome en una de las bancas en la cocina. Cojo la cuchara que Vanessa pone frente a mí.
—Si, ya debe de estar viniendo.
Como invocada, la puerta de nuestro departamento se abre.
—Hola chiquitas, ya llegó la rubia más linda de todas. —Lizzy entra, deja sus cosas sobre el sofá. Me mira y no tengo que decir nada para que ella sepa cuál es el resultado—, no estás sola Mafer —susurra abrazándome.
—Lo sé, sé que ustedes siempre estarán aquí conmigo. —Siento mis ojos humedecerse, pero reprimo mis lágrimas y les sonrió a mis amigas—. Ahora coge una cuchara, Vanessa ya está atacando.
La he cagado, y no puedo hacer nada para remediarlo. Ahora solo me toca enfrentar las consecuencias de mis actos.