Embarazada sin Querer Editando

Capítulo 21

—Creo que esto no va a funcionar Vane, no me queda tan bien. —Estoy parada frente al espejo mirando no muy convencida mi reflejo. 

—Estas loca Mafer, te ves muy bien —chilla emocionada.  

—¿Estas segura? Creo que se me ve algo... vulgar. —Me examino una vez más en el espejo. Traigo una falda pequeña marrón oscuro y un corsé, y es precisamente por el corsé que escogimos este disfraz, así podía entrar mi barriga sin necesidad de ser presionada, pero el corsé hace que mis senos se vean muy grandes. 

También lleva una capa roja que se agarra a mis hombros, por último, unas sandalias marrones estilo romano por debajo de las rodillas. Vanessa me ha maquillado y peinado, mi cabello ahora luce unas ondas grandes y gracias al maquillaje mis ojos resaltan muchísimo. Sin duda mi amiga ha hecho un increíble trabajo.  

—No te ves vulgar, tu barriga esta hermosa, así que debes lucirte esta noche —me sonríe.  

—Ya no hay marcha atrás, además Alexander ya debe de estar por llegar.  

Como coordinados el timbre suena, ambas salimos de mi cuarto y camino hasta la puerta.  

Cuando la abro, veo a Alexander disfrazado de Superman. Entra y posa como súper héroe.  

—Llegó tu Superman —dice riendo. Luego me mira y silba—, estas preciosa Mafer.  

—Cállate —rio—, ya es hora de irnos Superman.  

—Hasta luego, Vanessa. —Nos despedimos y bajamos hasta su auto.  

El camino es ruidoso, cantamos a todo pulmón las canciones que van sonando en la radio.  

Me siento relajada cuando bajamos del auto. Alex se acerca a mí y me tiende el brazo, paso mi mano y entramos a la fiesta.  

Un mundo de colores aparece ante nuestros ojos. Recorro el lugar y veo momias, monjas, Batman, piratas, calaveras. Es un sinfín de disfraces. La gente baila animada, algunos toman unas cervezas.  

En la parte de atrás veo a Liz con su disfraz de ángel que le queda como guante. Nos acercamos a ella.  

—Ulala chica, te ves matadora —me saluda—. Buenas noches Alexander.  

—Hola Lizzy, estas hermosa el día de hoy.  

—Que tal va la fiesta —pregunto.  

—Hasta ahora va todo genial, el gran jefe esta por ahí disfrazado de pirata —señala con la cabeza.  

Alex y yo giramos para mirar y justo a mi lado izquierdo en una esquina conversando con el jefe de impresión esta Gonzalo mirando en nuestra dirección. El traje de pirata lo hacía ver muy guapo. El parche del ojo se lo ha subido hasta la frente para que no le moleste.  

—Vamos a bailar hermosa. —No espera a que responda, me toma de la mano y me jala a la pista.  

******  

 

No sé cuánto tiempo estamos bailando y riendo, en un momento se nos une Liz, pero luego empieza a bailar con un chico de logística.  

—Hermosa, vamos atrás a respirar un poco de aire. —Me agarra de la mano y me conduce hasta la terraza.  

Me acerco a la baranda que hay ahí, miro el cielo.  

—Es una noche increíble. —Las estrellas brillan iluminando la noche.  

—No más que tú. —Alex se me acerca—. Sabes Mafer, se por todo lo que estas pasando en estos momentos, pero... —Me agarra de los hombros y me gira para quedar frente a él—, sé que no es un buen momento, y no espero nada, lo único que quiero es que tú lo sepas y lo tengas en cuenta, debes saber que tienes opciones.  

—¿De qué hablas? —Frunzo el ceño sin entender lo que quiere decirme.  

—Hablo de que me gustas, más que gustar, te deseo. Eres una mujer increíble y te quiero para mí —me dice.  

No me esperaba que él, precisamente él me diga esto.  

—Se que estas esperando a los hijos de mi hermano, pero él es un tonto cobarde, que prefiere dejar de lado su felicidad por miedo. Lo siento mucho por él, pero yo tomo lo que quiero para mí, sin dudarlo.  

Estoy en shock, más aún cuando coloca sus manos en mi cara y me besa. Al principio no hago nada, estoy congelada ante sus palabras, pero después mi cuerpo reacciona por instinto y empiezo a responderle. Pero al momento siguiente estoy siendo separada de él.  

Miro y Gonzalo esta delante de mí, él ha empujado a su hermano.  

—¡¿Que estás haciendo idiota?! —grita Gonzalo.  

—Lo que tú eres tan cobarde como para hacer —le grita de vuelta.  

—Ni se te ocurra acercarte a ella —la voz de Gonzalo sale helada.  

—¿Y quién me lo va a impedir? —se burla Alexander—, yo no tengo miedo de decirle a la chica que me gusta que sea mía. No tengo miedo de ser feliz, y ni tu ni nadie tiene derecho a prohibir que esté con ella. Tu menos que nadie. ¿O me vas a negar que no eres tú el que no quiere nada con ella? ¿No eres tú el que le dejo bien claro que nada pasará entre ustedes? —acusa Alex. Jamás lo había visto tan enojado. 

—Yo... —Gonzalo no dice nada más.  

No puedo seguir parada ahí escuchando todo esto. Salgo rápido de la terraza, busco con la mirada a Lizzy, pero no la veo en ningún lugar.  

Salgo del lugar, no he traído auto porque Alex me iba a llevar de regreso, camino un poco en busca de un taxi, es un poco tarde y será difícil encontrar uno.  

Una mano me agarra del brazo y me jala. Grito asustada, giro y veo a Gonzalo con una expresión ceñuda.  

—¿Por qué lo besaste? —pregunta con molestia.  

—Eso a ti no te debe de importar Gonzalo. —Me suelto de su agarre y sigo caminando. 

—¿Te gusta? —Me alcanza y me vuelve a girar—, ¡Responde!  

—¿Qué más da si me gusta o no?  

—¡No te puede gustar! —grita.  

—¿Y Por qué no? —lo encaro.  

—¡No puede gustarte! Tu... yo... simplemente no puedes —masculla molesto.  

—¿Quién eres tú para decirme eso? Me dejaste bien claro que nada podrá pasar entre los dos.  

» Y fuiste bastante obvio el día que te dije que te amaba, tu solo te fuiste sin decir nada. ¡Ya me cansé de esta situación! No es bueno ni para ti, ni para mí.  




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