Embarazada sin Querer Editando

Capítulo 28

No entiendo lo que pasa, me siento adormecida, es como si mi cuerpo flotara, trato de abrir los ojos, pero siento los párpados pesados.  

 

<< ¿Qué pasa? >> 

 

Hay algo que me molesta, pero no puedo recordar que es.  

 

<< ¡Ah sí, mi papá! >> 

 

Abro los ojos de golpe, estoy en la habitación. A los pies de la cama esta Gonzalo hablando por teléfono, en cuanto gira la cabeza para mirarme se da cuenta de que estoy despierta.  

—Te llamo luego, Mafer despertó —habla con rapidez colgando el teléfono.  

—Nena —se acerca a mí sentándose en la cama—, me asustaste mucho cariño.  

******  

Gonzalo:  

Veo como el rostro de María Fernanda palidece, lo que sea que le haya dicho su hermano la había alterado.  

Comienza respirar con dificultad, si no hubiera sido lo suficientemente rápido se habría desplomado en el piso. La cargo y la llevo a la habitación, toco su rostro, esta fría y pálida.  

Busco en el baño alcohol y algodón, el teléfono de Mafer empieza a sonar. Lo cojo de prisa y contesto mientras coloco el algodón cerca de la nariz de María Fernanda.  

 

María Fernanda ¿Qué pasó? —la voz que supongo es de su hermano suena al otro lado.  

Alberto, soy Gonzalo el novio de tu hermana. Mafer se ha desmayado ¿Qué es lo que le has dicho? —pregunto.  

Hola Gonzalo, mi papá ha tenido un infarto y está en este momento en el hospital —habla rápidamente.  

Lo lamento mucho. —Me pongo de pie—, podrías mandarme la dirección por mensaje, iremos en cuanto Mafer se sienta mejor —giro la cabeza y veo que Mafer está con los ojos abiertos—. Te llamo luego, Mafer despertó.  

 

Cuelgo y me acerco con rapidez a ella.  

—Nena. —Me siento a su lado—. Me asustaste cariño.  

Me mira confundida. Le ayudo a sentarse.  

—¿Qué pasó?  

—Tu hermano te llamó y dijo que tú papá tuvo un infarto. —Acaricio su rostro. 

—Si... ya recuerdo. —Me mira—. Gonzalo tengo que ir a verlo. —Se pone de pie y agarra sus zapatos.  

—Tranquila nena, te voy a llevar —La tomo por la cintura para darle un abrazo.  

 

****** 

María Fernanda:  

Entramos a la clínica, ha sido un viaje de dos horas.  

—Todo saldrá bien nena —Gonzalo agarra mi mano mientras entramos.  

Avanzamos hasta recepción.  

—Buenas noches quiero saber sobre un paciente que ingreso hoy, Mikael Avery —hablo con rapidez.  

—Esta en el quinto piso, en el cuarto quinientos cuatro —responde con indiferencia.  

Caminamos en silencio hasta el ascensor, estoy muy nerviosa y preocupada.  

No he vuelto a hablar con mis padres desde que se enteraron de mi embarazo y no sabía cómo reaccionarán al verme aquí.  

—Cariño todo va a estar bien, veras que estarán más que felices de verte —dice Gonzalo adivinando mis pensamientos.  

—Estoy nerviosa Gonzalo, no quiero que por mi presencia mi papá se ponga peor. 

—No digas tonterías María Fernanda. —Agarra mi mano y salimos del ascensor en el quinto piso.  

Buscamos el número de la habitación, cuando estamos frente a la puerta Gonzalo me mira y sonríe.  

Toca la puerta y mi hermano aparece en el otro lado.  

Se ve cansado y preocupado.  

—Enana, que bueno que ya llegaste. —Me abraza con fuerza.  

—Hola, Alb. —Me separo de él—. Alberto te presento a Gonzalo Carson, mi novio. 

—Así que tú eres el que embarazo a mi hermanita. —Coloca las manos en la cintura y mira seriamente a Gonzalo.  

—¿Te parece que es buen momento para estar bromeando? —riño blanqueando los ojos.  

—Que pesada eres monga. —Me mira riendo—. Mucho gusto Gonzalo. —Estira la mano.  

—Hola Alberto —responde tomando su mano.  

—¿Como se encuentra papá? —El ambiente se torna algo tenso ante mi pregunta. 

—Ahora está estable, pero ¿Por qué no pasas y lo ves por ti misma?  

—No sé si él quiera verme. —Me siento cansada de toda esta situación.  

—No te preocupes enana, ha preguntado por ti. —Me regala una sonrisa tranquilizadora.  

—Ves cariño, te dije que todo irá bien —Gonzalo me sonríe—. Anda yo te espero aquí. 

—¿No entrarás? —pregunto extrañada.  

—Creo que lo mejor será que entres sola con tu familia, conmigo no tendrán privacidad. —Me sonríe y me da un leve empujoncito—. Aquí te espero.  

Le sonrío y entro a la habitación. A los pies de la cama esta mi madre que voltea a mirar en cuanto entro a la habitación, se me acerca y me abraza con fuerza.  

—Qué bueno que estás aquí hija —me susurra.  

—Me alegra verte mamá. —Siento un nudo en la garganta.  

Miro a mi papá que está en la cama mirándome.  

Me acerco despacio a la cama.  

—Hola papá.  

—María Fernanda —habla despacio—, pensé que no vendrías.  

—No sabía si me querías aquí, pero no podía dejar de venir, estaba muy preocupada por ti.  

—Me alegra que vinieras hija. —Me sonríe dulcemente.  

—Oh papá —sollozo mientras me agacho para abrazarlo—. Siento mucho haberte decepcionado.  

—Tranquila Mafer. —Acaricia mi cabeza con su mano libre de suero—. Yo soy el que tiene que disculparse, no debí hablarte de ese modo pequeña  

—Ya todo está olvidado papá.  

—Ahora déjame tocar a mis nietos. —Coloca sus manos sobre mi vientre.  

Sus ojos me miraran enternecidos.  

—Donde está ese chico tuyo —pregunta mi padre de pronto—, ¿Siguen siendo amigos? 

—No, papá. Estamos en una relación y oficialmente estamos viviendo juntos. —Lo miro avergonzada—. Gonzalo está afuera, quiso darnos privacidad.  




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