Embriagame con tu amor

Capítulo 4

Llegue a tiempo a la clase, varias chicas me saludaban a distancia. Aunque deseaba llevarme bien con ellas, tenía ansiedad y una creciente desconfianza a las personas de mi entorno. Con el tiempo, lo he relacionado a la humillación que me hizo pasar Eric. Mi madre Anna siempre me recomienda ir a terapia, pero me he rehusado hasta la fecha. Hablar de sentimientos no es mi punto fuerte.

Sin embargo, tenía dos buenas amigas dentro de la universidad, América y Lizbeth, ambas estudiaban derecho. Tome asiento, a su lado. El profesor Rafael Morgan era el más estricto en la carrera, se encontraba alrededor de los cuarenta, entro al salón con su pulcro traje gris, y maletín de vinil. Siempre me recordaba a largo, el de los locos Adams, tenía el mismo aspecto, delgado y alto, solo que su piel era más bronceada.

 —Buenas tardes jóvenes, el día de hoy deben entregar su tarea asignada de la clase anterior, recuerden que lo evaluare y el trabajo con la nota más alta, será tomado en cuenta por parte del mejor despacho en la ciudad, para brindarles un puesto de trabajo.

Todo el grupo demostró su emoción con vitoreó, en especial mi amiga América que aún no conseguía plaza fija, Lizbeth por otro lado era hija del dueño de un famoso despacho de Abogados. Digamos que su puesto estaba asegurado.

El trabajo de clase consistía en elaborar un caso solido con justificación y evidencias, podía ser desde el ángulo del demandante o del demandado. El expediente que hurte del despacho era de hace tres años y tenía una buena investigación defensiva. Lo sé, porque Andrew me hizo estudiarlo cuando recién ingrese.

Entregué con remordimiento el documento, pero necesitaba pasar esta materia y en vez de utilizar mi fin de semana en las tareas asignadas, me convertí en una chica perezosa y descuidada. 

— ¿Que hicieron durante el fin de semana chicas?

Me habían invitado a salir, pero ver Siempre el mismo día, Yo antes de ti, mientras lloraba a moco tendido, me parecía más interesante.

— Fuimos a un nuevo bar de estilo italiano, deberías acompañarnos este próximo fin de semana, tienen buena música y las bebidas son deliciosas, se llama Alba Pub. 

— Claro, suena genial, me encantaría ir.

Les sonreí alegre, si David estaba en sus viñedos con esa misteriosa rubia teñida, debía comenzar a divertirme.

Poco a poco la noche fue cayendo y la hora de salida llego. Tenía demasiada tarea, en su mayoría proyectos prácticos, incluida una clase de conducta social y psicología, era necesarios estos conocimientos para realizar el perfil de nuestro cliente, y de su respectivo caso.  Y bueno, básicamente mi carrera era leer un montón de libros.

El departamento que, solía ser de Mariane, resultaba extraño para mí, de cierta manera me sentía conectada con ella, eran sus cosas, exceptuando la ropa, todo aquí tenía su esencia. Aunque era raro y abrumador, me gustaba. Nunca me había alejado de mi hogar, no quería irme de casa después de que mi padre casi muere, pero necesitaba estar sola, para desapegarme y reflexionar, con todo lo que había hecho en mi vida.

Al estar bajo la protección de mis padres, creía que, tenía todo al alcance de mis manos, pero al alejarme un poco de eso, me di cuenta de que, debía trabajar por todo lo que deseaba.

Al día siguiente mi primera parada fue la cafetería, necesitaba recuperar mi celular.

— Buen día, ¿De casualidad no encontró un celular la tarde de ayer?

Le pregunte a la mesera de turno. 

— Buen día, permítame revisar la bitácora de objetos extraviados.

Se fue tras el mostrador y reviso en su carpeta.

— Si aquí viene anotado el incidente, debido a que es un objeto de alto valor, nuestro gerente se queda con esos artículos bajo llave.

— Genial, ¿podría recuperarlo ahora? es muy importante.

— Una disculpa, el gerente aún no se encuentra, llega a medio día.

— Lastima, supongo que vendré a comer aquí, gracias.

Al llegar a la oficina, me toco compartir el elevador con Andrew, incomodo.

Vestía un traje a la medida, azul vibrante, su cabellera estaba peinada hacia atrás, y sus zapatos negros, brillaban de lo limpios que estaban. Todo en el gritaba, maniaco del control. Pero eso lo hacía lucir muy atractivo. Si no fuese el dueño del despacho las pocas chicas que trabajaban en la oficina estarían sobre él.

— Que tal Amber

— Buenos días, Andrew.

Miré mi atuendo intentando perderme en la sobriedad de este y contuve el aliento, con la esperanza de que eso acelerara el tiempo. En un buen día, hablaría con Andrew sobre temas triviales, pero podía notar que algo le molestaba, era evidente por su mirada, sus labios apretados, y su entrecejo fruncido controlando internamente su ira.

El piso era una sola planta, en el mejor edificio de la ciudad, este rentaba los pisos a empresas de servicios, en el piso de abajo estaba el consultorio de la psicóloga Isabel West. En el de arriba un gimnasio. aquí había un poco de todo, podías divorciarte, ir a terapia a superarlo y a su vez, hacer ejercicio para ponerte más guapa.

El elevador por fin, llego a nuestro piso y respire de alivio.

Sali, o más bien hui a mi escritorio y continue con mi lectura de solicitudes, no sin antes preparar mi taza de café. No sé dónde tenía mis ideas, había ido a la cafetería temprano y no recordé mi dosis diaria del día, pero bueno, aunque sabia horrible, el de la oficina serviría.

Llame a Mariane veinte minutos antes de la hora de comida, deseaba una comida únicamente de hermanas. 

Todos corrían para tener su descanso, como era costumbre, Andrew estaba en su oficina, y si, no fuese agradable conmigo, pensaría que era el mismísimo diablo y más con esa mirada que se cargaba ahora. Pobre del causante de su ira.

Esperaba el ascensor, cuando este llego,  Michael Turner el prometido de mi hermana salió de el. Recuerdo que estaba de viaje por negocios. Él estaba a cargo del antiguo puesto de David, en Vinos Roux. 




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