Embarazo por Venganza

Capítulo 5

Había pasado los días y había llegado el momento de la reunión para que Helena se comprometiera, así que ese día no se atrevió a salir de su cuarto mientras ordenaban la casa. Solo una de las empleadas le llevo comida a su habitación.

 

— Buenos días, señorita Alondra, aquí le manda esto su nana para que coma.

— Gracias, ¿Cuál es tu nombre? —le pregunto Alondra.

— Me llamo Laura, es un placer señorita, pero ahora coma y luego vengo por la bandeja.

— Gracias de nuevo Laura, y dile a nana que bajo en un rato.

— Yo se lo diré.

 

La empleada salió de la habitación, y Alondra se fue a comer a la terraza que tenía la habitación y se sentó a disfrutar del día. Luego de unas horas bajo a la cocina, y allí estaban totalmente atareadas. Por la pedida de mano de Helena, cuando la nana la ve, le señala que se sentara.

 

— Espero que hoy no vayas a esconderte en tu habitación, como ayer que no estabas en la cena.

— Me reservo mi intimidad, ahora dime nana en que puedo ayudarte.

— La señorita de la casa no hacen nada solo mirar. —le dijo con cara de diversión su nana.

— Vamos, nana, sabes que yo siempre he ayudado en las cosas de la casa, bueno cuando estaba en casa antes de que me fuera a estudiar.

— Está bien Alondra, puedes ayudar a arreglar unos ramos de rosas que están en el jardín. Laura te mostrará donde además tú tienes ingenio para esa cosa amor.

— Bueno, entonces manos a las obras, vamos Laura, llévame donde dice mi nana.

 

Entonces las dos se dirigieron por los pasillos que daban al jardín Alondra, se asombró de tantas flores que había allí.

 

— Helena y papá siempre exagerando las cosas, cuando hay reuniones en casa las pocas veces que he estado en unas siempre es lo mismo. —ella le contaba esto a la chica que iba con ella.

— Bueno, señorita también el prometido de su hermana, envió algunas más con sus empleados esta mañana.

— Laura y tú has visto a mi hermana hoy. —la chica frunció el ceño y le dice.

— La señorita salió muy temprano, la vio a buscar el amigo de su prometido, me imagino que fue a ver otras cosas más.

— Y nos sabes a qué hora vuelve.

— La señorita Helena cuando sale no dice a donde va, menos a su padre señorita Alondra.

— Llámame Alondra, por favor.

— Como usted diga alondra, ahora vamos a ordenar las flores.

— Bueno, entonces vamos, que ya se acerca la hora de la reunión.

 

Así que pasaron toda la tarde ordenando el jardín, las dos chicas. Hasta que llego Helena vuelta, una furia estaba tan ardida que Alondra no quiso preguntar por qué sería. Así que se retiró de allí y se fue a su cuarto. Mientras Helena buscaba a su padre, porque tenía que hablar con él.

 

— ¿Qué paso amor y esa cara estás molesta por algo? —su padre sabía por qué ella estaba molesta, pero no le diría nada.

— Fuiste tu verdad, me limitaste las tarjetas de créditos, quiero saber por qué maldición papá que te pasa.

— Lo siento mucho, hija, pero no nos queda mucho dinero y sabes muy bien por qué te estás casando con Apolo.

— Papá, pero no queda nada de nada.

— No, hija, el banco, limito todas las cuentas, estamos en la quiebra.

 

Helena estaba fúrica, ya no podía darse los gusto que ella siempre se había dado. Además, la solución de aquello era comprometerse con Apolo y que él inyectara dinero a la empresa que su familia había dejado y su padre había malversado. Su padre la ve con preocupación y le dice.

 

— Debes casarte con Apolo lo más pronto posible Helena, hoy es la fiesta de compromiso, pero debes ponerle una fecha de boda.

— Ojalá fuera Alondra la que se casara con Apolo y yo no. —dijo en voz alta que su padre la reprendió.

— Tu hermana no es nada delante de ti, Helena, tu hermana es una mujer sin sazón, así que tú eres una chica exquisita.

— Bueno papá, hoy será el día, entonces es mejor así. Y ya tendremos plata para nuestros gustos, con Apolo ese hombre tiene billetes hasta no poder.

— Anda ve arreglarte que más tarde comienzan a llegar los invitados.

 

Ella salió del estudio de su padre, y subiendo las escaleras se encontró con Renzo, este la tomo por el brazo y la subió rápidamente a su habitación y allí se encerraron los dos. Hasta casi la llegada de Apolo que esperaba en el salón con los invitados.




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