Al fin había podido encontrar a una secretaria. Se llama Helena Davis es una mujer de unos 33 años y por su C.V. y por lo que hablé con ella, se ve que es una mujer preparada.
Ella empezaría hoy y yo me quedaría con ella por hoy para que pueda adaptarse.
Termino de acomodar mis cosas cuando ella sale del ascensor.
—Buenos días señorita Avery —saluda cordial acercándose.
—Buenos días Helena, por favor no me llames así, solo dime María Fernanda o Mafer —sonrío.
—De acuerdo Mafer. —Deja sus cosas en el escritorio y yo empiezo a explicar lo que había que hacer en la mañana.
—Bien, lo tengo todo muy claro —dice apuntando todo en una libreta.
—Perfecto, ahora ponte de pie que vas a conocer a tu nuevo jefe. —Camino hasta la puerta de Gonzalo y toco dos veces.
—Adelante —La voz de Gonzalo se escucha desde el otro lado.
Abro la puerta y entro seguida de Helena.
—Buenos días señor Carson —sonrío—, vengo a presentarle a su nueva secretaria.
—Buenos días señor Carson, mi nombre es Helena Davis y desde hoy trabajaré para usted. —Ella lo mira detenidamente y un leve rubor invade sus mejillas.
Sonrío, no la puedo culpar mi hombre está demasiado bueno.
—Buenos días, señorita Davis, imagino que la señorita Avery ya le explicó todo lo que se debe hacer —dice mostrando su cara de hombre de negocios—. Ella se quedará hoy para que te puedas adaptar. ¿Tiene alguna duda? —La mira inquisitivo.
—No señor —responde sonrojándose un poco más.
<< ¡Ay por favor, tampoco es para tanto! >>
—Bien entonces nos retiramos —intervengo.
Salimos las dos de la oficina de Gonzalo. Helena se sienta frente al escritorio.
—¿Tienes alguna duda Helena? —pregunto sentándome a su lado.
—Pues la verdad no. —Me mira—. Pero sabes no imaginé que el señor Carson fuera tan joven.
—Bueno antes el jefe era el señor Michael Carson, el papá. Pero luego se retiró y dejo a su hijo a cargo. Pero a pesar de su edad él ha sabido llevar la empresa estupendamente.
—Vaya me imagino que es muy inteligente —sonríe ampliamente—, además de guapo, es todo un Adonis.
Yo rio divertida.
<< ¡Ay cariño, no tienes oportunidad! >>
—Bueno, dejando de lado lo guapo que es el jefe debemos empezar con el trabajo —Agarro la agenda que tengo en el cajón—. Mira, en esta agenda están todos los compromisos que tiene el señor Carson en los próximos dos meses. Tu trabajo es revisarla todos los días y actualizarla. Lo demás ya te lo expliqué en la entrevista.
—Si, todo está claro —asegura agarrando la agenda—. Hoy el señor Carson tiene un almuerzo.
—Exacto, entonces debes llamarlo al anexo y hacerle recordar su compromiso. También debes llamar a la persona con la que va almorzar para confirmar —explico.
—¿Lo tengo que hacer ahora? —pregunta con duda.
—Si empieza de una vez, cualquier cosa me dices.
******
La mañana había transcurrido lentamente, Helena ya le había agarrado el ritmo a todo lo que tenía que hacer.
Ya casi iba a ser hora del almuerzo. Como Gonzalo tenía un almuerzo yo comería con Liz.
—Oye Mafer y cuántos meses tienes ya. —Me mira mi barriga con curiosidad.
—Tengo seis meses. —Acaricio mi barriga, hoy uno de los bebés esta especialmente inquieto.
—Oh, está bien grande tú barriga —comenta.
—Si, lo que pasa es que son mellizos.
—Vaya, mellizos. Me imagino que no será fácil.
—No será fácil, pero no puedo quejarme, tengo apoyo. ¿Tú tienes hijos? —indago.
Antes de que Helena pueda responder Gonzalo sale de su oficina.
—Señorita Davis —habla acercándose a nosotras—, iré a mi almuerzo, por favor atenta al correo, cualquier cosa te daré indicaciones por ese medio. Puedes ir a comer —informa mirando a Helena, luego me mira y me hace una seña para que me acerque a él.
Me levanto de mi puesto y camino hasta él.
—Nena, no creo que regrese después del almuerzo tengo una reunión con unos posibles clientes. Si demoro mucho ya nos vemos en casa.
—De acuerdo, comeré con Lizzy. Ve tranquilo.
Gonzalo coloca su mano en mi mejilla y la acaricia. Se acerca y me da un casto beso en los labios luego se inclina y deposita otro beso en mi vientre. Después desaparece por el ascensor.
Me giro y veo que Helena me mira sorprendida.
—Tu... tú y el jefe... están... ¿juntos? —balbucea.
Me siento y la miro.
—Si, es mi novio y también es el padre de mis bebés.
—Por eso estás saliendo de la empresa —afirma.
—Pues no, pero eso es otro asunto —respondo sería. No me gusta que se metan en mi vida.
Mi teléfono empieza a sonar sobre el escritorio.
—Hola —respondo.
—Chiquita ¿estás lista para comer? Muero de hambre.
—Si, enseguida estoy bajando. Espérame en la puerta —cuelgo la llamada.
—Helena ¿Te gustaría ir a comer conmigo y mi amiga?
—Si, sería genial —agarra su cartera y caminamos hasta el ascensor.
Llegamos y vamos hasta la puerta donde se encuentra Lizzy esperando. Cuando nos ve, saludo con la mano.
—Lizzy te presento a Helena Davis, ella es la nueva secretaria de Gonzalo— miro a Liz —Helena ella es Lizzy Peltz, ella es la secretaria del jefe de edición.
—Mucho gusto Lizzy —saluda Helena.
—Hola que tal ¿Cómo te está tratando el gran jefe? —Mi amiga le sonríe con alegría.
Vamos caminando hasta el restaurante en el que normalmente Lizzy y yo comemos.
Hacemos nuestro pedido mientras esperamos por nuestra comida.
—No puedo creer que esta sea la última vez que vendremos a comer juntas Mafer —se queja Liz.