Estos días de la semana, Mariane estaba demasiado ocupada como para almorzar conmigo, por fortuna Lizbeth me acompañaba este día.
Al entrar en la cafetería, que se había convertido en mi lugar frecuente de merienda, vi a lo lejos a mi amiga, era alta, demasiado delgada, como una bailarina de ballet, su piel tenía un ligero bronceado por el viaje reciente que hizo a Hawái, aunque usualmente su piel era pálida. Lucia como Bella Swan de crepúsculo.
Algunos pensarían que, por ser hija del dueño del despacho, era una engreída que, hacia las tareas sencillas, pero no. Ella de verdad amaba su profesión, y se sumergía en los casos como si estuviese defendiéndose a sí misma. Admiraba esa pasión que tenía por la justicia.
— ¿No invitaste a America?
Cuestiono mi amiga desconcertada de su ausencia.
—Lo hice, es solo que tiene demasiado trabajo, la están explotando en ese despacho, además de que ya le avisaron que la permanencia no era una opción.
— ¿Enserio? Que mal agradecidos, ella se ha desvivido por ese trabajo.
—Intente aconsejarla, en que debía renunciar, pero solo se molestó, recalco el hecho de que nosotras estamos bien posicionadas económicamente a diferencia de ella que es becada.
— Nunca alardeamos sobre ello y siempre nos preocupamos por no presionarla con cosas como el dinero.
— Lo sé, pero supongo que se encuentra estresada y ansiosa, pronto vamos a graduarnos, obvio necesita encontrar un trabajo estable. Pensé que tal vez podías conseguir un lugar en el despacho de tu padre.
Ella se lo pensó un momento.
— Voy a consultarlo con mi padre, pero no aseguro nada, estamos llenos en el despacho, además de que tu jefe no deja de llevarse los casos fuertes. Por suerte rechaza bastantes y eso nos da mucho trabajo.
— Bueno en realidad yo filtro los casos, técnicamente es mi culpa, perdón.
— No importa amiga, el sol sale para todos. Y hablando del sol, hay un galán a tus espaldas que no deja de mirarte.
— ¿Que? ¿Donde?
—Deja de moverte, luces muy obvia. Oh, Dios mío.
Exclamo una muy ansiosa Lizbeth.
—¿Que? Deja de asustarme con...
— Buenas tardes, Señoritas.
Y ahí estaba de nuevo, la melodiosa voz de Maximiliano.
Intente no avergonzarme a mí misma diciendo alguna incoherencia. Pero me era imposible pensar con su imponente presencia a mi lado.
—Hola Maximiliano, es un gusto verte de nuevo.
— Lo mismo digo Amber, permíteme que les invite la comida de hoy. Después de todo eres una cliente frecuente.
Agrando su sonrisa sin mostrar los dientes, tenía unos labios carnosos. Que lucían demasiado apetecibles.
— No creo que sea correcto, pero lo agradezco.
— Insisto, por favor.
Me miro con suplica y no pude negarme a esos ojos marrón que brillaban llenos de interés.
— Esta bien, pero a cambio te lo compensare con una cena ¿qué te parece?
Si, la misma Amber Wilson estaba invitando a salir a un chico. ¿Que tenía Maximiliano Russo que la hacía romper sus propias reglas? No tenía ni idea, pero lo averiguaría.
El mantenía su sonrisa ¿No le dolía sonreír todo el tiempo?
— Iba a pedirte lo mismo la próxima vez que vinieras, pero te me adelantaste, eso me gusta.
— ¿Entonces aceptas?
— Por supuesto, pásame tu número para decidir el día.
Después de ese instantáneo flechazo, Lizbeth estaba con la boca en el piso. No de forma literal, pero de ser posible lo estaría.
— ¿Que acabas de hacer amiga?
Dijo ella soltando un grito silencioso de emoción.
— Bueno, vi la oportunidad y la tomé ¿acaso no es todo un bombón?
— Definitivamente lo es. Pero ¿qué sucede con David?
No había tenido tiempo de pensar en David esta semana, no después de mi intento fallido al interrogar a Michael.
— Bueno el, esta divirtiéndose con una rubia en su viñedo ¿No has visto sus historias de Instagram? Y no respondió ninguno de mis mensajes. Así que es más que obvio, el ya está haciendo su vida con alguien más, debería hacer lo mismo.
Suspire con nostalgia, porque en verdad desee, que fuera David. Quizás en esta vida, eso no sea posible.
La semana se pasó demasiado rápido. El viernes llego. Las clases cada vez eran mas pesadas, pero siendo positiva solo faltaba un mes para finalizar con ellas. Despues de eso, eran dos meses para el tramite de papeleria. Sin olvidar el baile de graduacion.
Las chicas habian planeado una salida en el bar que me recomendaron, estaba ansiosa, tenia tiempo sin divertirme, mi compañero de baile siempre era David, me habia hundido completamente, pero eso estaba por cambiar.
Mire mi armario deseando encontrar algo sexi pero casual, dando el mensaje de "se que luzco fantastica y no inverti demasiado esfuerzo." Me decidi por un vestido de saten verde. Me veia muy guapa.