Embarazada sin Querer Editando

Capítulo 3

—Debes decirles, Mafer. —Lizzy había estado repitiendo esa frase los últimos veinte minutos.

—¡Ya lo sé Liz! —chillo con molestia.

—Ella lo sabe Liz, déjala respirar un minuto. —Vanessa sale en mi ayuda.

Las tres estamos en pijamas, sentadas una al lado de la otra en mi cama. Liz llevaba repitiendo que debía decirle a Carlos y a Gonzalo la verdad sobre el bebé.

—A ver genia, ilumíname. ¿Como le dirías la verdad? —le digo a Liz.

—Bien pues, yo creo que lo mejor sería... o tal vez si tú... —Sin saber que más decir permanece en silencio.

—Vez, no es tan simple, pero tienes razón. Hoy mismo hablaré con Carlos sobre el bebé. Y en cuanto a Gonzalo, supongo que lo haré mañana cuando lo vea.

—¿Se lo dirás hoy a Carlos? —pregunta Vanessa.

—Si, ya dilaté esto demasiado. Hace una semana me enteré que estoy esperando y en algún momento se enterará, mejor si es por mi —aseguro. Agarro mi celular.

Le escribo a Carlos pidiéndole que nos veamos en el parque que está a la vuelta.

Me pongo de pie buscando algo simple que ponerme. Encuentro un pantalón de chándal y un suéter.

—¿A dónde crees que vas? —me pregunta Vanessa.

—Pues, ¿No es obvio? —digo rodando los ojos—, voy a ver a Carlos y le diré ahora mismo todo.

—¿Estas segura, Mafer? —cuestiona Liz.

—Mierda Lizzy, me vienes diciendo que hable con él como un disco rayado —chillo enojada.

—Lo sé, lo sé. Es solo que me puse nerviosa —se disculpa.

—¿Y tú porque tendrías que estar nerviosa? —bufa Vanessa—, es Mafer quien le dirá a su novio que se embarazó de su jefe.

—Muchas gracias Vanessa, eso me hizo sentir mejor —respondo con sarcasmo—. Nos vemos más tarde. —Agarro mis llaves y salgo rumbo al parque.

****** 
 


Llevo unos quince minutos sentada en el columpio del parque, cuando al fin veo a Carlos.

—Hola osita. —Se acerca y posa sus labios en los míos en un suave beso—, ¿Que sucede? ¿Por qué tanta urgencia en vernos a esta hora, y en el parque? —Se sienta en el columpio que está a mi lado.

—Veras Carlos. —Nerviosa miro mis manos—. Esto es muy difícil para mí.

—¡Ey! ¿Qué pasa? Relájate y dime lo que te está molestando. —Se agacha frente a mi—. Se que he estado muy ocupado con la universidad, pero es que ya estoy a punto de graduarme y he estado enfocado en eso. Pero ahora que me graduaré tendré más tiempo para ti. —Sonríe con dulzura.

La sonrisa de Carlos siempre tuvo la cualidad de transmitirme tranquilidad. Él siempre ha estado para mí y no se merece lo que estoy a punto de decirle.

—Tu eres demasiado bueno conmigo, y siempre has estado para mí. Has sido el mejor novio que se pueda tener —empiezo a hablar—, y no merezco que me quieras como lo haces.

—Pero que tontería es esa, osita. —Ríe—. Claro que lo mereces.

Acaricio su rostro con la punta de mis dedos.

—Solo quiero que sepas que lo siento muchísimo. Y si pudiera retroceder el tiempo no cometería el mismo error. —Me pongo de pie y le doy la espalda. Necesito un poco de espacio entre nosotros.

—María Fernanda ¿Que está pasando? Habla de una vez —exclama agarrando mi brazo y volteándome.

—Estoy embarazada —dejo caer la noticia.

La cara de Carlos palidece por un momento, luego sonríe.

—¡Pero eso es genial osita! —exclama con emoción—. No debes disc... —Se detiene en seco cuando ve que yo niego con la cabeza.

—¿Por qué dices que no? —pregunta con confusión—. Explícate.

—Estoy embarazada, pero no es tuyo —respondo avergonzada.

—¿Estas bromeando? —Ríe con incredulidad.

—Lo siento. —Bajo la mirada.

—Como sabes que no es mío... tu y yo... podría ser mío —frunce el ceño.

—Carlos, estoy de siete semanas aproximadamente, tú y yo hace tiempo que no tenemos intimidad, nada más allá de unas simples caricias.

—¡Y POR ESO TE REVOLCASTE CON EL PRIMER TIPO QUE SE TE CRUZÓ! —grita sobresaltándome. Sus ojos destellan furia, nunca lo había visto así.

—T-te equivocas Carlos —balbuceo.

—¡TE DI UN AÑO DE MI VIDA Y TÚ ANDABAS DE ZORRA! —grita fuera de sí.

—Te equivocas, las cosas no fueron así. —Siento un nudo en la garganta.

Sabía que iba a reaccionar mal, pero no pensé que gritaría de esta forma. No puedo evitar que mis lágrimas salten de mis ojos.

—¡¿COMO QUE ME EQUIVOCO?! ¡ERES IGUAL A TODAS, UNA ZORRA! —escupe sus palabras con desprecio—. ¡DIME QUIEN ES EL PADRE! —exige agarrándome de los hombros con fuerza—, ¡DIMELO!

—¡No Carlos! no te diré, no tiene sentido. —Estoy asustada.

—¡QUIERO SABER CON QUIEN TE HAS ESTADO REVOLCANDO! —grita aumentando la fuerza de su agarre.

—Ya te dije que no, suéltame que me lastimas —exclamo tratando de soltarme de su agarre.

—¿Como pudiste hacerme esto? Si yo te di todo de mí —susurra—, ¡Dame tu teléfono! seguro que ahí tienes el número del tipo con el que me engañas —gruñe tratando de buscar mi celular.

—¡YA DETENTE! Si, cometí un error y puedes decirme todo lo que quieras, lo merezco.

» Pero no insistas porque no te diré quién es el padre. Perdóname por el dolor que te he causado, lo siento de verdad. Pero nada puedo hacer para cambiarlo.

Me suelto de su agarre.

» Lo mejor es dejar todo aquí y espero que algún día me puedas perdonar.

Termino de hablar, le doy una última mirada al rostro dolido de Carlos y me voy dejándolo parado ahí.

Cuando llego a casa Vanessa y Lizzy me estaban esperando en la sala.

—Hola chica ¿Como te fue? —pregunta Liz.

—Pues, ¿Como crees? —bufo sentándome a su lado—. Mas que horrible.

—¿Que te dijo? —pregunta Vanessa.

—Gritó, grito mucho. Me dijo que era una zorra, la verdad dijo muchas cosas. Quería saber quién era el padre. —Recuesto mi espalda en el sofá.

—¿Para qué quiere saber eso? —pregunta Liz.




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