Embarazada sin Querer Editando

Capítulo 27

Primero agradecer a GEORGINA SUÁREZ. Gracias por la concoracion el libro. En agradecimiento aquí una maratón. Den le las gracias a Georgina 😀😀😀😀

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Los días habían pasado muy rápido, ya tengo cinco meses y medio de embarazo.  

Estas semanas viviendo con Gonzalo habían hecho que me enamore más de él.  

Aún mis padres no me hablan, aunque mi hermano me mantiene informada de todo lo que pasa con ellos.  

El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos.  

¿En dónde se supone que estás? —la voz de Vanessa suena al otro lado de la línea.  

Ya llegué, estoy estacionando al frente. Ahora voy para allá. —Bajo del auto mientras cuelgo la llamada.  

Acomodo mi suéter y camino para cruzar al restaurante donde están Vanessa y Lizzy.  

Empiezo a caminar cuando una mano me jala con fuerza.  

—¡Carlos! ¿Qué haces aquí? —Desde el día que terminamos no lo había vuelto a ver.  

—Hola Mafer —me sonríe, pero tiene una expresión rara en el rostro—. Veo que tú barriga ha crecido. —Mira directo al vientre.  

—Si, ya voy a cumplir 6 meses. —Por alguna extraña razón tenía la necesidad de proteger mi vientre de él.  

—Vaya, como pasa el tiempo. —Lanza una carcajada—, ¿Y dónde está tu jefecito? —pregunta ladeando su cabeza. 

—Él está en casa, yo voy a ver a las chicas.  

—Claro, debe estar descansando. ¿Por qué no vamos a conversar a un lugar más tranquilo? —Me vuelve a sujetar del brazo.  

—No puedo Carlos, como te dije las chicas esperan por mí y será mejor que me vaya. —Trato de quitar mi brazo, pero él me sujeta más fuerte.  

—Entonces será otro día —Sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos.  

—Claro... claro que sí —le respondo por fin liberando mi brazo, pero algo de lo que ha dicho me tiene desconcertada—. Carlos dime, ¿Cómo sabes que se trata de mi jefe? No recuerdo habértelo dicho —pregunto frunciendo el ceño.  

Él me mira y sonríe.  

—Nos vemos luego María Fernanda... Cuídate. —Me mira por última vez, luego se va en dirección opuesta a la mía.  

Sus últimas palabras han hecho que me dé un escalofrío en todo el cuerpo.  

Camino lo que me falta para el restaurante, localizo a mis amigas. Me siento en cuanto llego a su lado.  

—Chiquita, llegaste al fin. Muero de hambre —exclama animada Lizzy.  

—¿Estás bien? —me pregunta Vanessa frunciendo el ceño.  

—Es verdad, te veo algo pálida. —Lizz me observa con atención.  

—Si... si... estoy bien. —Las miro dudando si debía contarles—. Lo que pasa es que me acabo de encontrar con Carlos. —Las cabezas de Lizzy y Vanessa giran rápidamente para mirarme.  

—¿Que dices? —pregunta la rubia.  

—¿Que te dijo? —Vanessa frunce el ceño  

—Pues... solo me saludó y me pidió ir a conversar a otro lado... pero estaba raro, me agarró del brazo con fuerza y lo más raro de todo es que en un momento me preguntó por Gonzalo.  

—¿Como es eso? No entiendo, te dijo tal cual ¿Como está Gonzalo?  

—No... dijo ¿Y dónde está tu jefecito? Y cuando le pregunté cómo es que sabía que era mi jefe, me sonrió se despidió y me dijo que me cuidara —comento—. Pero no sé chicas, sentí raro cuando estuve hablando con él  

—No hagas caso chiquita, seguro que está celoso aún —me tranquiliza Liz.  

—Uhm, no se Lizzy, igual es muy raro eso de que sepa quién es exactamente el padre —refuta Vanessa.  

—Ya no quiero pensar en eso, mejor vamos a pedir algo que me muero de hambre.  

Así paso el día, entre conversaciones, risas y comida. Dejo el auto en el estacionamiento de la casa.  

—Ya llegué —hablo entrando a la casa.  

—Hola nena —Gonzalo está en la mesa con su ordenador—, ¿Como te fue? —Se levanta y se acerca a mí.  

—Bien, me divertí mucho con las chicas. —Lo abrazo.  

—¿Segura? Te siento tensa. —Se separa de mi para mirarme a los ojos.  

—Si tonto, estoy segura —Me alejo y me quito el suéter dejándolo sobre la silla—, ¿Que estás haciendo? —Me acerco al ordenador.  

—¿Qué es eso? —Gonzalo se acerca a mí con el ceño fruncido.  

Miro al lugar donde los ojos de Gonzalo están posados.  
 

<< ¡Maldita sea! >> 
 

En mi brazo están marcados los dedos de Carlos. No me había dado cuenta de que me había dejado morado.  

—María Fernanda, responde por favor. —Agarra mi brazo y lo mira—, ¿Que paso con tu brazo?  

—De acuerdo —empiezo a decir derrotada. Sabía que él no iba a parar hasta que supiera la verdad—, cuando estaba yendo a encontrarme con las chicas me encontré con Carlos.  

—¡¿Carlos?! ¿¡Él fue el que te hizo esto!? —exclama.  

—Tranquilo amor, lo que pasa es que... —No puedo continuar porque mi teléfono empieza a sonar.  

Lo cojo, es mi hermano.  
 

—Alby, ahora no es buen... —empiezo a decir, pero Alberto me corta.  

María Fernanda, papá está mal, ha sufrido un infarto —la voz de Alberto me interrumpe helándome la sangre.  

—¿Que? ....  

 


 




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