Embarazo por Venganza

Capítulo 3

Alondra sale de allí llorando, su vida era nada, con una hermana que se acostaba con otro hombre, un padre que la culpaba por la muerte de su madre. Así que salió de la mansión y se fue caminando por la avenida sin mirar a ningún lado. Solo pensaba en todo lo que había escuchado, de su padre, con ese tal Santo.

 

— Heyy mira por donde caminas jovencita. —Alondra no se había dado cuenta de que estaba en medio de la calle.

— Disculpe…
 

Se subió a la acera, y siguió caminando hasta llegar a un parque, allí se sentó en un banquillo y miro como algunos niños jugaban allí. Recordó en ese momento su infancia la atención que le daba su padre más a Helena que a ella misma. En ese momento escucho la voz de una persona a su lado.

 

— Alondra, te he estado buscando. —cuando ella mira a su lado era su mejor amigo Eulices, quien estaba observándola con admiración.

— Como te esteraste que he vuelto.

— Sabes preciosa que siempre estoy pendiente de ti, cuando me entere por medio de la víbora de tu hermana.

— No le digas así, ella no es ninguna víbora.

— Uyyy… Me dolió en el corazón que me digas mentiroso. —Eulices se tocaba con la mano el pecho. — Dejemos de hablar de tu odiosa y víbora, de tu hermana y dediquémonos a ti.

— Tú siempre, la verdad, no sé cómo sigues siento un niño afeminado.

— Vamos Alondra más respeto con tú a mí del alma.

— Está bien, no diré más esas cosas de ti, y vamos a donde me quieres llevar.

— bueno mi querida Alondra, estamos en Santorini un lugar paradisiaco lleno de playas, y lugares extravagantes.

— Entonces vamos a casa y buscamos un bonito traje baño. —en eso Eulices la mira y le dice.

— No mejor vamos a comprarte uno hermoso, así como lo eres tú, mi solesito.

— Eres el mejor amigo que tengo, eres lo máximo Eulices.

— Lástima que no te quieras casar conmigo, si no fueras la reina del castillo, de mi corazón y de mi vida.

 

Eulices la abraza, le da muchos besos en las mejillas. Y luego se van al centro a comprar el traje baño de Alondra. Eulices abre la puerta de su ferrari a Alondra y ella sube en él, siempre ella se sorprende cuando Eulices tiene nuevo carro.

 

— La última vez que vine tenía un descapotable azul, ahora es un ferrari rojo. Vaya que eres un hombre excéntrico.

— Bueno mi querida Alondra soy una Daddy muy guapo y ricoooo. —ella se rio de Eulices.

— Claro, si me llevas más de diez años Daddy, rico y supercasanova. —Eulices se echó a reír.

— Bueno, este Daddy te conoce desde que naciste preciosura bella. —él le pellizca la nariz. — Yo solo tenía diez cuando naciste y nuestra familia sigue relacionada. Qué por cierto me entere de que tu padre está en problemas en la empresa.

— Hoy escuche algo, sin querer, pero pensé que solo eran especulaciones, pero ahora sé que es verdad con lo que me acabas de decir.

— Bueno, dejemos eso atrás y vamos a disfrutar este día, mi hermosa sirena.

— Eulices porque siempre me dices cosas hermosas. —Alondra se le quedó mirando.

— Por qué eres una niña hermosa y linda, mi solesito.
 

El ferrari se deslizaba por las avenidas de Santorini, desde las hermosas calle se divisaba las hermosas playas azules. Y muchas cosas de color blanco, un contraste hermoso. Y aquellos dos felices sonriendo, Alondra estaba feliz porque siempre allí estaba ese compañero a su lado. Que siempre que lo veían junto era como si ella fuera una cazafortunas al lado de Eulices, un hombre mayor que ella y de buena cuna.

Mientras, en unos de los hoteles más exclusivos de Santorini, se encontraban Helena y Apolo. Renzo la había llevado a la entrada del hotel y se habían despedido allí mismo. Cuando Helena entro en el lobby del hotel y pregunto por la habitación de Apolo Cristos, la recepcionista le había dado una llave para entrara y esperara al señor. En ese momento alguien la toma por la cintura y era Apolo quien la estaba abrazando.
 

— Hola…

— Apolo no hagas eso, me asustaste. —dando la vuelta y besándolo. — Sabes algo te amo.

— Yo igual Helena, te amo, y ahora vamos que tengo deseos de estar contigo ahora.

— Por favor Apolo, si ayer nos vimos. —ella con su mano le quitaba pintura de sus labios, lo había dejado manchado.

— Bueno, entonces, Helena vas a hacer mi esposa dentro de poco. Además, hoy es la fiesta de compromiso, y así que pronto serás la esposa de Apolo Cristos.

— Claro papá, tiene todo preparado hoy, con un único detalle que mi querida hermanita llego hoy. Y eso sí, va a hacer una molestia para papá.

— La verdad que trato de entender a tu padre, nunca le ha gustado que tu hermana esté en eventos y ahora esta vez dejará que ella se presente en la reunión.

— Ya te dije, papá es algo raro con ella. Pero es que le echa la culpa por matar a mi mamá.




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