Embarazo por Venganza

Capítulo 1

Estoy aterrizando en Grecia después de mucho tiempo, estuve tres años fuera de casa estudiando, pero ahora he regresado. Mi hermana Helena se casaba con unos de los hombres más ricos e influyentes de la isla y me pidió que fuera su dama de honor.

Es maravilloso saber que Helena va a casarse, y también que veré a mí padres después de estar lejos por estos tres años. Mi nombre es Alondra Bouras Carras, tengo veintitrés años y la verdad que no conozco al prometido de mi hermana.

Allí están Alondra, la hija menos de Sirus Bouras el hombre más importante en los negocios hoteleros de Santorini. Sus dos hijas era sus más preciados tesoros, en especial Helena, que había compartido más con ella en muchos años y ahora que Alondra había regresado.

Comenzaría de nuevo aquella discordia de Helena por Alondra. Las hermanas Bouras Carras tenían sus indiferencias, pero Alondra era una chica con gran inocencia. Cuando ella sale del aeropuerto y llega a la salida, allí estaba su padre, pero no Helena. Alondra no le importo tanto aquel desplante de su hermana, y salido a su padre.

 

— Padre, gracias por venir por mí.

— No tuve más remedio, hija, el chófer se fue con tu hermana, y bueno no me quedo de otra que venir por ti, sabes que estoy muy ocupado en cosas del trabajo 

— Lo sé padre, pero igual, gracias por sacrificar tu tiempo y venir por mí.

— Vamos, que tengo que estar en la empresa antes de medio día.

— Está bien padre.

 

Sirus Bouras Carras nunca quiso a su hija menor, porque al nacer murió su esposa y él la culpó por aquello. Un padre así quien lo iba a querer, solo Alondra, que sin importar lo que él dijera, o como la tratase, ella siempre iba a querer a su padre.

 

— Papá y Helena donde está que salió con el chófer.

— No lo sé, además Helena ya está grandecita. Ahora dime tú cuando vuelves a los Estados Unidos.

— He terminado lo que estudie y ahora es momento de volver a casa, padre, y ayudar.

— Ayudar Alondra, por favor, una jovencita como tú solo puede hacer una cosa, es ir de comprar.

— No… Papá estudié economía y puedo ahora ayudarte en él negoció.

— Es mejor que te quedes en casa, no quiero que nadie se inmiscuya en mis negocios.

— Por favor papá.

— Nada Alondra y la verdad no sé para qué has regresado a Santorini.

— Ya te dije que Helena quiere que sea una de sus damas de honores.

— Helena y sus cosas.

— Tengo entendido papá que el prometido de Helena es un hombre de Treinta y tantos años y posee una cadena de hoteles, es lo poco que sé de él. 

 

En ese momento llegamos a casa y papá baja el equipaje del auto y al bajarme del vehículo veo que mi nana corre como loca a abrazarme.

 

— ¡Alondra, hija, por fin llegaste! Vamos adentro, deja que tu padre se vaya, le diré al jardinero que te lleve el equipaje a tu habitación.

— Gracias nana, te extrañé mucho.

— Yo igual mi niña bella, ahora vamos necesitas comer, mira como está flaca.

— Nada de eso nada, como bien además tenías tres años sin verme.

— Ciertos tres años mi niña, ahora estás en casa.

— Estoy aquí porque Helena quiere que sea su Dama de honor en su boda, pero que raro que lo fue a buscarme al aeropuerto.

— Esa muchacha siempre anda de aquí para allá, después que pidieron su mano en matrimonio.

— Bueno, debe estar muy feliz, por su boda y estar haciendo preparativos.

— Helena es algo… Cómo diría extravagante.

— Helena siempre ha sido así, extravagante y muy extrovertida.

— Muy diferente a ti, verdad.

— Bueno, nana, no vamos a hablar de Helena, cuéntame cómo están las cosas tuyas.

 

Alondra, eres de un carácter diferente al de Helena, se había ido a estudiar al extranjero para ayudar a su padre. Pero su pasión era tocar el piano, pero la cosas en su casa se volvieron tan difíciles que ella decidió irse. Sin embargo, ahora que había regresado, muchas cosas estaba por cambiar.

Helena, si hermana, había llegado a la mansión, pero no sola, había llevado un hombre y se había metido en su habitación con él.

 

— Helena estás loca, nos pueden descubrir.

— Vamos, Renzo, sabes que lo deseas como yo.

— Si verdad deseo acostarme contigo, pero aquí.

— Vamos, no tengas miedo, anda, subamos.

 

Los dos subieron las escaleras y se fueron a la habitación de ella, allí se encerraron por un buen rato. Mientras que Alondra aún estaba en la cocina con su nana.




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